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El solidario y militante Raúl Borrás, marca registrada de la UCR

Repasa su juventud en la ciudad, en un contexto familiar cargado de política: “Pergamino para mi sigue siendo un todo; es difícil decantarme por algún lugar en especial”

Raúl Borrás, también conocido como “Raulito, para diferenciarlo de su padre, el “gran Raúl”, “mano derecha” de Raúl Ricardo Alfonsín y gestor del espacio que lo llevó a la presidencia de la Nación en 1983.

Siempre recordado en mesas de lúcido debate político, hoy sigue desarrollando su actividad militante como convencional de la Unión Cívica Radical (UCR) y con ideas siempre claras y coherentes.

-¿Qué recuerdos quedan de tu infancia y adolescencia en Pergamino?

- Muchos y muy vívidos. Es notable como se fijan en la memoria los recuerdos de esa etapa de nuestras vidas. Y en Pergamino, en las décadas del 60 y 70, era difícil que un pibe de primaria o un adolescente la pasara mal. Y yo la pasaba bien, hice la primaria en la Escuela 2 y el secundario en el Nacional disfrutando de una libertad notable para chicos de esa edad. Era volver de la escuela, comer y agarrar la bicicleta o quedarme leyendo y, en el secundario, más o menos lo mismo, sólo que en vez de bicicleta era ir a Capote y pasarnos buena parte de la tarde arreglando el mundo. También tengo grandes recuerdos de los profesores del Nacional, aprendí mucho. Cuando leo las ediciones digitales de algunos diarios importantes de Buenos Aires, y veo los crímenes de ortografía y sintaxis que suelen cometer, digo estos no tuvieron a la flaca Ricardo Martínez en Castellano de primero y segundo. O el doctor Ruiz López en Anatomía y Fisiología, Oscar Pico en Física, Rosa Tassarolo en Química, Raquel Viglierchio en Filosofía o Susana Sharry en Literatura. Fue una extraordinaria etapa de mi vida aquella, en el Colegio Nacional. Me divertí, aprendí e hice muchos amigos que aún conservo.

 

- Sin lugar a dudas, de esa época, surge la presencia de tu padre, gestor del movimiento alfonsinista que logró el retorno de la democracia ¿Cómo fue vivir en familia en ese momento?

- La nuestra era, y sigue siendo, una familia muy vinculada a la política, así que se la vivía con total naturalidad. Imaginate que a los tres años tu tío es intendente del pueblo, otro tío presidente de la República, que a los 9 se te aparece un primo por la casa escapándose de la policía que disolvía una manifestación a palos, que tu casa era lugar de reunión medio clandestino en épocas de prohibición de la actividad política... esa era nuestra normalidad. Que vas a pensar que tiene algo de extraordinario que tu padre sea subsecretario de Agricultura o Diputado Nacional... lo teníamos muy naturalizado. A pesar de eso, el golpe del 76 fue distinto. Ahí sí, no puedo decirte que sintiera miedo, pero con 16 años ya era perfectamente consciente de los riesgos de la situación. Tuvimos que esconder libros, mi viejo andaba durmiendo en distintos lugares, amigos detenidos, al poco tiempo el secuestro de Hipólito Solari Yrigoyen y de Mario Amaya, muy amigo del viejo y que había estado escondido unos días en Pergamino. Su posterior muerte... Pero a pesar de todo, prevalecía, aunque parezca mentira, cierta sensación de "normalidad". Eso era la Argentina de los desencuentros y la violencia política y yo casi no había conocido otra cosa.

 

-¿Qué recuerdos tenés de militancia en Pergamino?

- También muchos. Te diría que el primero es una salida a pintar paredes para una elección interna, debía ser 1972, con cal pintamos Alfonsín presidente en un paredón de Boulevard Alsina casi llegando a la 188, creo que era la vieja concesionaria de Sinelli. Estaba en séptimo grado. Al año siguiente entré al Nacional y fue un período de gran efervescencia. Se formó el centro de estudiantes y yo fui elegido como uno de los delegados por primero y segundo año. No éramos muchos los radicales. Esa fue otra gran escuela de democracia y convivencia. Estaba representada la Juventud Peronista, la Federación Juvenil Comunista, nosotros de la Juventud Radical, trotskistas, desarrollistas, discutíamos mucho y éramos muy amigos. Pensábamos diferente pero las relaciones personales no se quebraban, al contrario. También teníamos un espacio de actividad que fue TEA. Me tocó presidirla en el 76 y el 77, al inicio del proceso. Un ejercicio irremplazable de formación, democracia y tolerancia que te acompaña por el resto de la vida.

 

- Si tuvieras que elegir tres lugares de la ciudad a los que querrías volver ¿Cuáles serían y por qué?

- Tres lugares... no sé... yo he seguido volviendo a Pergamino con alguna frecuencia por razones familiares, reuniones políticas, algún tema comercial, así que, a pesar de no vivir permanentemente, desde que me fui a estudiar, no tengo la sensación de haberme ido de forma definitiva. Fijate que hasta hace unos años todavía viajaba a cortarme el pelo a lo de Héctor Sabattini, algunos de esos lugares ya no existen, como los bares en los que nos reuníamos o los cines de calle San Nicolás. Y a los sitios más familiares cada tanto he vuelto de visita. En noviembre pasado estuve en la quinta de Illia, para una reunión de los descendientes de mi bisabuelo Martín, la verdadera Ilíada, ese es uno de los lugares, ves, ahí pasábamos Nochebuena. Pero Pergamino para mi sigue siendo un todo; es difícil decantarme por algún lugar en especial.

 

- ¿Cómo ves a la UCR y su alianza en estas elecciones? ¿Qué esperas del Partido?

- Espero que el radicalismo recupere su vocación popular y democrática y haga el aporte que se espera para la unión de los argentinos. La Unión Cívica Radical nació como la defensa de la causa de los desposeídos y eso es importante de recordar para saber de qué lado pararse. Existe hoy un clima de época que parece instalarse de la mano de algunos medios de comunicación, que pretenden reeditar las antinomias que fracturaron a la sociedad e impidieron el desarrollo nacional durante mucho tiempo. Y de la mano de ese clima de época, aparecen muchos conservadores, neoliberales que creen ser radicales pero son antiperonistas nomás. O ni siquiera. En muchos casos ignoran totalmente lo que son. Así que lo que espero es que el radicalismo tenga como foco de sus prioridades, como lo tuvo siempre, la unión y la felicidad de los argentinos, no los balances de los que hacen negocios a expensas del patrimonio público. Una agenda propia, nacional, no repetir como loros zonceras para quedar bien y que te den algún segundo por cable o algún centímetro en diarios. Parece difícil hoy, pero hay que mantener la esperanza viva y eso se logra con posiciones claras y militancia.

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