En un mano a mano con PRIMERA PLANA, José "el Negro" Bravo, repasó toda su carrera y parte de su actualidad en Pergamino. Para él, la ciudad significa un sueño hecho realidad. Donde no sólo pudo trabajar de la profesión que más admiraba de pequeño, si no también el lugar para formar su familia y conocer muchos amigos.
¿De chico ya sabías a qué te ibas a dedicar?
Sí, claro. En aquel entonces escuchar la radio al pie del cerro San Javier era una magia. Cuando era chico fui a conocer los estudios de LV7, mi mamá me llevó. Allá se escuchaba mucho LV7 y LV12, había locutores y programas que te atrapaban mucho. Era una época donde escuchar la radio era lo que había y lo disfrutábamos todos. Ahí también aprendí mucho sobre el valor de la venta, algo que me gusta mucho. De changuito, me iba con paltas y limones a la casa de una tía al centro de Yerbabuena y un señor me preguntó: ‘¿no las vendés?’, le dije que sí y eso significó mi comienzo en las ventas.
¿Cómo llegas a dar tus primeros pasos en la locución?
A los 14 me vengo a Alcorta a vivir, al sur de Santa Fe. Ahí aprendí la profesión de pintor y en esas andanzas conocí a quien fue el artífice de mi profesión de hoy en día, Enrique Labrozzi. A la hora de hacer espectáculos era la persona señalada, porque le gustaba conducir los eventos, cantaba y se disfrazaba para entretener a la gente. Tenía un equipo de sonido en el auto y hacía publicidad rodante, yo pintaba con él y un día me dice: ‘negro, vos tenes que grabar.’ Entonces a partir de ahí, empezamos a grabar en la casa de mi abuela, en un grabador Geloso, las publicidades para un cine que había ahí. De esa manera empecé a incursionar de a poco en la locución.
En un momento, empezamos a improvisar las publicidades. Recorríamos los pueblos con Enrique y yo iba haciendo la publicidad. Entonces con el “Cuartetazo” de fondo, veía a una señora en la calle barriendo y le decía: ‘señora con ese ánimo no, pongale ganas.’ Interactuaba con la gente y eso les gustaba a todos. Ese ida y vuelta se generaba en todos los pueblos. Me acuerdo de la frase ‘Carnaval Alcorta ‘76, comienza con el rey’: venía Palito Ortega.
¿En qué momento llegás a Pergamino?
En el año ‘77 me vine a vivir a Pergamino, trabajaba por mi cuenta haciendo pintura y empapelando. Un día estaba pintando la casa del Negro Flores Burlón que quedaba por Boulevard Alsina y me entero que había una vacante en Radio Mon, entonces me anoté como aspirante. En ese momento pedían como requisito secundaria completa y experiencia, y yo tenía eso, por suerte. Antes de entrar a trabajar ensayaba mucho, me decían que estaba loco porque hablaba solo y practicaba como si estuviera al aire. En el año ‘80 finalmente entro a Radio Mon después de hacer una prueba. Me acuerdo que éramos un montón y no pensé que me iban a tomar. Estuve un mes trabajando, haciendo un programa que se llamaba “Comunicación Espontánea”, con Eduardo Costamaña y Mirta Heredia. Había algunas cuestiones que me ponían nervioso y empecé a decaer con el tiempo. Don Carlos Trincavelli un día me dice: ‘bueno, Negro. Muchas gracias por todo, si lo necesitamos lo vamos a llamar.’
¿Y cómo lograste volver para hacer aire?
Un día voy a comprar comida a la “Chacha” y aparece José Alberto García: ‘Negrito, te necesito. No sé porqué te dejaron ir, al final no pusieron a nadie y a los que pusieron, se fueron. Tenés que volver a la radio.’ Cuando vuelvo a Mon, me hacen grabar noticias, supuestamente estaba reemplazando a un locutor, que nunca llegó. Hacía un turno de 19:00 a 01:00 de la mañana, y Gustavo Pérez Ruiz me asesoraba como periodista. Me acuerdo que fue el primer día y al segundo ya me largó sólo. Las noticias salían de la Teletipo en ese entonces. En un momento me piden que conduzca la mañana y yo no me sentía preparado. Sin embargo, García insistió y tuve que decir que sí al final.
¿Por qué crees que la gente de la radio te eligió?
Me ayudó mucho traer de arrastre trabajos de cuando estaba en Alcorta, conocía mucho la zona rural. Aprendí muchas cuestiones de lo que era arar, rastrear, disquear y todas esas cosas que me iban a servir en otro momento. Mientras hacía el programa, traté de desacartonar a la radio, aunque eso me trajo muchos problemas. Nos matábamos de la risa y tratamos de pasarla bien, dentro de nuestras responsabilidades por supuesto. Como Radio Mon es muy escuchada en el campo, muchos de los que están en La Rural, fueron los que me impulsaron a seguir estando todo este tiempo. Teníamos una identidad regional.
Radio Mon tiene un prestigio ganado en la ciudad, especialmente por la trayectoria. Pasó por todas las etapas de la radiodifusión: las primeras bocinas en Pergamino, las puso el abuelo de Carlos Trincavelli, lo mismo hizo con el circuito cerrado después y la audiofrecuencia. En ese entonces era conocido como Publicidad Mon.
¿Qué cosas te marcaron en tu carrera?
En toda mi carrera hubo dos cosas que me marcaron muy fuerte: una es la fatalidad que sufrieron alumnos del ex colegio Industrial. Un colectivo volcó y fallecieron muchos chicos en la década del ‘90. Nos tocó leer el listado de los muertos en la radio y veía que algunos iban para enterarse que había fallecido algún familiar. Por otro lado la inundación fue otra cosa muy triste para todo Pergamino, porque el dolor de la gente es algo que nos queda a quienes nos dedicamos a esto.
Pero además hubo cosas muy lindas como seguir la campaña de Douglas, me gusta mucho el fútbol local. Ver a los pibes como van cumpliendo metas y no abandonan, es muy bueno para uno. También nos tocó cantarle los números del Quini 6 a dos muchachos que nos habían ido a visitar al programa. Me acuerdo que estábamos con Pérez Ruiz y en ese entonces, eran como 2 millones de pesos en premio. Los muchachos se abrazaban, se tiraban al piso, festejaban llorando. Cuestión que después tuvieron un lío con el ticket y no pudieron cobrar nunca a ese premio.
¿Cómo ves a la política local, desde tu punto de vista, a través de tantos años?
He visto pasar tantos políticos en la ciudad. De chico no tenía formación política, mi viejo era secretario de UATRE pero yo no tuve ese compromiso social.
A nivel local, a los que mejor que he visto hasta ahora, junto con (Alcides) Sequeiro, fue a este Gobierno. Porque trajeron un montón de obras, agua potable, gas y cumplieron un montón de promesas de otros. Todo lo que no se hizo fue por un tema más allá de la gestión municipal.
¿Cómo te ves en los próximos años?
Todos los años digo lo mismo: ‘voy a empezar a quedarme en casa los fines de semana, para bajar un poco los cambios'. Pero apenas llega el día, soy el primero que está arriba del móvil para ir a una transmisión. Esto es mi vida, no sé si voy a poder dejar de hacerlo. Pero también pienso en que me gustaría dedicarle más tiempo a mi familia y ahí es donde tengo que elegir. Hace poco se retiró una compañera, Bety Ponce, y ahí empecé a reflexionar sobre qué voy a hacer dentro de unos años cuando me llegue la jubilación. La verdad es que me gustaría parar la pelota y terminar muchas cosas que tengo pendiente, pero no sé si voy a poder parar.
Esta profesión me ha causado una gran satisfacción, todo lo que tengo se lo debo a Pergamino. Me han ofertado trabajo en otras partes del país, pero yo me quiero quedar acá. De la ciudad no me voy, al menos que me echen.
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