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Llevarán a juicio a dos hombres por el femicidio de Silvia Pereyra

El Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Junín juzgará a Cristian Candia Guerrero (22), inquilino de la víctima, y a Juan Ignacio Steurer (33) por el femicidio de la peluquera de 59 años asesinada a puñaladas en enero de 2019.

El juicio a dos hombres por el crimen de Silvia Pereyra, una peluquera de 59 años asesinada a puñaladas en enero de 2019 en la localidad bonaerense de Chacabuco, comenzará este jueves y la familia de la víctima exigió que sean condenados a prisión perpetua.

La audiencia comenzará a las 9 en el Tribunal Oral en lo Criminal 1 (TOC1) de Junín, que juzgará a Cristian Candia Guerrero (22), inquilino de la víctima, y a Juan Ignacio Steurer (33) por el delito de "homicidio agravado mediando violencia de género, con el concurso premeditado de dos personas, con alevosía, y por haberse cometido para consumar y procurar la impunidad de otro delito".

"Esperamos que reciban la máxima pena, es lo que más queremos", dijo a Télam Alejandra Duarte, una de las hijas de la víctima.

Fuentes judiciales informaron que la fiscal de juicio será Vanina Lisazo y la familia de la mujer, constituida como particular damnificada, estará representada por el abogado Hernán Sibiglia.

El letrado aseguró que en la causa figuran varios "elementos que confirmaron que ellos fueron los autores" como las "pisadas de zapatillas que pertenecían a Steurer, sangre en su ropa, el cuchillo usado en el crimen apareció en la habitación de Candia".

En el requerimiento de elevación a juicio, el ex fiscal Daniel Nicolai dio por acreditado que los imputados robaron dinero, una notebook, un bolso y un teléfono celular de Silvia Pereyra.

El ex funcionario judicial incluyó el agravante de la "violencia de género" por considerar que Steurer y Candia Guerrero, de nacionalidad paraguaya, se aprovecharon que la víctima los conocía, que al momento del hecho estaba sola y que eran de una contextura física mucho mayor a la de ella.

El hecho ocurrió el 19 de enero de 2019 en un domicilio situado en Santiago Roca 79, entre Padre Doglia y Avellaneda, en el barrio Ubaldo Martínez, a unas 15 cuadras de la plaza principal de Chacabuco, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, donde residía la mujer.

De acuerdo a los voceros, Silvia Pereyra intercambiaba mensajes por WhatsApp con su hija Eliana, hasta que alrededor de las 11 su madre no respondió más.

Ante esa situación, la hija se dirigió a la casa y una hora después la encontró tirada en el piso de la cocina, sobre manchas de sangre.

Al ver este escenario, la mujer llamó a la Policía, por lo que efectivos de la comisaría local se trasladaron al lugar y constataron que la Silvia Pereyra estaba muerta.

Según las fuentes, los médicos que revisaron el cadáver constataron que Pereyra fue atacada con un arma blanca tipo cuchilla con la que le produjeron lesiones de diferente extensión y profundidad.

El resultado de la autopsia a la que Télam tuvo acceso confirmó que las puñaladas de mayor importancia fueron las localizadas en el lóbulo medio pulmonar con entrada por la espalda, la de veinte centímetros en el cuello y la del tercio superior del hombro derecho.

A su vez, los peritos establecieron que ni la puerta de entrada ni las ventanas del inmueble fueron violentadas, por lo que cobró fuerza la hipótesis de que Silvia Pereyra conocía al agresor y le permitió el ingreso.

En ese sentido, los pesquisas determinaron que Silvia Pereyra cobraba dinero en efectivo por el alquiler de unos departamentos ubicados en la misma cuadra que su domicilio y que ése podría haber sido el botín que los asesinos fueron a buscar.

En tanto, la hija de la víctima recordó a su madre como una persona "alegre", que estaba siempre "contenta" y que hacía 10 años había quedado viuda tras la muerte de su esposo, padre de ella y tres hermanos más -dos mujeres y un varón-, por lo que Silvia Pereyra tuvo que quedar "al frente de la familia".

"Ella era muy unida a mi papá y cuando murió quedó a cargo de todos, nunca bajo los brazos porque era muy luchadora", sostuvo Alejandra y añadió: "No entiendo como hicieron algo así, es inexplicable. Candia alquilaba una de las habitaciones y a Steurer lo conocíamos de chiquito porque vivía a la vuelta y se cortaba el pelo con mi mamá".

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