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Impuesto rosa: estereotipos de género y mercado

Las mujeres pagan más que los hombres por un mismo producto en nuestro país. La situación alcanza mayor peso en productos de higiene y salud.

 Camila Ríos Fernández Por Camila Ríos Fernández | 1 de Octubre de 2018

Llega la primavera y alguna parte de la humanidad suma a las preocupaciones cotidianas la de depilarse. Mandatos ridículos, instalados como verdades que aún hoy las nuevas generaciones siguen sosteniendo. 

En la góndola de un supermercado una preadolescente le dice a su madre:

-Ma, ¿puedo depilarme para el viaje de egresados?

-Uy dios! ¿Cuando creciste tan rápido? Si no queda otra -dice la madre risueña-… no tenés nada de pelos, déjate de embromar.. 

-Dale Ma, todas las chicas se van a depilar las piernas, ¿Puedo con maquinita?

-Bueno dale, con maquinita, así no sufrís la tortura de la cera caliente. Llevemos estas, mirá -y le señala una oferta de 10 maquinitas color amarillo,  de esas con marca de lapicera a menos de 90 pesos. 

La pibita rápidamente desestima a la madre y le dice: -Ma, porfa, las rosas, el sector de chicas miremos. Deben tener un diseño especial en las gilletes, tienen geles, algo distinto tienen.  ¡Estas son de varones!. 

La de color rosa, y la otra la del dibujito de una adolescente en el envoltorio no bajaban  la unidad de los 180 pesos. La misma máquina, que cumple la misma función. ¡Un robo a mano armada!

Impuesto Rosa

Los pelos son pelos, y la industria la tiene re clara. Las maquinitas de afeitar no tienen una inteligencia superior desarrollada para detectar la lógica binaria que todavía seguimos soportando del mercado. El capitalismo es hábil, vil y asqueroso. ¡Al mismo producto, le cambian el color, le invierten publicidad y caemos como chorlitos! Continuando con el ejemplo de las maquinitas de afeitar, para el mismo producto, pero con otro color en el mango, el envoltorio anuncia: “Lady shaver” o “Teen confort” (comodidad de adolescente). ¡O escuchate esta porque es mortal! “Venus tropical” o “Venus breeze”, o sea brisa en inglés. ¿Brisa de qué? Se vuelan los mangos y se van a las manos del empresario que se llena de plata los bolsillos con semejantes engaños. ¡No es novedoso, no descubrí la pólvora! Se denomina impuesto rosa al tributo "oculto" que se paga por servicios o productos orientados al público femenino.

El mismo yogurt que una máquina distribuye en un potecito que dice “yogurt sabor zaraza”, lo ponen en un potecito con una silueta de mina y parece que magia potagia te resuelve el hambre, el estreñimiento, los kilos de más, la cola caída, la panza fláccida, aporta para los huesos, para la cara, para SER. O sea, si no comes ese producto no sos. Y le meten “pasión de frutos” O vienen con colchones: de arándanos, de peras recién horneadas, de frambuesas rojas como el fuego del amor (¿wtf?), o granadas  juntadas por los siete enanitos. ¿Y qué nos van a decir? ¿que la pasión y el colchón son cualquier cosa menos frutas? Si nos dicen que el yogurcito mágico tiene estabilizantes (almidón, goma guar, goma xántica), acidulante (ácido cítrico), aromatizantes sintéticos, colorantes, conservantes, edulcorantes (acesulfame-K, sucralosa), antiespumante (INS 900), leche en polvo y que es más sano comer uno genérico natural sin florcitas, letras en colores pasteles, se les acaba el negocio. El negocio de engañarnos. 

El mercado de acuerdo a los genitales varía los precios. ¿Es chiste? Que tiene que ver la vulva o el pene con el precio del  gimnasio, peluquería, desodorante, cepillos o secadores de pelo que solo tienen de diferente el packaging, o el colorcito con el que disfrazan el mismo producto para venderlo muchísimo más caro.

El impuesto rosa se mete también con la medicación.Me acuerdo cuando era chica, que para los dolores menstruales usábamos un medicamento que nos habían hecho creer que era solo para mujeres. Las propagandas por radio o televisión lo promocionaban como “el medicamento para esos días”. Si algún pariente, amigo o noviete masculino lo utilizaba para algún dolor de muelas o alguna contractura, el chiste venia inmediatamente a la rápida mejoría. Era motivo de gracia. Había tomado un medicamento para los ovarios, para la menstruación y entre chiste y chiste, aparecía la íntima preocupación de: “¿no me volveré maricón?”

¿Sabes que contiene el mágico remedio? ibuprofeno 400 mg. En capsulas rosas, o violetas, con cajas que muestran chicas felices, flacas, radiantes. El mismo ibuprofeno que sin publicidad y colores engañosos causa el mismo efecto. Y causa el mismo efecto ese, que el de la marca líder o el genérico. Estamos comprando globos de colores llenos de humo. Ejemplos hay al por mayor. La misma mochila hecha con la misma tela y diseño si es celeste o azul valdrá menos que si es rosa. ¡La piba en la góndola puede ser tu hija, tu vecina, tu nieta/ tu paciente/ tu estudiante o  vos misma/o! No fomentemos más este negocio absurdo abusivo  y reproductor de desigualdades. ¡Cuando hablamos de cuestiones de género hablamos también del consumo!  Eduquemos a las y los chicos con enfoque de género para romper con estas formas de discriminación y desigualdad de género. 

La autora es Licenciada en Ciencias de la Educación y Profesora de enseñanza Media y Superior en Ciencias de la Educación (Universidad de Buenos Aires – Facultad de Filosofía y Letras) y Licenciada en Psicología de la Universidad de Flores. La nota fue publicada originalmente en ElIntransigente.com

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