La concejal Rosa Tulio (Unidad Ciudadana) propuso declarar al neurocirujano Roberto Herrera como “Pergaminense Sobresaliente”, buscando marcar la distinguida trayectoria que el médico de nuestra ciudad alcanzó a nivel internacional. La iniciativa de Tulio además de justa y merecida, es oportuna. El especialista en neurociencias habló con PRIMERA PLANA sobre su carrera y la búsqueda por lograr una mejor calidad sanitaria en Pergamino.
Es el mayor de cuatro hermanos -una mujer y tres varones-, creció en el Barrio Ameghino, cursó gran parte de sus estudios primarios en la Escuela Nº 10, pero egresó en la Nº 22. Y en el exColegio Nacional “Almirante Brown” completó la secundaria. El Club Atlético Argentino era uno de sus lugares preferidos hasta que se fue a estudiar a la Universidad Nacional de Rosario, donde atravesó los últimos años de la dictadura.
“Mi padre tenía dos trabajos. Venía a las 14:00 hs., comía algo y se iba hasta la noche. Lo que se nos inculcaba era que para no repetir eso había que tener un estudio o un oficio”, recuerda el doctor Roberto Herrera. Se perfeccionó en España en Neurocirugía Pediátrica y técnicas como el bypass, trabajó en Estados Unidos y Francia y realizó conferencias en Brasil, Panamá, Colombia, Paraguay, la India, Suiza, Italia y Rusia. En la actualidad trabaja en Capital Federal, Rosario y Pergamino, donde está al frente del Instituto del Diagnóstico, de calle 9 de Julio al 500.
¿En qué momento eligió su profesión?
De chico quería hacer medicina. Me anoté apenas terminé la secundaria en el Colegio Nacional. En esa época éramos dos mil para entrar y me acuerdo que fuimos la noche anterior para anotarnos. Se tenía claro que la forma de crecer y ascender socialmente era con esfuerzo y trabajando. Me parece que esto se perdió un poco y pareciera que la gente espera que otro les regale todo. No veo el espíritu del sacrificio hoy en día. -
¿Cómo fue descubriendo la neurocirugía?
Me recibí en 1980 y ya en ese momento sabía que quería hacer neurocirugía. Cuando terminé se había abierto la residencia en el Hospital Clemente Álvarez, con un profesor brillante que fue el doctor Angel Viruega. Hice 4 años de residencia, fui jefe y después empecé a rotar por distintas partes del mundo. En España me perfeccioné en neurocirugía pediátrica y técnicas como el bypass y brindé servicio en Estados Unidos y Francia.
¿Cuándo comenzó a ejercer en Pergamino?
Conocí a mi esposa haciendo la residencia y me volví a Pergamino en el ‘87. En esa época había dos neurocirujanos en la ciudad y entré a trabajar en la Clínica Centro. En ese momento, fuimos los primeros en implementar la tomografía computada aquí. Años después empezamos a armar el Instituto, que primero estuvo sobre la exAvenida Julio A. Roca y se hacían tomografías únicamente. Cuando quisimos expandirnos, nos mudamos a calle 9 de julio, sobre todo por la cercanía con la Clínica Centro.
¿Cómo desarrolló la cirugía de tumores cerebrales guiada con resonancia magnética intraoperatoria?
Empecé a trabajar para implementarlo en Argentina en el ‘87, después de ir a un congreso en Miami. No había capital en ese momento y junto a dos socios logramos comprar un aparato que era el mismo que se usaba en la Universidad de California. Lo pusimos en el Instituto y montamos un quirófano especial. En ese congreso, el jefe de neurocirugía de Harvard, el doctor Peter Black, cuenta que habían armado un quirófano con un resonador magnético adentro. En el ‘96 él había operado al primer paciente con esta técnica y ese año, en Alemania lograron lo mismo. Luego se sumaron Canadá y Finlandia. El quinto país que lo hizo fuimos nosotros y en Pergamino.
¿Por qué nunca se llegó a implementar en nuestra ciudad?
Cuando quisimos empezar a operar, no pudimos conseguir las habilitaciones. La Asociación Médica de la ciudad no nos habilitó el aparato, incluso se hizo una asamblea pero los médicos de las tres clínicas votaron en contra. Teníamos un equipo de un millón de dólares y no lo podíamos usar. Un día recibo un llamado de una colega de España que tenía a su hijo de 9 años con un tumor en la cabeza. Lo habían operado y no le habían podido sacar todo. Se viene toda la familia para Pergamino, presentamos un recurso de amparo y el juez nos autorizó a operarlo. Lo operamos acá y ese chico ahora tiene 28 años, está casado y tiene dos hijos chiquitos.
Apoyados por la Justicia logramos operar a 23 pacientes, pero seguíamos sin tener el apoyo de la Asociación, lo cual significaba mucho riesgo. Llevamos todo el equipamiento a Buenos Aires y ahora seguimos haciendo estas operaciones allá.
¿Cómo evalúa la salud en Pergamino?
Me gustaría montar un servicio completo de neurocirugía acá. Veo que mucha gente se va a Junín o a Capital a operarse. Cuando empecé, mucha gente venía a la ciudad y ahora se van todos afuera, es una lástima. Si hubiésemos tenido el apoyo de la comunidad en ese momento, Pergamino sería vanguardia, no solo a nivel nacional. Veo casos como el Maiztegui o del Centro Oncológico del Hospital y siento que deberían apoyar más, sobre todo la clase política.
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