Se abre la puerta de calle y nos volvemos a mover: ¿Nos volvemos a morir?

En Argentina desde el 20 de marzo vivimos en una de las cuarentena más estrictas y controladas del mundo. La gran mayoría de población se quedó masivamente en sus casas, sin escuelas, sin comercios, ocio, contacto de amigos, familias, sin salir a andar en bici a circular en auto o moto, sin eventos masivos… al mejor estilo cinematográfico.

Con el pasar de los días, las actividades comerciales fueron encontrando su normalidad y las de excepción funcionan bajo estrictos protocolos supervisados por cada jurisdicción y avalados por el Estado Nacional.

Esta situación atípica, trajo como beneficio principal el “control” de la pandemia, evitó el contagio masivo y disminuyeron en torno al 90% de siniestros viales (la otra pandemia) lo que representa cerca del 70% de las camas hospitalarias liberadas.  Con casi 90 días cumplidos de aislamiento comenzamos a pensar en el día después y surgen algunas preguntas.

Cuando volvamos a las calles… ¿vamos a volver a tener 20 muertos diarios por el tránsito?, ¿vamos a estar igual de acelerados?, ¿vamos a cederle el paso a esa bici… aunque sea más chica y de menor peso que mi auto?, ¿vamos a comprender que el parque de motoristas va a ser mayor? Y, teniendo en cuenta que el comercio online creció exponencialmente, ¿existirá una “nueva” convivencia con motos y bici-delivery? ¿Podremos entender que vamos a estar más aletargados y sin la gimnasia de movernos de la manera que lo hacíamos antes?, ¿será posible que entendamos que el tránsito sin tanta violencia, velocidad, prepotencia es mejor?, ¿Podrá ser que no nos matemos de a 20 por día?

La pandemia va a cambiar el modo en que estamos en el mundo y nos deja varias enseñanzas. En cada uno está aprenderlas, no olvidarnos en 25 minutos, cuando ya estemos arriba del auto y antes del semáforo nos llegue ese WhatsApp “urgente”, que responderlo ya, no va a cambiar el rumbo del mundo ni de nuestras vidas, ¿o, sí? Porque en menos de un segundo, en una distracción podés arruinar tu vida, la de tu familia y la del otro que está a tu alrededor en ese momento.

Deberemos entender nuevamente que está bueno pensar en el otro, tener empatía y eso también requiere sumarse a la nueva movilidad, a la “bici” definitivamente como una modalidad de tránsito más importante, no sólo en ciudades gigantes, también en poblaciones chicas. Para esto, también los jefes comunales, tendrán que estar a la altura de las circunstancias mostrando que algo aprendieron, que serán necesarios muchos más bicicleteros y espacios protegidos para que esos ciclistas (y todo lo que viene en términos de movilidad), circulen protegidos, seguros, para que los niños puedan usar esos espacios y crecer en una nueva “normalidad”, sin tanta combustión, contaminación, y apuro

Sin dudas una oportunidad para trabajar la educación vial, por fuera de la escuela. Es hasta filosófico, la inversión del Estado en materia de prevención COVID19 mostró resultados, porque la inversión en prevención es el único camino para no llenar camas de hospital, con el tránsito (la pandemia invisible), pasa lo mismo, por eso estoy convencido que no invertir hoy, será tener un mañana (literal) igual al que tuvimos 90 días atrás.

En 1971 Stanley Kubrick produce y dirige “La naranja mecánica”, una película que fue nominada a 4 Oscars -y no ganó ninguno-, que en Argentina se estrenó en julio de 1985. La obra propuso la “rehabilitación” de uno de sus protagonistas (Alex), pandillero, líder de los “Drugos”, personaje agresivo y ultraviolento, luego de someterse a una terapia de aversión (método Ludovico), que es un tipo de tratamiento psicológico-psiquiátrico, que consiste en exponer al “paciente” a un estímulo, al mismo tiempo que se le hace experimentar una sensación desagradable, buscando condicionarlo y así terminar con un comportamiento indeseado. Creo que estamos en algún punto de ese tratamiento, pero sin alfileres en los párpados. Hace 3 meses de lo único que se habla en redes, radio y TV, es de COVID-19 en modo repetición, sin saber siquiera que el microscópico virus se llama SARS-CoV-2.

Lo cierto es que todos, por miedo, conciencia o lo que fuere actuamos en consecuencia con precaución y protegiendo a los nuestros. Pensar en cuando se vuelva a abrir la puerta de calle para todos al mismo tiempo, me hace correr frío por la espalda.

Sin distinciones político-partidarias, como hicimos la gran mayoría de los argentinos con el coronavirus, podemos aplicar el mismo lema, #CuidarteEsCuidarnos, para abordar con la misma seriedad, la otra pandemia.

EL autor es Licenciado en Prevencion Vial y Transporte. Presidente de la Asociación para la Disminución de Siniestros Viales (ADISIV)

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