Don Pedro surge originalmente como un centro de esparcimiento y recreación, con canchas de ping-pong, un pool y dos camas elásticas, allá por el 2007. La heladera, lejos de ser la que gran parte de la ciudad conoce, contenía, por ese momento sólo jugos y gaseosas. El lugar fue mutando, en conjunto con quienes lo habitaban, para transformarse en el emblema de la cultura que es hoy.
Matías Ricci es el dueño de Don Pedro, aunque él bien asegura que “Don Pedro es mío y de los amigos que siempre están”. El lugar por excelencia de las expresiones culturales, en cualquiera sea su área. Por la sala de Don Pedro convive el rock, la cumbia, el tango, ballets, lecturas, monólogos, artistas plásticos, el circo, expresiones corporales, las danzas y toda aquella persona que se proponga un espacio para compartir la cultura y el arte.
“En esta energía que todo se va dando, yo abrí el negocio hace doce años pensando que no encontraba un lugar cómodo para jugar al ping-pong y pensé que con esta idea la iba a romper, me iba a ir re bien y compré, para acompañar, unas camas elásticas”, expresó, anecdótico, Ricci. Todo lo contrario, a los meses tuvo que empezar a vender sus herramientas de trabajo, sus elementos, primero se fue el pool, después las camas, por último las mesas de ping-pong. En el medio, la sala era usada para algún ensayo ocasional de alguna banda, para una muestra de gente amiga sin difusión. La esencia del Don Pedro que hoy se conoce ya estaba encaminada.
Primero pasó un conocido a pedir una cerveza, después otro, más tarde otro y así el lugar fue mutando en otro espacio, para convertirse en una casa recreativa de adolescentes al templo de la cultura que es hoy, con las puertas abiertas al arte en la expresión que sea.
Con los años se logró el cambio de habilitación del rubro, y oficialmente Don Pedro se convirtió en un espacio propio de quién así lo quiera sentir, para expender bebidas alcohólicas, cobrar una entrada y contener un estricto número de personas.
“Primero venía alguna banda a ensayar, después otra nos insistía para tocar para los más conocidos, y así empezamos, poner una banda cada dos meses, cuando me di cuenta, a los dos años teníamos dos bandas por mes, otras venían a ensayar al galpón, otros querían hacer sus muestras y así la gente se lo fue haciendo propio. Siempre las puertas están abiertas al diálogo y toda expresión que quiera presentarse”, expresó Ricci, quién hablando de la diversidad, mientras dialogaba con PRIMERA PLANA, se escuchaba folklore y luego rock nacional. Una buena forma de sentirse, en este contexto, en casa.
Para hacerle frente a la pandemia, a los meses cerrados y a las cuentas que se hacen cada vez más difícil de afrontar, varias propuestas de conocidos estuvieron dando vueltas; pero particularmente se concretó, una persona que es cliente del bar le escribió a Martín y le ofreció sus conocimientos con los pollos, organizaron y crearon esta idea, que rápidamente fue aceptada en redes sociales, compartida y celebrada. Quienes quieran colaborar pueden hacerlo reservando por whatsapp al 2477-331571 o por las redes sociales de “Don Pedro Con Espinas”.
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