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El papá pergaminense que se fue corriendo hasta San Nicolás para agradecer la recuperación de su hijo, que salvó su vida de milagro

Daniel Aguilar es el padre de Dante, el pequeño de 2 años que sufrió un gravísimo accidente en un jardín maternal de la zona céntrica, en noviembre del año pasado y cumplió su promesa de llegar hasta la Virgen del Rosario, acompañado por el Hernán García Running Team

Fueron 96 días los que transcurrieron para que la promesa de Daniel Aguilar se transformara en realidad. Para que mucha de la angustia que se acumuló terminara de canalizarse y fluyera en una mezcla de lágrimas de desahogo y emoción.

El 11 de noviembre del año pasado, casualmente un día antes que cumpliera años, su hijo Dante, debido a una negligencia de un jardín maternal del centro de la ciudad, sufrió un gravísimo accidente. Una cama cucheta desarmada y embalada con cartones golpeó en la cabeza del niño, que en ese momento hacía 6 meses había cumplido 2 años. Fueron horas dramáticas y de mucha incertidumbre.

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15 de febrero de 2020. 5:00 hs. Todavía no amaneció, pero el sol ya salió para la familia Aguilar. Papá Daniel se prepara para ir corriendo hasta San Nicolás a agradecerle a la Virgen del Rosario por la recuperación del pequeño Dante.

Al periplo que iba a comenzar en soledad se le sumaron algunos compañeros del Hernán García Running Team -el grupo de corredores del cual Daniel forma parte- y enseguida se agregaron otros. Después más y así hasta conformar un equipo que tomó cada pueblo que está a la vera de la Ruta Nacional Nº 188 como una etapa diferente.

Ese grupo se fue rotando. Algunos corriendo y otros en bicicleta. Pero Daniel no retrocedió ni un paso. Algunos acompañaron a este papá hasta un destino y otros se sumaron a mitad de camino, pero él siempre se mantuvo firme y cuando las piernas dejaron de responder, por el cansancio, por el sol que ya agobiaba y por el calor que se hacía cada vez más insoportable, el trote fue menguando hasta volverse una caminata rápida, pero nunca detuvo la marcha, como Dante jamás abandonó su lucha. Su hijo era el ejemplo a seguir. Porque de ellos los padres también aprenden.

Ya en la recta final hacia el Santuario, el dolor se volvió casi intolerable y las lágrimas empezaron a brotar en Daniel, un papá agradecido y en todo el grupo que nunca lo dejó solo. El grito de agradecimiento mirando al cielo y a sus compañeros no demoró en estallar y todos se fundieron en un abrazo, que fue una explosión unánime de coraje, amor y fe.

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