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Solo un grupo de adolescentes

Fernando Escobar Por Fernando Escobar | 24 de Julio de 2022

Un día de semana cualquiera, posterior al 21 de septiembre de 1979, reunidos en uno de los salones del colegio, un grupo de compañeros de cuarto año decidían qué hacer con la plata que habían recaudado en el baile del Día de la Primavera. La decisión fue unánime: comprar dólares. Había que ahorrar para poder pagar al año siguiente el tan esperado viaje de estudios.

Esta es una historia más de las innumerables situaciones en las cuales los argentinos vemos como el valor de nuestra moneda se deteriora constantemente.

Los adolescentes estaban medianamente informados y pudieron protegerse de la segura desvalorización del peso, protección que no pueden lograr los sectores más vulnerables que tienen ingresos fijos en pesos (cuando los tienen). Primer grave consecuencia, mayor pobreza.

Los que pueden huyen del peso, adquieren bienes y servicios (incluidos dólares)) para tratar de no perder tanto, lo que casi siempre genera nuevos y mayores aumentos, remarcaciones, desabastecimiento, etcétera. Segunda consecuencia, mayor deterioro del valor del peso.

Las Pymes, los emprendedores y los comerciantes entran en una zona de profunda incertidumbre; se agranda la desconfianza; se pierde el crédito; los pesos queman y las previsiones desaparecen. Tercer consecuencia, mayor deterioro de las normas de convivencia.

El Estado, se financia con la inflación (impuesto inflacionario) licua sus gastos en pesos, aumenta su recaudación en pesos, emite muchos pesos para renovar sus deudas en pesos y financiar sus déficits en pesos. Cuarta consecuencia, mayor inequidad fiscal.

¿Porque nos pasa esto? Porque hace más de 60 años que convivimos con este fenómeno, porque somos el segundo país con mayor tasa de inflación de América Latina. Seguramente si les hacemos esta consulta a políticos, economistas, psicólogos, sociólogos, empresarios, sindicalistas, entre otros, todos nos darán una o varias respuestas. Tal vez varias sean valederas.

Se suceden los gobiernos, se formulan distintos planes y políticas de estabilización y el problema se agrava, no encontramos la solución definitiva.

¿Cómo hacemos para que la decisión de aquel grupo de adolescentes no se repita en el futuro? Muy simple y muy complejo: consensuando y deponiendo. Que nuestra moneda valga nos sirve a todos, es un beneficio individual y general, es de interés nacional.

El valor de la moneda (derrota de la inflación) debería estar fuera de las discusiones partidarias y sectoriales, debe sobrevolar los intereses corporativos.

Una moneda sana habla de una Nación sana. Todas las políticas públicas y privadas que se implementen para valorar nuestra moneda deben ser eso, públicas de interés nacional.

No sirve el voluntarismo. En la lucha contra la inflación, todos debemos ser implacables. En esto no hay medias tintas. La inflación es nuestra enemiga y debemos derrotarla, pero todos juntos.

 *El autor es Contador Público Nacional, dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR) y expresidente del Concejo Deliberante   

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