El 11 de noviembre volvió a ir a la guardería. Como lo hacía todos los días. Como lo hacían sus compañeros. Pero ese lunes no fue un inicio de semana más. Fue una jornada que cambió su corta vida.
A media mañana, ese nene que hace 6 meses cumplió 2 años -se preservará su identidad por razones obvias- sufrió sobre su cabeza un tremendo golpe mientras permanecía en clase en un Jardín Maternal de la zona céntrica de la ciudad, de las más antiguas. Mucho se habló de "una viga", pero lo cierto es que se trató de una cama cucheta desarmada y embalada con cartones.
Ese momento fue dramático. A las 10:30 hs. fue trasladado de urgencia al Hospital Interzonal General de Agudos “San José” e inmediatamente asistido en la Terapia Intensiva Pediátrica con traumatismo de cráneo grave y pérdida de conocimiento ocasionado por el golpe de ese conjunto de maderas macizas que nadie puede entender, y mucho menos explicar, que hacían en un lugar donde constantemente permanecen niños.
El pequeño sufrió fracturas en distintas partes de la base del cráneo, pérdida de gran cantidad de sangre que derivaron en un shock hipovolémico y debió recibir asistencia mecánica respiratoria e ingresó en un cuadro de coma. Fueron 72 horas de pronóstico reservado, de médicos que comunicaban el estado del menor a sus padres con mucha cautela y profunda preocupación, con consternación y desasosiego de los familiares y amigos, pero también de cadenas de oración, de fuerzas que llegaban de todos los rincones de la ciudad y de fe. Mucha fe que se multiplicaba por ese niño de sonrisa fácil y cachetes tentadores.
El pequeño logró ser estabilizado y después de 8 días en la sala de cuidados intensivos fue derivado a una habitación de Pediatría del Hospital “San José”. Hoy está en su casa, rodeado de mucho amor y continuando su recuperación, la que será paulatina y con secuelas graves.
La realidad es que gracias a un milagro, el niño y su familia dejaron atrás esos días tan críticos, pero de todas maneras, los días que vendrán no serán fáciles.
¿Por qué paso esto en un Jardín Maternal? Lo que sufrió el pequeño de 2 años no fue un accidente. De eso no hay dudas. Es inconcebible poner en riesgo la vida de niños con una cama cucheta desarmada y embalada en un espacio donde diariamente juegan más de 20 nenes de entre 1 y 2 años. Este hecho tiene nombre propio: negligencia e irresponsabilidad de las autoridades.
La autorización de establecimientos educativos de gestión privada está sujeta a pautas específicas para ser reconocidos con Número de DIEGEP. De esta forma aquellos establecimientos que no cumplan con lo establecido por la normativa de la DGCyE están por fuera de la oferta oficial. Por citar solo uno de los requisitos que deben cumplir los jardines maternales, la Disposición 201/10 (infraestructura edilicia, dependencias y dimensiones, instalaciones, áreas de circulación, salas y otros requisitos) hace clara alusión a los elementos peligrosos accesibles para los niños o que puedan provocar daño físico o psíquico: "En todos los ambientes y en especial aulas, patios y circulaciones, no habrá elementos que puedan causar accidentes o daño personal (...)Se evitará la colocación de mobiliario que posibilite que los niños puedan trepar o acceder al vano".
¿La Dirección Provincial de Educación de Gestión Privada (DIEGEP) brinda las garantías necesarias a los padres respecto de los lugares donde confían dejar a sus hijos? Ésta guardería continúa abierta y sin ninguna sanción por lo ocurrido. El Jardín Maternal minimizó el hecho puertas adentro comunicando de manera deficiente y parcial el estado del niño a los demás padres preocupados y continuaron con las jornadas diarias con absoluta normalidad, como si solo se hubiese tratado de un mal trago del destino, ajeno a cualquier tipo de responsabilidad de la institución.
Los padres dependen de la guardería para la supervisión y el cuidado de los más pequeños y vulnerables, sin embargo, no todos los establecimientos están a la altura necesaria. La menor falta de supervisión puede resultar en una lesión grave, gravísima, e incluso en la muerte. ¿O alguien osaría llamar exagerados a estos padres que vivieron 72 horas de incertidumbre? La inmediata atención primaria de un profesional médico de la zona acortó el riesgo máximo. Algunos incluso, sostienen que fue quién le salvó la vida.
Es imperativo que las guarderías y/o jardines maternales actúen con la máxima atención al cuidado de los niños. Todos y cada uno de los que forman parte de un establecimiento dedicado al cuidado de niños son responsables por el bienestar de ellos. Es cierto y existen ejemplos que no siempre es así. Y las autoridades del Estado deben estar a la altura de las circunstancias. Al menos alguna vez.
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