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Comer de la basura: una realidad que gana las calles nicoleñas

Los indicadores de pobreza e indigencia registrados por el INDEC en el aglomerado San Nicolás Villa Constitución son consecuentes con la crisis económica y social que han desatado las políticas instrumentadas por el actual gobierno nacional, derrotado ampliamente en las PASO. En esta zona son 13.107 las personas hundidas en la indigencia, lo que equivale al 5,4% del total de los hogares. Hay un escenario que no se refleja en una planilla de cálculo pero sí en las calles de nuestra ciudad: gente revolviendo la basura en busca de alimentos.

En octubre de 2016, el Presidente Mauricio Macri escribía un artículo en Diario Perfil en el cual afirmaba que “(…) Argentina tiene que dejar de ser el granero del mundo y pasar a ser el gran supermercado del mundo (…)”. Tres años después de publicarse el mencionado artículo, la Argentina se parece más a una despensa de barrio que apenas trabaja unos cuantos productos. Y que se ufana de su capacidad de producir alimentos para 400 millones de personas mientras en las calles cada vez son más los que buscan algo de comer en un cesto de basura. Esto que parecía ser una triste imagen en las grandes urbes, ahora también puede verse en las calles de San Nicolás.

La charla con comerciantes del centro de la ciudad es reveladora. Algunos afirmaron que hoy hay más cantidad de personas pidiendo dinero, comida o cartoneando. “Y a la noche revolviendo la basura”, dijo una de las personas consultadas.

Los propietarios de locales de comida aseguran ver muchos niños pidiendo, al tiempo que confirman que “hay gente que revuelve la basura. Por la noche se ve más, pero durante el día también los vemos. Es triste”, señaló Noelia, empleada de un importante negocio de comidas rápidas.

Otros lamentan el perjuicio que les ocasiona que un indigente busque comida en un contenedor: “Dejan todo sucio, revuelven y hacen un lío bárbaro. Algunos me piden lo que sobra para llevar a comedores, pero qué sé yo si es verdad”, protestó el dueño de una tradicional panadería.

Desborde

El factor común en los testimonios recogidos es que el problema está a la vista de todos: “se ven personas revolviendo basura, en ocasiones niños pero también familias enteras”, como declaró Noelia, trabajadora de un estacionamiento que funciona las 24 horas. “Los veo siempre. En los últimos tiempos se ven más personas en la calle. Cuando se cierran las persianas de los comercios es cuando más aparecen. Sin ir más lejos, ayer mismo vi una pareja con un cochecito revolviendo el cesto que ves ahí”, marcó la mujer.

Un hombre de unos 50 años revuelve la basura en León Guruciaga y Francia. Recorría las calles céntricas el pasado 9 de julio, en un desolado paisaje urbano por tratarse de un feriado nacional. En ambas oportunidades con el mismo objetivo: encontrar algo de comida.

En Urquiza y Alberdi todos los días alrededor de las 17 horas, una pareja de unos 40 años va de bolsa en bolsa con el mismo fin. No piden nada, buscan las sobras. “Trabajé muchos años como albañil y haciendo changas. Pero ahora nadie tiene trabajo para ofrecer. Con los cartones juntamos muy poco, muchas veces apenas alcanza para alimentarnos ese día, algunas personas nos ven y ayudan con lo que pueden”, contó Juan mientras caminaba a un lado de la bicicleta, junto a su compañera. Ella, que lo escuchaba atentamente, prestó su voz:

“Hace muchos años estoy en la calle. La gente te mira mal y piensa que uno está así porque quiere. Lo que no saben es que no es fácil salir”, expresó al tiempo que señaló:“Te puedo asegurar que hoy me cruzo con mucha gente nueva y me sorprende la cantidad de chicos jóvenes que hay en la calle”.

Una nueva postal

“Por primera vez veo gente revolviendo la basura. Esto me impactó muchísimo en el último tiempo, ya que San Nicolás no es una ciudad donde uno esté acostumbrado a ver estas cosas”, aseguró el Padre Matías, Director de la Casita de Don Orione. El sacerdote contó además que mucha de esa gente que revuelve bolsas de basura está acompañada por niños.

Es de público conocimiento la extrema situación que afrontan las Pymes, como la ingeniería que deben realizar los trabajadores para que el salario alcance hasta fin de mes. Pero mucho más angustiante es la situación de las personas y familias pobres e indigentes, que en número más creciente acuden a comedores barriales para asegurarse al menos un plato de comida en el día.

Tal es así, que la propia iglesia se pronunció respecto a la grave crisis que afronta el pueblo argentino: “reclamamos el al gobierno que declare de manera urgente la emergencia alimentaria y nutricional para hacer frente al severo aumento de la indigencia y la pobreza”. El pedido está en línea con la demandada formulada por varios sectores de la oposición, y fue hecho a través de un duro documento en el que los obispos consideraron que a los sectores más vulnerables “no sería suficiente la ´ayuda´ del Gobierno, para paliar las consecuencias de las políticas de ajuste permanente aplicadas hace casi cuatro años”.

Además, marca: “Exhortamos al Estado a aumentar el presupuesto destinado a comedores y a las huertas escolares, comunitarias y familiares, como así también a emprendimientos de agricultura, familiar y social”.

La caída del consumo, el frenético aumento tarifario y en consecuencia el crecimiento del valor de productos básicos impulsa la otra cara de la moneda: la miseria. Los números son personas que no tienen trabajo, lo han perdido o ya no pueden mantenerse con las changas. Son niños, jóvenes y adultos que no pueden conseguir lo esencial para sobrevivir.

El cambio

Una leche cuesta $60, un kilo de carne unos $300. El pan toca los $100. No se siente ni por esperanza ciega, medidas que vayan a virar esta situación, al contrario. Mauricio Macri, hace unos meses atrás, lanzó sin timidez: “Vamos a profundizar lo que venimos haciendo”. Fue muy claro, aunque después del ´palazo´ de las elecciones Paso busquen maquillar la ideología neoliberal que los atraviesa.

Esto es: más número de pobres, mayores números de indigencia. No es sorpresa, cuando la ecuación directa arroja también, un mayor número en los índices de inseguridad. El paisaje nicoleño cambió velozmente durante los últimos dos años. El nuevo casco céntrico, las remodeladas plazas y los parques con modernos juegos para el disfrute de los niños y las niñas de la ciudad, está a la vista. La zona puso en valor sus espacios más tradicionales y transitados. Creó nuevos encuentros donde antes había territorios ligeramente abandonados.

Ahora bien, la obra pública necesaria e indiscutible, es testigo de un compromiso municipal en la construcción. Pero, de acuerdo al eje económico nacional que decidió implementar el gobierno de la ex coalición Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, en una alianza protagónica con el Fondo Monetario Internacional, propone un horizonte muy lejano a la Pobreza Cero, muletilla que utilizaron para llegar al gobierno, entre otras.

En números

De acuerdo a los datos del Indec para el segundo semestre del 2018, la Indigencia alcanza al 7% de las personas y 5,4% de los hogares en esta zona. Ello implica 13.107 personas y 3.425 hogares indigentes. El número, opuesto a la pobreza cero, va en considerable aumento: fue de 6,1% para personas y 4,4% de hogares en el primer semestre de 2018. Es decir, 11.313 personas y 2.828 hogares fueron contabilizados como indigentes. Más de 1794 nuevas personas en la indigencia en solo un período contable.

La pobreza no percibe un panorama distinto. Para el primer semestre del 2018 alcanzó un 28.1% de las personas y el 19.1% de los hogares. En términos nominales, hubo 52.511 miles de personas pobres y 12.106 hogares en la pobreza.

El incremento, sí que es un sello distintivo de este gobierno, para el segundo semestre del 2018 trepó a 33.1% de personas (62.125) y 23.4% (14.949) de hogares pobres. La diferencia data de 9.614 personas que cayeron bajo la línea de la pobreza para el aglomerado Villa Constitución-San Nicolás, entre 2018 y 2019. Estrepitoso.

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