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Licencia por paternidad: Argentina entre los países que menos días da

En la lucha contra las desigualdades, el próximo paso, según Unicef, es lograr que los padres argentinos tengan una ley que les permita compartir más tiempo con sus hijos.

David D. (29) es padre de cuatro hijos, dos de los cuales no pudo ver nacer: “Si faltaba a mi trabajo en el campo me descontaban el día y no me puedo dar ese lujo con tantas bocas que alimentar. Con los dos primeros bebés me pedí el día del parto y al día siguiente ya estaba de nuevo en mi trabajo. Pero a los últimos, recién pude pasar a conocerlos por la noche, se lamenta.

Los cuatro pospartos de su esposa fueron iguales: las mujeres de la familia se ocuparon de cuidarla durante la internación, de acompañarla cuando le dieron el alta y de ayudar a cambiar los primeros pañales.

“Te hace sentir muy mal no poder ser parte de esos momentos tan importantes. Es muy triste sólo ver a tus chicos un rato cuando volvés a casa cansado de trabajar y ellos ya duermen”, cuenta este entrerriano de 29 años.

La historia de David no es una excepción. Sus vivencias son muy parecidas a las del cincuenta por ciento de los padres en la Argentina quienes no gozan de licencia de paternidad por estar fuera del mercado formal de trabajo o por trabajar de manera independiente.

Y en el caso de aquellos que sí tienen una relación laboral formal con un empleador, el panorama no es mucho mejor: desde hace 44 años, cuando entró en vigencia la Ley de contrato de trabajo, en nuestro país sólo se contemplan 2 días de corrido de permiso por paternidad, una de las licencias más bajas de la región.

Las excepciones son pocas. Gracias a algunos convenios colectivos de trabajo, hay quienes tienen más días de licencia, pero el panorama general es de una enorme inequidad: “El derecho de los chicos a estar con sus familias en sus primeros meses de vida se ve condicionado por el tipo de empleo de sus padres”, reflexiona Carolina Aulicino, oficial de Política Social de Unicef, organización que trabaja con el Estado, el sector privado y la sociedad civil para abordar este reto.

Ser los brazos que mecen y sosiegan, las manos hábiles para cambiar pañales, la voz templada que calma el llanto y acompaña a madre e hijo en el proceso de la lactancia son vivencias inaccesibles para la gran mayoría de los papás de estas latitudes. Millones quedan ajenos a un universo de experiencias que se dan una sola vez en la vida.

Hay investigaciones que sugieren que una interacción positiva entre los niños y sus papás, redunda en una mayor salud mental para el chico a largo plazo. También hay evidencias de que la presencia activa de los padres en la crianza reduce la depresión posparto en las madres.

Sin embargo, aun en tiempo de reivindicaciones feministas,se sigue reproduciendo la idea de que las tareas de cuidado de los niños son principal y casi exclusivamente de las mujeres.

Que ambos padres puedan participar por igual de los primeros días de vida de su hijo no solo enriquece los vínculos familiares: “También contribuye a modificar los estereotipos de género y a reducir la desigualdad en el hogar (donde las mujeres argentinas destinan el doble de tiempo al cuidado que los varones) y en el trabajo (donde se registra una brecha de más de 20 puntos entre las tasas de participación laboral de mujeres y varones)”, aporta Aulicino.

El concepto de coparentalidad que promueve el compromiso de los dos progenitores en la crianza no se limita solo a la primera infancia: “Las responsabilidades de cuidado se presentan con mayor intensidad en esa etapa, pero no terminan allí. Cuidamos a nuestros hijos e hijas más allá de los primeros meses de vida. Por eso, las licencias parentales son fundamentales para disponer de tiempo para atender situaciones de enfermedad, requerimientos escolares, o tantas otras situaciones que se dan a lo largo de la vida. Estas licencias parentales deben estar disponibles para mujeres y varones y propiciar su uso por partes iguales”, aporta Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).

Otros países

Son conocidos los casos de países ricos como Suecia, donde los papás tienen hasta 480 días de licencia por paternidad. La distancia es astronómica y plantea un escenario utópico desde la perspectiva de un país en vías de desarrollo. Sin embargo, no hace falta moverse tan lejos en el mapa para registrar diferencias sustanciales con lo que sucede en nuestro país.

Tanto en Venezuela como en Paraguay, los padres tienen derecho a 14 días de licencia por paternidad. En Ecuador, son diez y en Colombia, 8.

Gherardi destaca el caso de Uruguay donde el permiso alcanza los trece días: “Es un buen ejemplo en el diseño e implementación de un sistema integrado de cuidado que además incluye a trabajadores informales o independientes. También Chile cuenta con licencia de paternidad extendida, y licencias parentales para el cuidado de un hijo o hija (ante situaciones de salud, o accidentes) que pueden ser aprovechadas tanto por las madres como por los padres”, señala.

El contexto regional es otra evidencia de que la necesidad de modificar la ley argentina es apremiante. En el Congreso hay un proyecto de equidad de género donde se incluye por primera vez la posibilidad de brindar 15 días a los padres biológicos, adoptivos y madres no gestantes por nacimiento o adopción.

Además, licencias para trámites previos en casos de adopción, para procedimientos de fertilización asistida y por violencia de género e incorpora la modalidad de jornada reducida para padres con hijos e hijas de menos de 4 años.

Se trata de un proyecto que garantiza una gran ampliación de derechos pero que, sin embargo, no resuelve el problema de aquellos trabajadores que están fuera del mercado laboral formal.

“Hay que hacer una revisión profunda del sistema de cuidado que requiere desvincular las licencias de la condición de empleo, incorporando a todas las personas independientemente de su condición de trabajador o trabajadora”, opina Gherardi.

El proyecto tampoco contempla la posibilidad de avanzar sobre licencias parentales compartidas ni otras necesidades de cuidado como los controles médicos, las enfermedades de los hijos o las reuniones escolares. Además, no modifica la licencia por maternidad, que la Ley de Contrato de Trabajo establece en 90 días, por debajo de las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo.

Algunos de los argumentos para resistir la ampliación de licencias de paternidad, emparentan este tipo de políticas con un desbalance en los sistemas de seguridad social, una menor productividad o un incremento en los costos patronales que se verían obligados a capacitar a un nuevo empleado para cubrir un puesto temporalmente.

Hay empresas que tras una evaluación de la relación costo beneficio de esta modificación, deciden ampliar este derecho de forma autónoma. Es el caso de Telefónica, que cuenta con 21 días corridos de licencia para los padres biológicos.

La extensión de la licencia de paternidad también corre para las familias homoparentales (90 días corridos a partir del nacimiento o en caso de adopción), para madres y padres adoptivos y para aquellos cuyos hijos recién nacidos son internados por problemas de salud.

Esta ampliación de derechos tiene un impacto muy positivo en la vida cotidiana de los empleados: “La encuesta de clima y compromiso que realizamos cada año nos muestra un índice de favorabilidad cercano al 90%”, afirman desde Telefónica, compañía que implementó esta modificación tras asegurarse la sostenibilidad de su negocio.

“Ampliar las licencias y asegurar servicios de cuidado de calidad no implica desbalances en los sistemas de seguridad social ni pérdidas de productividad. Todo lo contrario: aseguran mayor inserción laboral femenina, mayor retención y menor rotación de profesionales y una mayor equidad de género”, subraya Aulicino.

Que los papás puedan ser partícipes de los primeros días de vida de sus hijos es un enorme avance socio cultural. Sin embargo, es solo un primer paso para disolver las inequidades de género y asegurar un óptimo desarrollo infantil.

Garantizar una mejor oferta de servicios de cuidado y educación durante la primera infancia es crucial en un contexto donde quienes pueden pagan las opciones que ofrece el mercado y quienes no deben restringir su vida laboral, delegar esa responsabilidad en un hermano mayor o recurrir a la solidaridad de un familiar o vecino, casi siempre una mujer.

“Solo un 21% de los niños y niñas de menos de 3 años accede a servicios de cuidado y educación”, aporta Aulicino.

Que se cumpla el derecho a jugar y aprender en un entorno seguro y cercano a los lugares de trabajo de sus padres es otra deuda pendiente del mundo adulto con los chicos.

Comprometerse y tomar acción es urgente, su futuro no se puede postergar, se define hoy.

Un sol para los chicos

¿Cómo colaborar?

El clásico programa Un Sol para los Chicos a beneficio de Unicef, vuelve el sábado 10 de agosto. Irá en vivo por El Trece y desde Tecnópolis.

Durante la maratón televisiva habrá shows musicales, juegos y sorpresas, y se presentarán algunos de los proyectos que Unicef lleva adelante en la Argentina y en el mundo.

Para colaborar se puede donar mensualmente con tarjeta llamando al 0810-333-4455 o ingresando a Unicef.org.ar/dona y participar del sorteo de un Chevrolet Cruz 0 Km.

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