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Slow Sex: los 3 beneficios de practicarlo

La tendencia busca el contacto visual y las sensaciones sutiles sin los apuros de la vida moderna. Por qué es bueno ponerlo en práctica especialmente después de los 50.

“Aunque la sexualidad pasional y orgásmica proporciona una satisfacción momentánea, a la larga suele convertirse en una actividad rutinaria y mecánica que a muchas parejas les lleva a perder la pasión y el tiempo dedicado a su intimidad en la alcoba”.

La cita pertenece a Diana Richardson, una de las especialistas en sexualidad más destacadas del mundo y autora de “Slow Sex”. El libro se convirtió en un fenómeno hace casi diez años. Según señala la mujer nacida en Sudáfrica, la práctica está basada en el contacto visual, en las sensaciones sutiles y, principalmente, en la respiración profunda.

Quizás va a contramano con las sociedades actuales, tan fanáticas de la inmediatez. “El primer paso para reavivar una vida sexual monótona (o para hacer aún más placentera una sexualidad saludable) es conseguir que el hecho de hacer el amor sea una decisión consciente y no un encuentro casual”, dice el libro.

La tendencia del “Slow Sex” va de la mano con otras, del tipo “Slow Food”, que va en contra a la estandarización del gusto en la gastronomía y apunta a salvaguardar las tradiciones vinculadas a la comida.

¿De qué se trata?

Arraigado en las ideas de la filosofía tántrica, el “slow sex” propone una idea que parece sencilla, pero que no lo es tanto en la práctica: entender al acto de tener sexo como un viaje sensorial. Algo que se vive de forma integral, sin entender a la penetración como el objetivo primordial.

Los beneficios

Tener sexo sin urgencias es una de las claves para estar bien física y mentalmente, a partir de los 50 años, según destacan los especialistas, como Richardson. Estos son algunos de los beneficios de esta práctica.

  • Favorece la comunicación sexual. Retrasar el momento del orgasmo es clave. Eso estimula la comunicación con la otra persona. Conocemos más los deseos de quien nos acompaña y los propios. Al retrasar el momento del orgasmo, aumentamos la intensidad y el nivel de excitación.
  • Aumenta los niveles de serotonina y oxitocina. Son conocidos los beneficios del sexo como vasodilatador y cardiosaludable. Pero, además, la complicidad y la compañía que generan el “slow sex” disparan las hormonas de la felicidad.
  • Mejora el estado de la piel. Principalmente, por una razón: favorece la circulación sanguínea y se reducen las toxinas.

Aunque no hay un tiempo establecido para tener relaciones sexuales, todos coinciden en señalar que debemos tomarnos las cosas con calma. La clave está en buscar una sensacón de plenitud, conectarnos con el goce y el placer. Todo lejos del teléfono celular. Todo más tranquilo. Más “slow”, como dice la tendencia.

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