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Fue a festejar un cumpleaños y lo mataron al balearlo desde una moto

Gonzalo Molina, de 20 años, murió después de estar un día internado por la gravedad de la herida.

La noche del viernes Gonzalo Roberto Molina, 20 años, salió con amigos para ir a un cumpleaños en una casa de la cortada Santa María casi en el cruce con Garibaldi al 3700. En eso estaba cuando cerca de las 4 de la madrugada del sábado una persona que iba en moto frenó delante del grupo, que estaba sobre la vereda, y disparó al menos cinco veces antes de darse a la fuga. Uno de esos disparos hirió a Gonzalo, que de inmediato fue trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde falleció en la mañana del domingo. Sus familiares y amigos dijeron que el chico, que era jugador de fútbol, no estaba metido en problemas y que el tirador disparó al bulto.

El único balazo que recibió Gonzalo le afectó un riñón y el hígado, por lo cual quedó internado en el Heca. Con el paso de las horas el chico no pudo reponerse y cerca de las diez de la mañana del domingo los médicos confirmaron su muerte. Unos veinte familiares y amigos del chico pasaron las horas del mediodía y la tarde del domingo sobre uno de los ingresos del hospital, donde se juntaron después de recibir la noticia. Muchos chicos y chicas estaban sentados sobre la vereda, donde transcurrió la tarde entre lágrimas y lamentos. También estaban sus familiares, un hermano de 15 años, primos y tíos que acompañaban a Sandra, la mamá del chico, quien aguardaba para retirar el cuerpo de su hijo.

"Gonzalo estaba en un cumpleaños con unos amigos y tipo 4 apareció un chico con un arma de fuego y efectuó muchos disparos. Él solo fue lastimado, y fue por equivocación, no tenía problemas", contó a este diario la mamá del chico. Cuando ocurrió el hecho ella dormía a muy pocos metros de ahí, en su casa de Garibaldi al 3700, una zona de viviendas de UPCN lindera a barrio Alvear.

El jueves pasado un grupo de vecinales de distintos barrios de Rosario y familiares de víctimas de la violencia se movilizaron en la esquina de Pellegrini y Corrientes para reclamar respuesta ante una serie de hechos muy violentos ocurridos en los últimos días. Sandra, como muchos ciudadanos, se enteró del evento por los medios de comunicación. "El otro día lo vi desde afuera y ahora me toca a mí, es muy dramático esto", dijo la mujer. "Mi hijo era un pibe bueno y sano, no tenía maldad ni problemas con nadie" agregó y avisó que en los próximos días organizarán una marcha "para que esto se esclarezca".

Despedida

A Gonzalo sus familiares y amigos le decían Charango. En su pecho tenía tatuado una pelota junto a un corazón, era hincha de Rosario Central y jugaba de 9 en el club General Paz de Villa Gobernador Gálvez y en el club Provincial. Hasta antes de iniciada la pandemia de Covid 19 trabajaba como operario de limpieza aeronáutica. En sus redes sociales Gonzalo se mostraba en muchas fotos con sus compañeros de fútbol y amigos, quienes apenas se enteraron de que estaba internado difundieron cadenas de oración y le brindaron deseos de recuperación.

Este domingo, después de conocida la noticia de su fallecimiento, los mensajes de despedida se replicaron entre ellos. "No lo puedo creer hermano mío, por qué nos dejaste así si prometimos volver a jugar juntos y hacer desastres como vos decías siempre. Te voy a extrañar mucho y te voy a recordar como el guerrero y gran persona que eras, un pibe humilde y bien de barrio. Qué injusto todo", comentó uno de sus compañeros de fútbol con una foto junto a Gonzalo, los dos vestidos con los colores de General Paz.

"Toda esta banda te va a extrañar mucho crack. Hermosos tiempos que equipazo. Amigo volá alto", escribió otro junto a una foto del equipo. "Recuerdo la vez que llegaste al club con el pelo pintado en cualquiera por la apuesta que habías perdido con tu primo y de ahí te puse Charango, o cuando te cargaba por que te habías hecho de Central", dijo otro en un mensaje lleno de nostalgia.

El hecho

Fuentes de la investigación describieron que cerca de las 4 del sábado una persona que llegó en moto al lugar del hecho bajó del rodado, comenzó a disparar y se dio a la fuga. Uno de esos disparos alcanzó por la espalda a Gonzalo, quien quedó tendido en el suelo y de inmediato fue trasladado por conocidos al Heca.

En el peritaje la policía secuestró cinco vainas servidas aunque no se determinó el calibre. También detectaron cámaras de vigilancia que fueron secuestradas para ser analizadas. En un primer momento intervino el fiscal de Flagrancia Damián Cimino, pero ante el fallecimiento del chico quedó a cargo de la investigación la fiscal de Homicidios Dolosos Georgina Pairola. La División Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal intervino en tareas de investigación para lograr la identificación del agresor.

Perder el barrio

En la tarde del domingo una vecina de Garibaldi y Santa María pasaba las horas de calor sentada en una reposera, a la sombra sobre la vereda de su casa. "Esta parte era una de las más tranquilas del barrio, pero ahora aparece cualquiera y arruina a una familia", comentó.

La madrugada del sábado la mujer dormía cuando una serie de disparos la despabilaron. A unos pocos metros de su casa había sido herido Gonzalo. "Era un pibito re bueno. Pero ahora es así, pasan a los tiros aunque haya chicos todo el día por acá, mirá", dijo y señaló para un costado, donde a un par de metros dos nenas caminaban junto a un adolescente.

A fines de enero una casa de Garibaldi al 3300, a cuatrocientos metros de donde atacaron a Gonzalo, recibió una lluvia de balas de las cuales una hirió a una chica de 14 años que estaba dentro de la vivienda. En ese contexto, consultada por este diario acerca de cómo se estaba viviendo en el barrio, una referente social dijo que "todas las noches se escuchan disparos".

"Creemos que hay algo que tiene que ver con drogas, hay unos transeros que se instalaron hace menos de un año y se están disputando el territorio con otros", comentó. "Los vecinos comunes estamos perdiendo el barrio, cada vez es más difícil salir", analizó.

En ese sentido la mujer describió cómo se ha ido transformando el barrio en el último tiempo. En la plaza Santa Isabel de Hungría, sobre Garibaldi entre Lett e Iriondo, hay una Casa de la Cultura que hoy es un espacio de referencia municipal. Fue inaugurado en 1995 por iniciativa de los vecinos y desde entonces brinda talleres y cursos. En los últimos años había sido punto de encuentro para el programa Nueva Oportunidad y talleres de alfabetización y educación para adultos. "Durante toda la pandemia estuvo cerrada. Era un lugar de referencia del Estado, a mitad de enero balearon una casa de enfrente, a las once de la mañana, fijate el mensaje", comentó esta vecina.

"Vemos con mucha preocupación cómo cada vez más chicos andan atrás de los que ya sabemos que son transeros, o cómo las nenas de 14 o 15 años andan subidas en las motos de los soldaditos", contó la mujer. "No solo perdemos a los varones, también a las nenas", agregó.

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