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"A los pibes los dejaron morir, una vez más"

Nicolás Juan Gabriel González Por Nicolás Juan Gabriel González | 23 de Diciembre de 2019

Se me cierra el pecho de angustia por los 7 pibes asesinados y por el dolor de sus familias. Es tan difícil revivir ese 2 de marzo de 2017, lo que vivimos en la Comisaría 1° de Pergamino fue demasiado horrible, pero hoy lo rememoro y grito, me cuesta una vida pero lo hago por ellos. Estuve convencido de declarar como testigo a pesar del miedo y el dolor para que los responsables paguen. Pero el viernes pasado la impunidad se perpetuó, la Justicia les otorgó condenas vergonzosas de entre 6 y 15 años ¡hasta con domiciliaria! dejando bien en claro que lo que vivimos allá adentro no fue un caso aislado y que de esta forma, puede volver a pasar. Siento muchísima bronca, cuatro de ellos dormirán tranquilos con sus familias y no nos sorprendería verlos en la calle. Aquella noche nos condenaron, nos dejaron morir, ningún ser humano merece eso.

Pasaron dos años, y todavía siento como si esa noche hubiera sido ayer. Se me vienen imágenes, gritos, recuerdos terribles a la cabeza; tengo muy en claro que no fue un accidente, que Sergio Rodas, Brian Carrizo, Matías Giuletti, Carolina Guevara, Alexis Eva y Sebastián Donza pudieron evitar el fuego o reaccionar efectivamente después, porque tenían el tiempo necesario para hacerlo pero no quisieron. Yo lo vi todo y doy mi palabra: ¡no hicieron nada! El incendio comenzó a propagarse y de un momento a otro, no quedó nadie adentro, sólo los pibes que suplicábamos auxilio desesperados. Recuerdo recibir dos botellas de agua, escuchar cómo una voz decía que había un muerto, pero cuando entró el escuadrón de bomberos yo ya estaba desvanecido. A veces por la noche, cuando no puedo dormir, todavía los escucho y se me eriza la piel, se me desgarra el alma de dolor.

¿Cómo hacen para salvarse personas encerradas? En serio, piensenlo un segundo. Se prenden fuego vivos y no pueden hacer nada, los policías se fueron y ni siquiera dejaron una llave para poder abrir la celda, ni habilitaron el agua dentro, cerraron las puertas que debían estar abiertas e impidieron el trabajo de los bomberos. Quisieron lavarse las manos todo este tiempo, echando culpas para afuera, con mentiras y verdades cambiadas. El plan era claro: matar a los pibes que estaban privados de su libertad, dejar morir de la peor manera a mis amigos.

Siento mucha angustia y mucha impotencia, sí. Pero lo que me ayudó a mantenerme en pie fue la lucha de las madres y los familiares, todo ese amor y su empuje ayudaron muchísimo. Como testigo en este juicio, cada vez que me animé, me preparé y me inflé de fuerza para ir a declarar lo que viví, ellos me besaron, abrazaron y agradecieron profundamente. Eso es lo que nos permite seguir luchando, que es lo único que nos queda. Hoy grito más que nunca: ¡Justicia por los siete!

EL autor es sobreviviente de la Masacre de Pergamino y la columna fue publicada originalmente en La Garganta Poderosa

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