Las inmediaciones de las calles Almafuerte y Ruta Nacional N32 se transformó en una verdadera selva. Si Tarzán existiera, seguramente sería pergaminense y hubiera decidido asentarse a vivir en dicho lugar.
Pese a los constantes reclamos por parte de los vecinos del lugar el lugar se ha convertido en una reserva ecológica con especies autóctonas dignas de preservar. Las plantas han trepado la señalización de las calles, que como la naturaleza es sabia, todavía no ha topado.
Aunque la inédita situación pueda provocar risa, no es para nada gracioso y demuestra, una vez más la falta de predisposición por parte del área de espacios verdes del municipio.
“Nos caracterizamos por ser un municipio verde, donde cada área se integran y coordinan sus actividades, los nomencladores de calles y avenidas, en este caso, integrados a la naturaleza...” expresó una vecina del lugar irónicamente.
Además, en las fotos que hicieron llegar a PRIMERA PLANA, puede apreciarse un controlador de velocidad fuera de funcionamiento cuando debería tener la función de prevenir el exceso.
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