• nubes
    16° 25 de Abril de 2024
crisis-pandemiajpg

En plena pandemia, cuatro mil familias subsisten gracias a las ferias populares

Son siete puntos de la ciudad que, tras reorganizarse y armar protocolos, pudieron volver funcionar para "conseguir la moneda".

Estuvieron sin salir a las ferias los tres meses que van del 20 de marzo al 20 de junio. Organizaron protocolos y medidas de distanciamiento. Volvieron y vendieron la mercadería que habían comprado en la previa a la pandemia de coronavirus, pero cuando quisieron reponerla no alcanzaba. Vendieron objetos usados y cuanto encontraron para “conseguir la moneda”, como lo sintetiza Mari, una referente de las siete ferias populares históricas de la periferia rosarina. Espacios que supieron ser masivos y que tuvieron que adaptarse a los tiempos del Covid-19, pero que aun así representan el sustento de unos 4 mil feriantes y sus grupos familiares de acuerdo a los registros de la Dirección de Economía Popular de la Municipalidad, aunque los puesteros dicen que podrían llegar hasta los 5 mil. Si bien hay sectores más ordenados y con más cuidados en el marco de la pandemia, también son una imagen de las necesidades extremas que atraviesan muchas familias que tiran una manta al lado de la basura _que no escasea_ y venden lo que hay en su casa.

Algunas más viejas, otras más nuevas y, en algunos casos, desprendimientos de las originales, las ferias populares fueron creciendo en las márgenes de la ciudad, lo hicieron en forma caótica en muchos casos, ocupando veredas y calles, y con fluctuaciones que dependían del nivel de crisis del momento. El Tanque, una de las más viejas, en el sudoeste de la ciudad, se extiende por Rouillón a la altura de Maradona y llegó a tener más de una veintena de cuadras. Allí van cada fin de semana quienes tienen puestos desde hace décadas, casi como una empresa, y quienes, ante la necesidad, salen a vender con una manta lo que hay en la casa.

Esa imagen se replicó en la zona norte con la feria Homero Manzi, en la plaza con el mismo nombre, y la Pocho Lepratti, en barrio Ludueña, que crecieron como las tres más populosas sumando más de un millar de feriantes. Una cuarta cercana a los Fonavis de Casiano Casas, dos en el sector del barrio Fontanarrosa _también conocido como Zona Cero_ y otra histórica como Los Eucaliptos, en Bulevar Seguí y Zola, son menos numerosas, aunque no menos tradicionales en los barrios.

"Son los shoppings de los barrios pobres", dicen sus propios integrantes, que tras años de vínculos hostiles y conflictivos con las áreas de control de la Municipalidad vienen pidiendo la regularización y formalización de esos espacios. El concejal justicialista Eduardo Toniolli, que acompaña ese proceso, afirma que la reorganización de las ferias populares en el marco de la pandemia y la articulación lograda entre el Estado provincial, municipal y el Concejo son “un ejemplo del trabajo que se puede llevar adelante en el futuro para avanzar en ese sentido”.

Incluso también lo reconoció así la directora de Economía Popular del municipio, Claudia Fleitas, que afirma que “hubo que sanar heridas de años” y agrega: “Previamente no había un área que trabajara con los feriantes como un espacio de trabajo, solo estaba el control sobre ellos, lo que intentamos es deconstruir la idea de que la feria popular tiene que ser sucia y fea, sino que puede ser un espacio de trabajo, ordenado y atractivo para los vecinos". Aunque señala que eso "lleva tiempo y trabajo”, en un contexto donde en el último año la gestión se trató sobre todo de apagar incendios.

Reorganizarse en pandemia

El 20 de marzo, con el inicio del aislamiento, las ferias y las familias que viven de ellas, como todas las actividades comerciales, suspendieron sus actividades y “el golpe fue duro en las casas de la gente donde no había mucho resto porque veníamos de tiempos malos”, cuenta Mari, histórica puestera de El Tanque.

De hecho, la mujer afirma que “muchos se fundieron en estos meses” porque aguantar hasta el invierno cuando pudieron volver a funcionar no fue sencillo, incluso recibiendo la asistencia alimentaria a través de la provincia y tramitando los subsidios de emergencia dados por el Estado nacional (IFE).

La vuelta tampoco fue ni es sencilla. “El que vende algo festeja. Las semanas donde la gente cobra se mueve algo, pero después está muy parado”, dice la mujer, y agrega que los precios para reponer la mercadería que habían vendido se hicieron imposibles y salieron a vender usado.

La imposibilidad de traer mercadería de La Salada en Buenos Aires los obligó a manejarse con los mayoristas locales. "Se comieron el abuso", dice Mari sin medias tintas. La mujer que vende ropa interior puso solo un ejemplo: “La docena de calzoncillos que antes de la pandemia estaba a 2.500 pesos aumentó a 4.700”.

Los bolsones de ropa usada a través de internet fueron así la alternativa para muchos, sobre todo teniendo en cuenta que la indumentaria está entre la mercadería que más sale. Así como los alimentos, sobre todo frutas y verduras, y productos no perecederos, relojes usados, autopartes, juguetes, golosinas al por mayor y "lo que se necesite", dice un puestero, y agrega: “Si no hay, se consigue”.

La necesidad por estos días es tanta que si no se puede comprar, se vende lo que hay en cualquier rincón del predio, incluso al lado del minibasural que se arma y sobre una manta. Una postal de la miseria más cruda que atraviesan muchos de los rosarinos que están por fuera del mercado de trabajo formal y a los que la ppandemia incluso destruyó sus fuentes informales de ingresos.

Protocolos y subsistencia

Mientras gestionaban la ayuda alimentaria que comenzó a llegar entre dos y tres veces por mes, además de los subsidios que tramitaron con ayuda del municipio, se comenzaron a elaborar los protocolos y el reordenamiento que les permitió volver primero como prueba piloto y ahora ya en sus horarios habituales.

“Esto muestra que con el acompañamiento del municipio se puede, porque nos organizamos, armamos mesas de feriantes y pudimos salir porque la gente no daba más”, cuenta la mujer de zona sur y afirma que “para la mayoría no hay otra cosa para vivir”.

Es más, Mari hace un paréntesis por la situación que atraviesan los feriantes del Cabín 9, que pertenecen al municipio de Pérez, en el límite con la ciudad. “El intendente les pidió tiempo, no los deja abrir y tampoco les dan ayuda _explica_. Somos nosotros los que armamos los bolsones para ellos de lo que nos llega y sostenemos a esas familias que no dan más”.

La responsable de Economía Popular considera que la pandemia “fue una oportunidad de relacionarnos de otro modo”, y agrega: “Se hizo el listado de feriantes estimado en unos 4 mil, se articuló la ayuda alimentaria para mayores, se conformaron comisiones en cada una de las ferias, se discutió cómo avanzar en los protocolos de cada distrito establecimiento en cada una espacios de ingreso y de salida para evitar las aglomeraciones e insistiendo en las medidas de cuidado”.

Además, se trabajó en el reordenamiento del territorio y en “subsanar el vínculo”. En el caso de la feria de El Tanque, las más de 20 cuadras que ocupaban las calles y que incluso obstaculizaban la circulación de vecinos y del transporte público se reorganizaron sobre el predio y sobre lo que llaman la Placita.

Así y todo, la funcionaria admite “el fuerte impacto que la pandemia tuvo en estos espacios, incluso ahora que están funcionando en todos sus horarios. Venden poco, solo los días de cobro”. Una economía apenas de subsistencia.

La posibilidad de una ordenanza

La posibilidad de tener una ordenanza que permita formalizar el trabajo que por décadas vienen haciendo los vecinos de los barrios parece estar más cerca con este proceso y así no solo lo afirma el concejal justicialista Eduardo Toniolli, que impulsa la iniciativa, sino incluso la propia directora de Economías Populares.

Es que al reordenamiento territorial que se llevó adelante en estos meses se sumaron otras acciones: se inscribió a los feriantes en el Registro Nacional de los Trabajadores de la Economía Popular (Renatep) y ses lo sigue asistiendo a través de la ayuda alimentaria y la tramitación de la Tarjeta de Ciudadana, e incluso con una mesa móvil de turnos on line, que este verano se movió por los diferentes barrios para que vecinos pudieran acceder a turnos online para gestionar documentos de identidad, libretas de Ansés y hacer otros trámites.

Se trata de "acercar eso que parece para muchos tan lejano”, explica Fleitas, pero sobre todo reivindicar la economía popular "como una habilidad para subsistir que ha tenido la gente por fuera de un mercado formal que la expulsa", y agrega que lejos de ser "un Estado que impone y marca una relación de violencia, se busca ser un Estado que se acerca y recompone”.

De hecho, en el marco de la propuesta de Tonioli, la funcionaria señala que “se está trabajando con la propia opinión de los feriantes en un borrador” y marca que incluso "hubo que comenzar explicando de qué se trata una ordenanza, consultarlos sobre qué opiniones tenían ellos, la posibilidad de trabajar en reglamentos internos y buscar el mejor funcionamiento”.

El propio Toniolli destaca lo positivo del proceso de estos meses y señala “el potencial del trabajo conjunto al regular los espacios y no dejarlos librados al azar, más en un momento donde se valoriza la cercanía”; al mismo tiempo que marca "una mayor predisposición" a avanzar en este sentido por parte del municipio.

Si todavía no recibís las noticias de PRIMERA PLANA en tu celular, hacé click en el siguiente enlace https://bit.ly/3ndYMzJ y pasarás a formar parte de nuestra base de datos para estar informado con todo lo que pasa en la ciudad y la región.