Todo comenzó con un llamado a la base de la DPU denunciando ruidos molestos y música alta. Por tal motivo se diagramó un operativo especial para dicho evento. Según informaron fuentes municipales a este medio, cientos de chicos, la mayoría menores, se encontraban en el patio trasero de la casa.
La dueña habría cobrado entrada y al momento de la intervención negó su identidad, además de prohibir el ingreso a los agentes y también a los padres de los jóvenes que fueron a retirarlos. Otro dato y no menor era la gran cantidad de alcohol y estupefacientes en dicha fiesta.
Lejos de estar normalizada la situación, los funcionarios y efectivos policiales fueron agredidos con insultos y piedrazos. Hubo destrozos en uno de los vehículos municipales, pero por fortuna sin heridos.
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