Comer o alimentarse es una necesidad biológica de todos los seres humanos que permite incorporar los nutrientes y la energía necesaria para llevar a cabo las funciones vitales. Si bien esta es la finalidad de la alimentación, o la razón principal por la cual ingerimos comida, no es la única.
Nuestras emociones influyen a la hora de decidir comer y qué comer. El hambre emocional no aparece por una circunstancia biológica ni natural, sino que es la respuesta a otra carencia interna. El estrés, el aburrimiento, la depresión o la tristeza, condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. Se pierde el control con la comida y ésta es un modo de descarga de la situación emocional o psicológica que transita la persona.
Luego de la ingesta abundante de un determinado alimento o grupo de alimentos, viene el sentimiento de culpa y castigo por perder el control. La mayoría de estas personas con hambre emocional tienen un pasado repleto de dietas restrictivas, poca educación alimentaria y fluctuaciones en el peso.
Es muy importante para tratar el hambre emocional acudir a un profesional de la salud ya sea un psicólogo y/o un nutricionista, te ayudara a encontrar qué situaciones disparan este tipo de hambre y qué herramientas aplicar para manejarlo de la mejor manera posible.
La autora es Licenciada en Nutrición. MP3859. Integra, Centro Médico. Alem y 11 De Septiembre. Tel: 432253
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