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26 años del dramático 7 de abril del '95 y dos actos de la COSOPPER: “Después de la inundación, el miedo a la tormenta es inevitable”

Un breve recorrido y el testimonio de vecinas damnificadas en otro aniversario del evento que sufrió la ciudad. La Comisión de Seguimiento de Obras Pluviales organizó dos ceremonias conmemorativas

La mañana del 7 de abril de 1995 marcó un antes y un después para muchos pergaminenses. Gran parte de la ciudad amaneció pasada por agua luego de que lloviera durante dos horas y media. 300 fueron los milímetros caídos, 4 fueron las personas fallecidas y miles las afectadas física, psicológica y materialmente.

La inundación fue un suceso que dejó grandes secuelas. Quienes la vivieron, de alguna u otra forma, tienen presente esa jornada lamentable, en la que hubo 3 mil personas evacuadas, 4 mil autoevacuados y una enorme cantidad de damnificados.

Hoy se cumplen 26 años del  trágico evento en Pergamino. Años en los que se recuerda a las cuatro víctimas fatales. Claudio Marcelo Herro, el civil que, en un acto heroico, falleció, mientras intentaba socorrer Matías Rodríguez, un niño de 8 años que también murió. El bombero voluntario Fernando Tomás Esquivel, quien arriesgó su vida en el cumplimiento de su labor para salvar la de los demás, hasta que fue arrastrado por la fuerte corriente de agua en Avenida Colón y la entonces calle Honduras, que ahora lleva su nombre. Y Faustina Masciotta de Pontoriero, quien falleció en su hogar.

Para rememorar a las víctimas y afectados de la devastadora inundación, se llevarán a cabo dos actos, organizados por la Comisión de Seguimiento de Obras Pluviales de Pergamino (COSOPPER).

A las 10:00 hs., la convocatoria es en el monolito en honor a Fernando Esquivel, ubicado en calle Estrada.

Por la tarde, desde las 17:00 hs., se recordará a Claudio Marcelo Herro, en la esquina de avenidas de Mayo y Florencio Sánchez, ubicación en la que había un monolito en su homenaje, pero desapareció. Y hasta ahora nadie explicó porque o donde está.  

Una empresa estuvo trabajando en octubre del año pasado para colocar un cableado subterráneo e instaló una base de la red de fibra óptica de ARSAT. Pero finalizada la tarea, el monolito no volvió a ser instaurado.

Por eso, desde Banca 21 de RADIO MAS (FM 106.7), junto a la COSOPPER, se presentó a mediados de noviembre un pedido de informe al Concejo Deliberante para que el Ejecutivo Municipal informe que sucedió con el monumento. Sin embargo, el reclamo nunca fue atendido y recién ayer se emitió un despacho para elevar al Ejecutivo Municipal.

La COSOPPER realiza un exhaustivo seguimiento al proyecto de la obra de la Presa de Regulación que se realizará en nuestra ciudad, que tiene como objetivo mitigar las problemáticas inundaciones a partir de regular los caudales de agua provenientes de los arroyos Pergamino y Botija. Por el momento, se avanza con los trámites para la adquisición de los terrenos y se espera que antes de fin de año se inicie la construcción.

Un día como hoy, 26 años atrás

La atípica mañana del 7 de abril del ’95 permanece grabada en la memoria de la comunidad. Fueron miles de personas las que al intentar abandonar de sus camas y apoyar los pies en el piso, notaron que algo no estaba como todos los días.

“Cuando uno de mis hermanos se levantó, se mojó los pies y nos dimos cuenta que teníamos la habitación llena de agua sin entender que había pasado”, recordó Florencia a PRIMERA PLANA, quién en ese entonces tenía 20 años y vivía en la esquina de Castelli y Doctor Alem. Para ese momento su casa estaba cubierta con 10 centímetros de agua aproximadamente, por lo que empezaron a levantar las sillas, las camas y todo lo que fuera posible.

Con el correr de las horas todo se empezó a mojar y flotar porque el agua continuó subiendo hasta llegar a 1 metro y medio. Teníamos una escalera que daba a la terraza así que subimos y nos quedamos ahí mientras todo seguía mojándose. A mí me sacaron con un bote y me quedé en lo de mi novio hasta que terminó de bajar el agua dos días después. Para cuando volví estaba todo empapado. Intentamos recuperar las cosas, pero los muebles de aglomerado se torcieron todos y de los colchones nunca pudimos sacar la humedad ni el olor”, subrayó.

Su familia debió que tirar todo e incluso tuvieron que dormir en los colchones empapados durante algunas noches.

Por su parte, Griselda, aseveró que esa mañana una vecina le fue a golpear la puerta para avisarle que Pergamino se estaba inundando. “Nunca antes había pasado. Nosotros estábamos a una cuadra y media del Arroyo y no teníamos idea de la magnitud de lo que estaba sucediendo”.

Había comenzado su mañana de manera tranquila, pero luego fue viendo que llegaba gente cuyas casas, cercanas al Arroyo, ya se habían inundado. Avanzada el día, junto a su marido, empezaron a preparar café para toda la gente que seguía llegando.

Sin embargo, nunca pensaron que el agua iba a entrar en su casa, por lo que no tomaron los recaudos necesarios. “Empezamos a colocar algunas cosas arriba del placard cuando vimos que el agua estaba acercándose. Tuvimos que salir por la ventana porque ya no podíamos abrir las puertas y nos fuimos a la casa de unos amigos durante unos días. Estábamos muy aturdidos”, señaló.

Dado que su casa en ese momento estaba en construcción, no fue demasiado lo que perdió. Pero si admite que la reconstrucción llevó mucho más tiempo. “Cuando volvimos, las aberturas no servían y había mucha suciedad. Tuvimos que avanzar poco a poco, trabajar el doble y hacer muchos sacrificios para poder vivir en una casa terminada”.

Como si esto fuera poco, Griselda recordó que, en la evaluación de los daños que se realizó para otorgar un subsidio a los damnificados, se determinó que no se lo darían porque su casa tenía más de 7 puertas. “Una cosa totalmente absurda. Como pertenecíamos a la clase media no recibimos ninguna ayuda”. Pero la familia también comprendió que otras personas se vieron aún más afectadas. “Mi marido y yo nunca tomamos dimensión del desastre; hasta que pasamos para el otro lado del puente y empezamos a ver cuantas cuadras estaban afectadas y cuantas cosas había perdido la gente. Estaba shockeada”.

Hoy destacó que por la zona se vive con mayor tranquilidad. “Hasta hace poco tiempo, cuando llovía varios días, en el barrio, estábamos todos los vecinos movilizados, yendo y viniendo para medir la altura del agua. Durante la gestión de Macri se hizo una obra muy grande y hemos dejado de correr ese riesgo”, valoró.

Al igual que Florencia y Griselda, muchos otros damnificados por la inundación coinciden que el temor a volver a sufrir lo mismo permanece por mucho tiempo. “Después de la inundación, el miedo a la tormenta es inevitable. Fue terrible. Ese día me marcó la vida. De golpe, de un día para el otro, perdimos todo y tuvimos que empezar de cero. Es un trauma que no me lo voy a olvidar más”, confesó una de las damnificadas  al concluir su relato a PRIMERA PLANA.

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