Lo que debía ser una noche de humor terminó generando incomodidad, enojo y reflexión. Durante su presentación en la Casa de la Cultura de Pergamino, el humorista Martín “Campi” Campilongo lanzó un comentario desafortunado que rápidamente encendió la polémica: al preguntar de qué barrios provenía el público, dijo -entre risas forzadas- que “si había alguien del 12 de Octubre, había que cuidar las pertenencias”.
El comentario no fue celebrado ni acompañado por la audiencia. El silencio incómodo fue la primera respuesta. La segunda, más profunda, llegó desde el mismo barrio aludido, a través del padre Aníbal, sacerdote del 12 de Octubre, quien publicó una sentida reflexión: “¿Indignado? No. Preocupado. Este tipo de expresiones no provocan alegría: hieren. Hieren la dignidad de muchos, y también los esfuerzos de quienes trabajamos día a día por el desarrollo y la promoción de cada vida vulnerada”.
Lejos de confrontar con agresión, el cura planteó una reflexión sobre el daño de los estigmas, y recordó que los problemas como la violencia, las adicciones o los conflictos con la justicia no pertenecen a un barrio ni a una clase social, sino que atraviesan a toda la sociedad.
Hasta el momento, Campi no se expresó públicamente. Pero el mensaje del barrio fue claro: hay bromas que no hacen reír. Hay palabras que, sin intención o con ella, lastiman.
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