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Tarjetas de crédito: valoradas por las promociones y las compras en cuotas

Lograron una fuerte penetración en los últimos años, al crecer 112% en volumen; se cree que la sostenida inflación y las repetidas recesiones realzaron estas apreciaciones entre los usuarios.

Sea por los sostenidos niveles de inflación que mantuvo la economía en los últimos años o por las reiteradas caídas en recesión, los usuarios argentinos de tarjetas de crédito valoran cada vez más la posibilidad que estas les abren para acceder a promociones que permiten adquirir productos o servicios a precios "más acomodados" o realizar compras con pagos que se estiran en cuotas.

El dato surge del informe de tarjetas de crédito en la Argentina que periódicamente realiza el Estudio Paredes, una radiografía de la actividad que muestra que ambos atributos no solo figuran reiteradamente entre los más apreciados por quienes usan los plásticos, sino que resultan cada vez mejor considerados como "diferenciales" que dan mayor sentido al uso de estos medios de pago.

"Hay una valoración creciente de las tarjetas como medio de pago o 'rueda de auxilio' ante situaciones de estrés económico o financiero desde 2010 hasta el presente. Esa apreciación favorable es del 73% en promedio, pero crece notoriamente a medida que disminuye el nivel socioeconómico, llegando al 78% entre los del nivel C3 y al 84% en el D2, que es el estrato más bajo", explicó Enrique Paredes, autor del relevamiento.

Con mayor penetración

El relevamiento da cuenta de la elevada penetración que lograron estos plásticos en los últimos años.

En buena medida, esto sucedió porque la cantidad de plásticos emitidos en ese lapso, es decir, en ocho años, creció de 28,5 millones a 60,5 millones, considerando tanto los colocados por bancos como por otras empresas no financieras.

De esta manera, el usuario promedio pasó de tener 2,17 plásticos a portar 3,15 tarjetas, aunque se mantuvieron las marcadas diferencias según el nivel social y el poder de compra: el decil más bajo (D2) tiene 1,3 tarjetas por billetera, mientras que los ABC1 acopian más de 6, lo que no quiere decir que usen todas. A su vez, mientras el 96,3% del estrato más alto de la sociedad -en términos de consumo- tiene alguna tarjeta, en la otra punta de la pirámide, solo el 19% de las personas la tienen.

En el período analizado, el crecimiento de las tarjetas fue de 112% promedio, siendo mayor entre las tarjetas bancarias (127,6%) que entre las no bancarias (83,45%). Y la mayor expansión se dio "entre los usuarios D1, donde pasaron del 24,9 al 43,7% de esas personas, y el D2, estrato en el que pasaron del 5,47% en 2010 al 19,1% hoy", algo que, para Paredes, certifica que las tarjetas se "popularizaron".

Para el analista Marcelo Zárate, el crecimiento en la cantidad de tarjetas, así como la evolución mostrada por los diferentes tipos de plásticos (clásico, gold, platinum, black o signature), fue básicamente consecuencia de las estrategias agresivas de colocación de plásticos que las entidades financieras vienen implementando en los últimos años, no solo aquí, sino también en el resto del mundo. "Esas estrategias, favorecidas por el mayor conocimiento de hábitos o gustos que permite la tecnología, hacen que sea común que las personas posean al menos dos o tres tarjetas de crédito de diferentes bancos o entidades, ya que son tentadas con el regalo de un número considerable de millas aéreas, paquetes sin costo por períodos o el acceso a promociones para comidas o espectáculos", detalla.

La encuesta realizada por Paredes detecta que mientras en los niveles altos el vínculo con la tarjeta se "estructura en motivaciones prácticas o racionales", en los medios-bajos o más bajos se desplaza hacia lo emocional. "La mayoría las valora como un salvavidas o una especie de seguro frente a posibles emergencias", comenta su autor.

Su colega Zárate, que también recibe a diario en su sitio web experiencias de usuarios, coincide. "En general, las estrategias para contentar a los tarjetahabientes de estratos premium se enfocan en destacar mensajes de 'exclusividad' o 'servicios de excelencia', como la posibilidad de contar con asesoramiento para viajes y tasas preferenciales". Por otro lado, para los sectores de estratos bajos el foco está "en la inclusión financiera y el acceso a financiación, o la posibilidad del pago en cuotas que brinda la obtención de un plástico". Claro que todo esto queda reflejado a su vez en una marcada diferencia entre los requisitos para acceder a las distintas categorías de paquetes (que incluyen tarjetas de crédito) ofrecidas por un mismo banco y "en el costo de adquisición de los mismos", apunta.

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