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La historia de Lucas, el joven que vende y regala sus panificados

Un retrato se volvió viral en las redes sociales: un papá con un nene en sus brazos, entregando roscas y panes. La publicación está en un grupo de clasificados de la ciudad y detalla “Abajo de la lluvia estos dos caballeros repartían pan y rosquitas. No sé sus nombres pero muchas gracias”

La oportuna sorpresa se la llevó un vecino del Barrio San José, que le pidió permiso para sacarles una foto. Se ve a Lucas con un nene, a upa, entregando unos panificados.

La señora en la red social agrega no vendo nada, sólo quería contarles que estos dos caballeros con muy buena voluntad, pasaron por barrio San José repartiendo rosquitas y pan casero, gratis, bajo la lluvia. La verdad me dejó sorprendido la muy buena voluntad y una sonrisa muy grande de parte de los dos que salieron con este tiempo sin pedir nada a cambio. La verdad que no sé sus nombres pero vale decir gracias a los dos, son unos grosos. La humildad de corazón hace grandes a las personas, gracias genios.

Lucas Mendieta es un joven de 24 años, vendedor ambulante de productos panificados que produce con su mamá Daniela, que cuando se enteró por las redes el mensaje que se estaba difundiendo de su hijo, orgullosa lo compartió y consultada por PRIMERA PLANA dijo “como madre me lleno de orgullo. Vivimos de vender en la calle, con lo que eso conlleva, panes y rosquitas. Yo hace dos años que vendo en la calle y cuando él se quedó sin trabajo, yo le enseñé y empezó a vender. Por suerte nos va bien, la gente nos compra”.

Daniela migró de Rosario, su ciudad natal, hace tres años, y ante la falta de oportunidades  y trabajo formal, empezó a vender en la calle lo que sabía hacer: panes. Su hijo vivía en Rosario y se quedó sin trabajo ni bien fue padre, por lo que Daniela le ofreció que venga a Pergamino y saliera a vender con ella, que le estaba yendo bien.

Lucas se instaló en nuestra ciudad y de martes a domingos salía religiosamente a vender panificados en el barrio José Hernández y Virgen de Guadalupe -512 viviendas- dónde su mamá vive hasta hoy. Él, en búsqueda de su progreso, pudo mudarse con su compañera y los nenes y viven en Barrio San José, dónde está recién haciendo la clientela.

Conversando con PRIMERA PLANA, Lucas contó que “como no tengo crédito en celular y no tengo internet no vi nada, me contó emocionada mi mamá y me mandó una foto de la publicación, somos nuevos acá y no casi salimos de la casa, sólo yo para vender y para hacer algún mandado, pero no nos hablamos con nadie casi”.

Daniela y Lucas venden panes caseros, rosquitas, pastafrolas, alfajores de maicena, ensaimadas. En su casa trabajan en familia, su compañera cocina y él sale a golpear puertas y tocar timbres. “Gasto mucha plata en remis para cruzar la ciudad, entonces como la mano está difícil, me estoy animando a vender en mi barrio, que es dónde me sacaron la foto”, agregó el joven y sumó que “nos mudamos a este barrio hace poquito, no conocemos a nadie y por eso fue una gran sorpresa todo lo que pasó”.

La publicación de Facebook arrojaba el dato del “nos regaló” que se multiplicó entre decenas de personas que decían conocerlo, y que habían tenido la misma experiencia.

Lucas había regalado pan a otro vecino, y rosquitas a unos nenes del barrio, a la mamá de otro usuario de la red, una señora decía conocer a su mamá por los mismos gestos, y así en un sin fin de comentarios.

Los dos, tanto madre como hijo admitieron que “siempre que podemos lo hacemos, porque sabemos que es duro no tener qué comer, o que un día de tanto frío y lluvia como hoy -por ayer- poder acompañar un mate o un mate cocido”.

Si yo no salgo a vender, no tenemos para comer porque vivimos del día a día. Muchas veces no alcanza la plata, pero cuando sé que puedo llevar un plato de comida a mi casa, y todavía me quedan para vender, muy humildemente los regalo. Siempre estamos dando, porque hay mucha necesidad, cuando veo un nene en la calle, me sale darle algo para que coma”, expresó Lucas, bien consciente de todo lo que pasa en los barrios que camina todos los días, y sabe que el reconocimiento, en parte, es un premio al esfuerzo. Es mucho trabajo, que a nosotros nos cuesta, hacemos todo en una cocina común, trabajando a mano, no es que tenemos máquinas, acá es todo casero bien casero y así y todo no nos sobra nada.

Consultado sobre sus proyectos, Lucas sólo quiere arreglar la cocina, o que alguien con buen corazón confíe en él y le permita pagar en cuotas una cocina nueva porque “con esta cocina tenemos el problema que cuando usamos el horno se apagan las hornallas, imaginate que el horno está prendido casi todo el día porque es nuestra herramienta de trabajo. Si alguien nos da una oportunidad, eso sería perfecto. Y en el ideal, conseguir un empleo formal. Si alguien quiere donar harina o ingredientes de los panificados, nosotros con gusto hacemos producción de más para seguir regalando, le dijo a PRIMERA PLANA. La humildad y los valores por sobre todas las cosas.

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