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Condenaron a uno de los autores del robo al Bingo

A las 7:35 horas del 16 de enero del 2017, un hombre de mediana edad -vestido con una chomba roja con el logo de una pica blanca de poker y un pantalón de vestir negro- pulsó el portero electrónico de una de las puertas del Bingo Zárate, nadie sospechó que ese sujeto, que mostraba su cara y que simulaba ser personal técnico del lugar, era en realidad Rubén Eduardo Colombini, una figura clave en el millonario robo a la casa de juegos de azar.

El Bingo Zárate pertenece a la firma Star Game S.A; se encuentra ubicado en Lavalle 1420 y a diario recibe a cientos de personas que acuden allí en busca de una actividad de esparcimiento. A las 6 de la mañana, el establecimiento cierra sus puertas y, algunas horas más tarde, las vuelve a abrir a la espera de nuevos clientes. Por supuesto, un golpe de ese calibre requería de escudriñar minuciosamente la dinámica y el funcionamiento del lugar, el comportamiento del personal y, desde ya, conocer de antemano cuál sería el botín a buscar.

Por eso, a los delincuentes no se les escapó casi ningún detalle. Con la colaboración de un contacto local, que según fuentes consultadas de la investigación encabezada por la Dra. Andrea Palacios de la UFI Nro.7, habría aportado información luego de realizar numerosas visitas a la sala de juegos, los sujetos pergueñaron un plan.

Algunos segundos antes de la hora mencionada, Colombini bajó de un automóvil BMW -luego se supo que era un vehículo mellizo- que había sido estacionado en la dársena colocada frente a la puerta principal del bingo, aún cerrada; a pocos metros de esa puerta, existe otro ingreso, de dimensiones más pequeñas, que cuenta con una cámara de seguridad, que solo puede abrirse desde adentro y que conduce a un área de oficinas.

Colombini caminó sin titubeo, se anunció y, como su vestuario no desentonaba con el resto de los empleados, pudo oír cómo se destrabó el acceso: La primera fase estaba completada.
Poco le importó que días más tarde, su cara apareciera en los medios masivos de comunicación a través del registro de las cámaras de filmación. De inmediato, se dirigió al lugar donde se encontraba la persona encargada de la seguridad de la puerta, extrajo un arma de fuego y lo redujo acompañando la escena con amenazas. “No toques nada”, fueron las palabras que dijo, según narran las versiones del hecho.

El resto de los detalles, podrían conformar el guión de un éxito taquillero hollywoodense. Tal como describen las crónicas de aquel dia, Colombini le exigió al empleado que lo acompañe hasta la misma puerta por la que había ingresado, para que otras dos personas, que también habían llegado en el mismo automóvil, ingresaran al local.
Se trata de dos hombres, que ocultaron su identidad con pasamontañas. Uno de ellos, con chaleco antibalas policial, el otro, vestía un elegante traje oscuro y portaba un bolso deportivo.

Antes de subir a la planta alta, Colombini se colocó también una capucha negra y los cuatro subieron las escaleras hasta el primer piso. El falso trabajador del bingo, era el encargado de trasladar al hombre de seguridad, quien se encontraba completamente anulado en su accionar, fundamentalmente, porque el arma del delincuente apoyaba su cañón sobre el lado derecho de su abdomen.

Como si estuviera siguiendo un abstracto libreto delincuencial, los ladrones interpretaron que llegaba el momento de demostrar que las cosas iban en serio; por eso, el hombre del traje tomó al seguridad y tras apuntarle con un arma, le efectuó un duro golpe en la cabeza. Ese, sería el aviso del comienzo de la etapa final.

Los malvivientes se dirigieron hacia una de las oficinas, donde tres empleadas se encontraban realizando el recuento del dinero: la suma, tal como esperaban, no era poca, pues acumulaba parte de la recaudación del fin de semana.
Tras reducir a las mujeres, cargaron cerca de $4.120.000 pesos en seis carritos de supermercado y en el bolso deportivo con el que ingresaron, además de tickets y otros elementos sustraídos. Descendieron aproximadamente una docena de escalones hacia la planta baja, subieron al BMW y desaparecieron del lugar.

Un reloj fue clave en la investigación

El caso tomó relevancia nacional y la imagen en primer plano de Rubén Colombini se repitió numerosas veces en los programas informativos del primetime. Así, gracias al implacable trabajo de la fiscalía, que reunió distintos testimonios y material probatorio, se pudo relacionar al único sospechoso identificado, con el robo a una sucursal del Banco Patagonia ocurrido años atrás en Martínez. Por ese hecho, Colombini fue detenido y cumplió condena.
La divulgación de los rasgos de Colombini, llegaron hasta una persona que logró identificarlo y brindar aportes a la investigación sobre su domicilio.

De inmediato, bajo las órdenes de la Dra. Palacios, el personal policial de la Dirección Departamental de Investigaciones, montó un sigiloso operativo en la localidad de Villa Adelina, donde los uniformados irrumpieron en la finca señalada. La cautela fue clave para el allanamiento, ya que el sospechoso contaba con un radio con frecuencia policial, lo que le proporcionaba información para anticiparse al accionar de las fuerzas. En este caso, de poco le sirvieron esas herramientas.

Durante su captura, ocurrida el 6 de octubre del 2017, los investigadores también secuestraron cartuchos de arma de fuego, el mencionado dispositivo de comunicación y, entre otras cosas, un reloj.

Aunque parezca irrelevante, este último objeto cumplió un rol determinante dentro de los elementos probatorios para inculpar al sospechoso. Se trata de un accesorio con particulares características morfológicas, que coincidían plenamente con el que portaba el hombre que había ingresado al bingo a cara descubierta.

De esta manera, en el marco de la IPP 261-17, Colombini fue detenido y puesto a disposición de la Justicia; luego de un juicio oral en su contra, que llevó a cabo el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2 de Campana este año, a cargo del juez Dr. Daniel Rópolo, y con la participación del fiscal de Juicio, Dr. Martín Zocca, el imputado recibió en septiembre pasado, la condena a 10 años y 6 meses de prisión, accesorias legales y costas del proceso, tras ser encontrado penalmente responsable del delito de Robo Calificado por el uso de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no se tiene por acreditada, por la utilización de arma impropia y por haberse cometido en lugar poblado y en banda.

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