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El nuevo día del cineasta pergaminense que volvió: Cristian Tapia Marchiori

Luego de su paso por Colombia, donde trabajó en un biofilm que recupera la vida y obra de Facundo Cabral, le contó detalles a PRIMERA PLANA de los proyectos actuales, los futuros, su visión de la vida y su idilio con Pergamino

“Voy a contar mucho, que es algo que no suelo hacer”, dijo Cristian Tapia Marchiori, sentado cómoda y extrañamente en la mesa de un bar cualquiera de la ciudad. No se afianza de frente a la mesa, aunque por momentos sí usa esa posición. De pronto, su espalda se asienta en el cristal que da a la calle y paralelo a la mesa, deja que su mirada se pierda allá, en la pared del fondo, allí escritas las respuestas a las preguntas que casi no se esbozan.

“Voy a contar mucho, que es algo que no suelo hacer”, repite con su sonrisa de niño que juega a que todo esto es eso, un juego, que le gusta jugar mientras da sorbitos a un licuado de frutillas, que le devuelve las energías que se dispersan en una tarde densa de febrero. “No lo suelo hacer porque me gusta contar cuando todo esté más armado, más bonito y de esa manera hablan los hechos”, refrenda este cineasta que es pergaminense sobretodo por decisión y por constancia.

Cristian Tapia Marchiori, autor y director de “La noche más fría”, volvió a Pergamino una vez más. Esa ópera prima ya tiene su propio vuelo. Y él también.

A mediados de 2019 estaba en Ecuador, como jefe del equipo de dirección de algún film y casi sin solución de continuidad apareció por Colombia, en otro rodaje de gran producción, película que había surgido cuando aún estaba latente su trabajo en Capital, que se había filmado justo después de aquella campaña publicitaria que lo tuvo como director.

Cristian estaba otra vez en Pergamino. O casi, porque después de tantas vueltas se subió a su moto para seguir viajando y a la vez escribiendo en Córdoba y de allí el destino lo llevó a Mar del Plata a vivir una experiencia renovadora, para luego estar otra vez aquí en su casa escribiendo a destajo, compulsiva y maratónicamente, junto a sus amigos Sergio Podeley, gran actor argentino y Bruno Tignanelli, director y escritor de teatro.                

Con ellos piensa un proyecto nuevo, una serie que aspira a dirigir. Pero además se reserva energías para también “cranear” otra serie más personal.

Bien nuestro

Vive donde hay oportunidades, radica en Capital Federal, pero es de Pergamino. Buenos Aires, porque es allí donde pasa todo, según el mismísimo cinéfilo Axel Kuschevatzky, donde la industria del cine manejaba hace no muchos años el 10 por ciento de la economía de Capital Federal. Pero a pesar de esas incertidumbres está claro su esencia pergaminense: “Pergamino me gusta. Yo no tengo familia de sangre aquí pero sí tengo hermanos de corazón, gente que yo elegí, cuatro o cinco personas a las que extraño como si fueran mi familia cuando no estoy en Argentina o en Capital. Me gusta mucho estar con esa gente, me gusta caminar por Pergamino, me gusta el pergaminense, me gusta la gente a la que le gusta ser de Pergamino” dice entusiasmado, otra vez con esa cara de niño feliz.

“Me parece muy bonito eso, yo camino por la ciudad de mañana, de tarde, de noche o a la madrugada, salgo con Helena mi perra divina. Y me cruzo con gente a la que le gusta saludar, intercambiar, eso me atrae mucho de Pergamino. Mi mamá y mi papá están en Córdoba, mi hermano en Capital y yo estoy acá. Los domingos ceno con mi padrino Miguel Flores y su pareja Blanca Fuentes, que no es familia de sangre, es alguien a quien yo elijo ver y al que quiero mucho; o por ahí estoy acá y me encuentro con Raúl Scaglia, Ale López Hiriart, Fernando Morais o también Matías Arias son estos 4 grandes hermanos que he elegido, que junto con Helena son algo que extraño mucho. Obvio que también hay otros muchísimos seres que también extraño cuando no estoy en Pergamino. Pero no vamos a nombrar a todes!. En Navidad la paso con mi familia, pero para Año Nuevo estoy en Pergamino, es re-loco”, remarca en el diálogo con PRIMERA PLANA.

Y a Pergamino lo cuenta en un todo de su vida. De la misma manera que a la hora de rodar su primera película eligió a la ciudad “como escenografía”, después de su periplo de moto y creación terminó en Mar del Plata construyendo viviendas de bajo impacto ambiental, una experiencia que sin dudas lo marcó a punto tal de organizar a futuro una serie de acontecimientos, que tendrán como corolario la bioconstrucción de su propia casa aquí.

Sin dudas esa idea no está aislada de todo un desarrollo de su forma de entender la vida: “Necesitamos hacer un cambio espiritual, radical en cuanto a lo que estamos haciendo sino vamos a perder un planeta precioso y nuestras vidas. El veganismo, una conciencia espiritual, todo sano, nada impuesto ni violento, la bioconstrucción, la agroecología son caminos nuevos y los únicos que nos van a permitir dejarle algo a nuestros hijes”.

Experiencia Cabral

La charla vuelve hacia el cine, pero como en una película de sutiles mensajes, los sinuosos caminos del ser y el séptimo arte danzan entrelazados, como por arte de magia.

Cristian Tapia Marchiori, durante 2019 fue jefe del equipo de dirección de “Camino de Libertad”, una película y documental biográfico rodado de manera extraña por la productora colombiana 1996 Films.                              

Ramier Ayala es su autor y productor. Fue amigo del cantautor argentino Facundo Cabral, quien prestó su colaboración y aprobación para concretar esta obra, que propone un mensaje esperanzador, a partir de una vida plagada de contingencias y hechos realmente “de película”.

El film inició su rodaje después de muchos años de escritura en julio del año pasado. Cuenta con un elenco de más de 500 extras y 35 actores, entre los que destacan Víctor Laplace, como protagonista; Mía Maestro, como co-protagonista y otros destacados como Humberto Dorado, Marco Caponni y Damián Alcázar.

Esta obra de gran despliegue conlleva una producción costosa e imponente y además cuenta con particularidades, como la grabación por bloques y no de principio a fin como es habitual, modalidad que ha generado también ciertas polémicas en Colombia.

No obstante, el proyecto sabe avanzar y no podrá apreciarse en su totalidad hasta tanto el resto de los bloques no se lleven a cabo. En esta mega producción, Tapia Marchiori fue seleccionado para una labor compleja y demandante pues es quien organiza en la previa la totalidad del rodaje, o como en este caso, el bloque. Define labores con el elenco, determina los días necesarios para la realización, es el vínculo directo, entre los responsables de las distintas áreas y naturalmente comparte visiones básicas con quien dirige.

Durante las jornadas de filmación es “el hombre del reloj”: organiza a la totalidad de la gente que está trabajando en cada área con la idea de optimizar al máximo el tiempo y en definitiva los recursos humanos y económicos.

“Yo justo venía de una película en Ecuador, el mismo día que la terminé me confirmaron lo de Colombia para iniciar al día siguiente. Una locura, porque yo venía de dirigir una campaña de publicidad; más una película en Buenos Aires; y sin frenar Ecuador trabajando hasta en el vuelo; y lo de Colombia después. Lo único que pude pedir fue volar un día más tarde para poder trabajar desde mi casa en Quito porque sentía que me iba a hacer daño toda la situación. No obstante salió todo muy bien, hicimos una hermosa previa donde conocí a gente de Colombia (de Bogotá y Cali), de México, de Venezuela, todos los jefes de área, etc. Mi vínculo con el film surgió previamente una directora argentina quería que yo fuera jefe de su equipo y por una cuestión de fechas, a la hora de rodar no pudo estar, así que lo dirigió un bogotano muy bueno” dijo Tapia Marchiori a PRIMERA PLANA, ahora más relajado tras el final de esas labores en una película que parece ficcionada, aunque no hace más que enumerar una serie de hechos vividos por Facundo Cabral, quien tuvo una vida repleta de extrañas situaciones que lo convirtieron en un mito, en un hombre de paz y esperanza.

“La peli es una biografía de una vida increíble. Destaco muy poquitos hechos como ejemplo: Facundo nace en La Plata, en la mansión del Coronel Cabral, él era su hijo. El coronel pidió de alguna forma que él no nazca pero su madre se negó y la echaron de la casa. Así emigra la mujer embarazada y sus muchos hijos hacia Ushuaia, algunos hermanos mueren en el camino y él logra nacer. Es inimaginable todo lo que tuvo que pasar esa mujer y esa familia que vagabundeó durante algunos años, pasando hambre, frío. Esa mujer fue la total inspiración. Cabral conoció gente increíble, pero su máxima inspiración era su madre”, contó Cristian, para luego seguir detallando momentos determinantes, como cuando en el sur escuchó hablar que en Buenos Aires había un presidente de los pobres que se llamaba Perón. Así con no más de 7 u 8 años, Cabral partió solo en su búsqueda. Llegó justo en el momento en que Perón y Evita se paseaban en un desfile ante una multitud, el pequeño Cabral se coló entre la gente y pese al trabajo de la seguridad estuvo cara a cara con Perón y le dijo “quiero trabajo, dicen que usted tiene trabajo”. De allí la conocida frase de Perón “con gente así se arregla el país, por fin alguien que pide trabajo y no limosna”.

Así su madre consiguió trabajo en Tandil e inició el lento retorno de Cabral hacia el eje del país, y también el lento deshacer de una mala vida que con muy poca edad ya lo había llevado hasta a la cárcel.

Cristian también remarcó aquella situación en la que ya como cantautor se exilió en Uruguay en época de dictadura, se ganaba la vida tocando y una noche improvisando hizo “No soy de aquí ni soy de allá”. Se encontraba en ese momento en estado de ebriedad y al día siguiente no recordaba esa canción que ahora mucha gente le elogiaba. Fortuitamente, alguien había grabado aquella noche y así Cabral pudo reencontrarse con esa pieza que lo llevó sin dudas al estrellato.

“El guión recorre toda la vida, de niño a grande, hasta su muerte inclusive, de hecho filmamos el bloque en el que Cabral ya es un hombre mayor. Tengo infinidad de anécdotas, en una escena que era un show en un teatro con 500 extras, Víctor Laplace me llama y veo que le temblaban las manos cuando estábamos en el escenario, y me dice ‘el escenario me provoca esto’, una eminencia como él, compartiendo ese momento tan íntimo para un actor, fue una experiencia increíble”, destacó Tapia Marchiori y otra vez esa cara de niño feliz se dibujó en su rostro al momento en que ya su imaginación traía sobre la mesa otro sin número de jugosas vivencias.

-¿Qué te aportó haber sido parte de un film que intenta traernos a una figura tan fuerte como la de Cabral?

- Muchísimo, no voy a decir que cambió mi manera de ver mi carrera, pero sí hizo que vea los trabajos desde otra perspectiva, es imposible encontrarte con amigos de Cabral, visitar los lugares en los que estuvo, escuchar sus canciones, o que lo investigues un poco, que conozcas lo que dijo, que sueñes, que te obsesiones con él y que no te genere un cambio.

A nivel espiritual es un montón, pero como se trataba de alguien que vino a traer una enseñanza creo que crecí el triple. Hay muchas frases de él que de tanto conversarlas me han quedado grabadas y caen en otros momentos en situaciones particulares. Él decía que uno tiene que estar en calma que acá el que se está moviendo siempre es el mundo, no uno. Es algo muy bonito y me lo digo muy seguido. Recuerdo que con mi ayudante que era ecuatoriano escuchábamos siempre “Este es el nuevo día” que él decía que la escuchaba en cada amanecer. Siempre fui un tipo muy espiritual, me despierto digo gracias a esta casa, a esta cama, a este cuerpo físico que me está llevando hoy en esta encarnación, gracias a que está todo sano, a los afectos, soy un tipo afortunado y si puedo hago meditación y éste agradecimiento aún más profundamente. Eso lo hago siempre, pero cuando salgo a hacer las actividades del día durante mucho tiempo he escuchado esa canción que nos dice que es un nuevo día para empezar de nuevo. Ya hablando de cuestiones más espirituales Sesha habla de un eterno presente, y eso es una posibilidad constante de generar un cambio. Hay que tener las posibilidades, tener las fuerzas, las ganas y el contexto; pero todo momento es un momento para iniciar un cambio positivo y no es una especie de autoayuda barata, nosotros hoy estamos acá hablando de estas cosas buenas, pero podríamos estar en la misma situación hablando de cosas realmente malas, de todas las cosas malas que pasan todo el tiempo. Si tratamos de no ignorar esto feo, pero sí conectar con las cosas positivas, bueno por ahí podemos hacer algo bueno.

En una eternidad siempre se puede empezar de nuevo

Como lo dice la letra de la canción de Cabral, que tanto marca el presente de Cristian Tapia Marchiori, cada día es una posibilidad. Y vaya que este joven supo aprovechar y cultivar esa forma.

La charla con el cineasta derivó en tantísimas otras cuestiones que van -como él- de un lado a otro. Volver de Colombia no fue más que un empezar de nuevo y en esa línea se mostró “muy feliz trabajando de Asistente de Dirección, me han llegado propuestas muy lindas de directoras y directores que yo admiraba, sobre todo por mi papá que es un tipo que miraba mucho cine, por ejemplo en YouTube ponía una peli y las miraba dos, o tres veces en el mismo día. Directores que he admirado me han llamado, ‘quiero que seas el jefe del equipo de dirección de mi película” es como guau! Porque para ese rol soy muy joven, y todo eso me llega porque fui apadrinado por uno de los mejores en ese puesto en Argentina que es Aldo Romero. Trabajó con los mejores siempre y me enseñó y me heredó todo, estoy muy contento con esas posibilidades de trabajo que me llenan y me enriquecen un montón” explicó.

Pero volviendo a su breve estancia por Pergamino, también adelantó que junto a Bruno Tignanelli están escribiendo una película que cuenta la historia de una chica trans que se reencuentra con su familia. Pero además también escribe otras dos películas más de las cuales ya tiene una primera versión terminada: “Estoy produciendo mucho. Hoy justamente hablaba con Víctor Laplace, que es un hermoso ser, un gran amigo, está escribiendo mucho y compartimos muchas cosas. Conversábamos sobre esto de no entender porqué si es por el verano o por una etapa de la vida, pero estamos re productivos y estamos muy felices con eso. Ahora se me abrió una posibilidad de trabajar fuera del país, como consecuencia de los viajes de 2019. Es muy bonito tener esa posibilidad, enriquece un montón y estás en contacto con gente que hace lo que vos hacés. Así que eso está ahí dando vueltas y estoy viendo qué hacer si me quedo o me voy o cuándo vuelvo, porque como digo siempre, de momento mi casa está en Pergamino que es el lugar en el que está la gente que yo quiero mucho”.

- ¿Cómo es escribir y dirigir y qué te pasó a partir del nacimiento de “La noche más fría”?

- Una peli es el hije de muchas personas. Vos escribís un guión, luego lo soltás a la mano de otros artistas que lo van a interpretar, y por ahí se te van a plantar en algo que vos estuviste durante años visualizando de una manera; y el otro te dice me encanta todo lo que decís pero no está bien. Mejor va a ser si lo hacemos así. El cine, que es el séptimo arte, es colectivo y vos entregás lo tuyo para que otros pongan lo mejor de sí siempre apuntando a que el que dirige tenga lo que quiere conseguir.

Pero vienen con otras miradas, y es bonito. No es fácil el equilibrio, pero siempre digo que hay que saber elegir a la gente para esos procesos. Con mucho respeto siempre digo que hacer una película es como  ir a  al guerra y para eso tenés que elegir muy bien a quién tenés al lado en la trinchera. Es una situación de tensión constante, de nervios, de falta de plata, de muchas cosas en el medio donde somos todos seres muy pasionales y de repente vos estás contando la historia de alguien que conocés y que se murió, y de pronto viene alguien y te dice ‘no podés contar esa escena’. Me duele, no como escena, sino porque me quita el recuerdo interior que me posibilitó a mí escribir esa historia. En ese punto debo decir que ese proceso de selección es muy bonito, es un trabajo arduo que yo aprendí de mi padre profesional que es Aldo Romero, me enseñó mucho, tanto él como Sabrina Farji que fue mi profesora de guión junto a Ramiro San Honorio. Sabrina me dio trabajo en todas sus películas. Es una mujer con la que aprendí un montón, yo soy el jefe de Dirección de sus películas. Un lugar que heredé también gracias a Aldo, él era quien hacía sus pelis así que cuando él decide retirarse me recomienda a mí y ahí inicié un camino con Sabrina y con otros directores y directoras.

- Hablas de Aldo como padre profesional, debe haber marcado mucho tu vida.

- Sin dudas. Con Aldo hacíamos el ejercicio ese de saber leer qué persona podría desempeñar cada rol. Y él era un jefe que se tomaba el tiempo de enseñar. En un equipo tenés al primer ayudante, segundo ayudante, tercer ayudante, continuista, técnico,  y un aprendiz. Aldo se tomaba el tiempo de enseñar después de muchas horas de trabajo, de tensiones. Y aprendí mucho con él a cómo funciona un set por completo y me enseñó a armar equipos de trabajo. Por ello ahora que lo pienso, a los aprendices les dedico el tiempo, planificamos y les digo ‘yo lo hago, esa es mi tarea, pero si querés hacelo vos y al final del día me lo das y yo te lo corrijo’, esa también fue su enseñanza.

- Hablas del cine, hablás de vos y es como algo natural el entreteje entre ambos. ¿Fue siempre así o hubo un momento de quiebre?

- La primera vez que vi un set de filmación era para un video de Los Pericos. Yo estaba estudiando Derecho libre, había terminado las materias del primer año antes que termine el año, siempre fui muy disciplinado para esas cuestiones. Llegué ví todo eso y dije “yo pertenezco a acá, yo no estoy en este mundo para perder el tiempo en otra cosa”.

Para mí venimos a este plano físico a desarrollarnos, no venimos a pasar la vida sin preguntarnos qué hacemos, qué somos, qué tenemos para dejarle a alguien, la vida es una experiencia trascendental, pensamos la cantidad de células, de cosas que se movilizan para que yo esté acá como Cristian, en éste cuerpo, y que desperdicie todo eso para ir a un trabajo que no me gusta, a compartir con gente que no tengo empatía espiritual o emocional, a generar dinero para comprar cosas que parece que necesito pero en realidad no necesito tanto, a juntar plata para irme de vacaciones y olvidarme de lo que hago durante 11 meses. Me parece un desperdicio total a un regalo tan preciado que les han dado a nuestras almas, a nuestros verdaderos seres y que es la vida. No creo que nosotros seamos sólo materia, en las 5 vías de Santo Tomás de Aquino, en el Origen de la Materia él sostiene que el principio de la materia es energía. Somos Dios, olvidémonos del catolicismo que es una institución que le hizo mucho daño al mundo, llamémosle Dios, Universo, energía, voy a que algo hay. Yo estaba en la Universidad, pero quería estudiar guión, quería estudiar cine y económicamente no podía, pero quería estar ser parte de ese mundo, no quería tener un trabajo de abogado, respeto mucho a quién sí lo hace pero no era lo mío.

Por eso me jugué por lo que sí, no comía siempre, me alojaba en casas de amigos, comer era carísimo en Capital, recuerdo que Sabrina Farji no se daba cuenta, pero muchas veces me ha invitado a comer porque le daba pena que me volviera tan tarde. Entonces me invitaba, de ahí me iba en bondi a Liniers para volver directo a Pergamino con descuento de estudiantes porque sino no me alcanzaba la plata.  Bajaba del cole en el cruce y de ahí iba pateando hasta mi casa escuchando la clase que había recibido, y te aseguro que en ese momento no había en el mundo una persona tan feliz como yo caminando congelado en pleno invierno desde el Cruce hasta mi casa. Venimos a eso, sin hacerle daño a nadie, venimos a realizarnos, ese el fin máximo y para mí también es ese el fin del arte, es una gran fuente de transmutación donde uno puede canalizar cosas que no puede procesar y las manifiesta en algo positivo a través del arte, y a través de ese proceso uno crece y se desarrolla espiritualmente, sino es como que no somos nada, no tiene mucho sentido.

“Y esto es tan cierto como que el paraíso no está perdido sino olvidado. este es un nuevo día, para empezar de nuevo, para buscar al ángel que me crece los sueños”, dice Facundo Cabral y exclama “perdona hermano que yo no entienda que no seas feliz en tan bello planeta, que hayas hecho un cementerio de esta tierra que es una fiesta”. Cristian Tapia Marchiori sabe elegir a la gente que conforma el entorno que le posibilita compartir, modificar y ser feliz. Cabral, evidentemente también.

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