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“Ninguna secta quiere que sus funciones sean conocidas”

El especialista en Psicología y de reconocida trayectoria en problemáticas sociales y vinculares en familias y parejas, Jose Luis Minutella explicó las consecuencias de pertenecer a este tipo de cultos

El licenciado Jose Luis Minutella ofreció precisiones a PRIMERA PLANA sobre son las incidencias perjudiciales de una secta. “Son grupos con una estructura jerárquica y piramidal, con la presencia de un gurú carismático que exige una dedicación y una devoción que es de tipo explotadora y que desemboca en diversos niveles de daño personal, económico y emocional sobre las personas”, añadió.

Minutella sostuvo que “las sectas no quieren ser llamadas ‘sectas’; a ninguna le gusta ser identificada como tal, aunque lo sean. La palabra ‘secta’ parece ir cargada de cierto tono peyorativo o descalificador por lo que han tratado de introducir otras denominaciones más neutras y descomprometidas como ‘nuevos movimientos religiosos’, ‘nueva religiosidad’, ‘movimientos religiosos alternativos’ o ‘nuevos cultos’. Ninguna secta quiere que sus funciones internas sean conocidas públicamente”.

El psicólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires, donde se desempeñó como docente en diferentes cátedras de la Facultad de Psicología (UBA), explicó que “el motivo por el que las sectas causan alarma social, se basa fundamentalmente en los efectos que producen tanto en la sociedad como en los individuos. Mezclan teorías filosóficas y antropológicas ciertas, con otras inventadas y manipuladas para dar veracidad a sus argumentos”.

Las sectas “en su dinámica de captación, permanencia o adoctrinamiento utilizan técnicas de persuasión que propician la desestructuración de la personalidad del sujeto o la dañan severamente. Asimismo, ocasionan la destrucción total o grave de los lazos afectivos y de comunicación efectiva del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo, y lleva a destruir derechos jurídicos inalienables en un Estado de Derecho”.

El profesional consultado por PRIMERA PLANA, que además realizó diferentes estudios de posgrados relacionados a las problemáticas sociales y vinculares en familias y parejas, señaló que “para identificarlas habrá que fijarse cuando se analice la dinámica de un grupo en los siguientes aspectos: en manos de quién reside el poder, grado de respeto del líder hacia sus adeptos, el respeto por la libertad individual y la vida familiar, en las técnicas de captación de los adeptos, y por último, el origen, la utilización y el control de las finanzas”.

La psicología, como ciencia que estudia la conducta, “tiene mucho que decir en el tema de las sectas, principalmente porque hay que tener en cuenta que en los grupos sectarios suelen ingresar personas psicológicamente vulnerables o predispuestas,  que en algunos de estos grupos se suelen emplear técnicas de persuasión coercitiva para captar, adoctrinar y retener a los adeptos,  que como consecuencia de esas técnicas se propicia la desestructuración de la personalidad previa de los sujetos, la aparición de trastornos psicológicos, y la destrucción de los lazos afectivos y de comunicación efectiva de las personas consigo mismo y con sus entornos sociales habituales y que es necesaria una intervención psicológica profesional para ayudar a que los que atravesaron esta experiencia y pudieron salir por diferentes motivos, consigan una rehabilitación psicosocial satisfactoria”, aseveró José Luis Minutella.

-¿Cuáles son los efectos en una familia y en menores de edad?

-Claro está que son perniciosos y dependerá de cada uno de los integrantes de la misma en la capacidad para resignificar lo sucedido y reelaborarlo. Obviamente que si además, la familia se divide y algunos quedan “afuera” va implicar una pérdida doble y la imposibilidad de que la misma familia funcione como sostén para atravesar el suceso traumático. Si a esto le agregamos que aquellos que debieran cuidar a los niños los exponen a este tipo de problemáticas, la cuestión se complica en demasía.

La ley, nos pone en la pista de la situación previendo por ejemplo que en el caso de determinados delitos, las penas deben ser mayores para aquellos que debieran cuidarlos; padres, profesores, clérigos o autoridades. Y esto está dando cuenta de la confianza que deposita un menor, y además le pedimos que así lo haga, en un mayor. En el caso que nos ocupa, se le priva a los niños, la interacción con su padre, en función de valores supremos, y se lo adoctrina para ello. Además, se le hace decir, justo lo que la secta quiere escuchar y se le pone en boca que rechacen al padre.  Está claro que eso va a tener consecuencias en la psiquis de los niños; en algún momento la burbuja se rompe. No querría caer en tecnicismos clínicos en esta charla con PRIMERA PLANA, pero las patologías habituales se van a vincular con problemáticas del tipo ansioso, depresivo, autoflagelación o lo que se conoce habitualmente como ataques de pánico. También va a depender de la edad y del desarrollo del aparato psíquico. Mientras menos recursos simbólicos, más habla el cuerpo. La enuresis en los niños es muy sintomática. Suelen tener pesadillas recurrentes y la rigidez afectiva es el habitual mecanismo de defensa. Es muy complejo todo lo que produce este tipo de situaciones.

-¿Cuál es su reflexión como profesional y cómo persona?

-Como profesional en primer término, es que se están vulnerando derechos de los niños, con el agregado de una revictimización por parte del Estado en el incumplimiento de su función. Opino que quienes los deberían proteger se están resguardando cómodamente como si fuera un caso más de disputa entre progenitores cuando adviene un divorcio. No tienen en cuenta que detrás de esto hay una secta con todo su adoctrinamiento. Estimo que en un caso como el que nos ocupa, no es suficiente entrevistar alguna vez a los niños por parte de los Funcionarios judiciales.  Claramente se evidencian las falencias del trabajo interdisciplinario en el Juzgado.

El ejercicio de mi profesión hace permanentemente que trate de dejar de lado mi mirada personal sobre las problemáticas en las cuales trabajo, algo que debiéramos practicar más todos, y mucho más aquellos que trabajan en el ámbito público y tienen en sus manos la posibilidad de decidir si un buen padre pueda ejercer debidamente sus derechos.

José Luis Minutella integró equipos de trabajo en diferentes programas sociales y de salud, como el programa Proteger dedicado a la violencia en la tercera edad; Buenos Aires Presente, vinculado a la emergencia social; Asistencia a la Víctima, coordinando el equipo de Salud Mental y ejerciendo la coordinación general del Programa Fortalecimientos de Vínculos Familiares y Sociales de la Dirección General de Niñez y Adolescencia, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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