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La vocación docente como estilo de vida: Dos recorridos de ejemplo y dedicación a la educación

Laura Mayud y María del Huerto “Monoca” Colabella, con 30 y 27 años de trayectoria en la ciudad, respectivamente, cuentan sus experiencias y motivaciones y coinciden en lo gratificante de aportar a la formación de las nuevas generaciones

Como cada 11 de Septiembre, se celebra el Día del Maestro, en homenaje a la figura de Domingo Faustino Sarmiento y en reconocimiento a la importancia que implica el trabajo y disposición de todos los maestros que día a día realizan su trabajo en las escuelas.

El rol de los docentes en nuestra ciudad dio lugar a infinidad de historias al interior de las aulas, repletas de aprendizajes, crecimiento personal y desarrollo colectivo.

En homenaje a cada uno de los maestros que marcó la vida de miles de niños y niñas pergaminenses, dos reconocidas docentes plasmaron su trayectoria por las aulas de los establecimientos educativos de la ciudad, como ejemplo de la dedicación y el esfuerzo a la profesión.

Uno es el caso de Laura Mayud, quién dedicó los últimos 30 años de su vida a la docencia, principalmente en la Escuela de Educación Primaria (EEP) Nº 1 “Presidente Julio Argentino Roca”. “Empecé mis primeras suplencias en la E.E.P. N° 1 y de ahí nunca más salí de la escuela”, le dijo a PRIMERA PLANA.

Si bien tuvo cargos como suplente en distintas instituciones primarias y jardines, ya que también es maestra jardinera y de maternal, Laura Mayud precisó que “solo en el año 93 no conseguí suplencia en la Escuela 1. Después en 1994 volví y allí me desempeñé como maestra de grado hasta el 2018 en el turno mañana y en el turno tarde”.

A partir de 2018, la docente asumió como maestra secretaria en la E.E.P Nº 1 en el turno mañana, luego de rendir el examen y éste año titularizó como secretaria por la tarde en la E.E.P. N° 63.

Toda esta trayectoria de formación y trabajo, comenzó como un juego cuando era niña. “Venia de la escuela y me ponía a hacer las tareas y después tenía un pizarrón y tizas y jugaba. Esa fue mi motivación, ya que me encantaba dar clases. Incluso, como no tenía borrador usaba un trapo”, aseguró, entre risas

La misma motivación tuvo María del Huerto “Monoca” Colabella, quién con 27 años de trayectoria docente, admitió a PRIMERA PLANA que “ya desde niña tenía el deseo de enseñar. En mi casa había una biblioteca gigante con muchos libros, que yo de chica leía y también jugaba con un pizarrón grande que me realizó mi abuelo, que era carpintero.

“Así fui creciendo y jugando a la maestra entre libros y pizarrón. Me crié con mis abuelos Pedro y Nélida Colabella. Ella era maestra de primer grado en la Escuela Nº 2 y a fin de año invitaba a todos sus alumnos a casa, que ya eran parte de mi familia. Esos recuerdos quedaron guardados en mi memoria”, resaltó la docente

El extenso recorrido de “Monoca” por las instituciones educativas de la ciudad, sembró recuerdos en una decena de escuelas hasta que titularizó como maestra de primer y segundo grado en la E.E.P. Nº 2 “Nuestra Señora de las Mercedes”.

En 2012 asumió como maestra secretaria, en 2015 como vicedirectora y en 2018 como directora.

En 2020 retomó su cargo como maestra en la E.E.P. Nº 48, “Manuel Alberti”, en la que continúa ejerciendo hasta hoy.

Tanto Laura como María del Huerto coinciden en que lo más gratificante de la docencia es aportar al aprendizaje y crecimiento de los niños y niñas.

En este sentido, Mayud sostuvo que “lo que más me gusta de la docencia es ver como los nenes van adquiriendo su aprendizaje y como va evolucionando su trayectoria, con logros y avances. Te da muchísima satisfacción porque si bien, gran parte de los chicos ponen sus ganas, con la familia que acompaña, otra parte muy importante es del docente.

En tanto, “Monoca” sostuvo que “la docencia es el arte que hace que el otro se transforme. Mientras el docente motiva, guía, orienta, facilita, abre mundos, el alumno supera. La docencia es eso. Hacer que el otro se transforme y que lo que uno le enseña le sea para toda la vida”.

También coincidieron en la satisfacción que genera el reconocimiento de los estudiantes, a pesar del paso de los años. “Actualmente me encuentro con algún alumno que me dice ‘seño, usted fue mi maestra’ y están ahora trayendo a sus hijos a la escuela, o te cuentan de qué trabajan y qué estudiaron; que te recuerden es siempre gratificante porque uno da todo lo que tiene para que ese alumno aprenda y así se siente el aporte a su futuro”, expresó Laura Mayud.

Mientras que Colabella subrayó que “todavía guardo de recuerdo un lapicito de una alumna, que hoy tiene 25 años, con el que ella aprendió a escribir sus primeras palabras. Eso es lo bello de la docencia: su inocencia. Sós su segunda mamá”.

Ambas maestras, además, concuerdan en que la docencia es una vocación que volverían a elegir una vez más, ya que “no es solo transmitir conocimiento a nuestros alumnos, es ponernos siempre en la piel de ellos, ser empática, motivar, escuchar, cobijar en tiempos tan difíciles y con realidades tan diversas”, remarcó “Monaca”.

“Hoy casi al final de mi camino docente sigo sintiendo orgullo de mi guardapolvo blanco y volvería a elegirlo nuevamente”, concluyó.

 

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