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Es contador, dejó su trabajo de oficina para emprender en el campo y es feliz: “Me dijeron que estaba loco”

Matías Cogo vive cerca de Pergamino, es contador y cumplió el sueño de vivir en las tres hectáreas de su tatarabuelo. “Siempre quise agregar valor a este lugar”, dijo.

Matías Cogo (41) vivió durante toda su infancia en el Paraje Ayerza, a pocos kilómetros de la ciudad bonaerense de Pergamino. Esos años que pasó en las tres hectáreas que pertenecían a su tatarabuelo lo marcaron profundamente, y plantaron dudas que se convirtieron en su sueño: ¿Cómo agregarles valor y hacer más productivas esas tierras?

A pesar de que en la Universidad de Rosario se recibió de Contador Público y tenía “un trabajo seguro”, Matías siempre quiso volver al campo. A pesar de los miedos, propios y ajenos, confió en su intuición y ahora es feliz con una propuesta de turismo rural.

 

“Yo veía la necesidad de agregar valor al lugar”

“Nací acá y viví hasta los 9 años, soy la 5° generación. Mientras cursaba empecé a trabajar en estudio contable para ayudar a mi familia; también fui administrativo en una metalúrgica, pero nunca dejé de pensar proyectos para el campo", contó.

Emprendió con cerdos, también intentó desarrollar una idea con ponedoras, pero estando lejos y cumpliendo un horario de oficina, llevar adelante las iniciativas fue complejo.

 

 

“Cuando te vas y tenés una estructura armada en otro lado, es difícil. Fue todo complicado y con muchas trabas, pero nunca se me fue la idea de volver. Un hermanito mío murió de chico, y mis viejos se quedaron solos. Yo veía la necesidad de agregar valor al lugar”, relató el contador.

En el 2016 su papá Raúl tuvo problemas cardíacos que le impidieron hacer trabajo forzado con la maquinaria agrícola, y dos años después su muerte “cambió el esquema de todo”.

“Sé que mi papá me mira orgulloso”

“Yo había vuelto en el 2013, seguía con el campo y clientes particulares. Sin mi papá me quedé solo y tuve que pensar cómo desenvolverme. Cuando aposté por el proyecto de turismo rural, muchos me dijeron que estaba loco porque acá no había nada desarrollado”, recordó Matías.

Pospandemia lanzó la propuesta turística de alojamiento y comida, y a pesar de que la vida le puso a Matías el desafío de enfrentar un cáncer con un “tratamiento agresivo” que lo dejaba “hecho sopa”, pudo salir adelante.

“Desde junio de 2024, que no paramos. Tuve un año de recuperación, y ahora disfruto de que la gente venga a dormir a mi casa. Siempre quise hacer producir esto de alguna manera, y cuando uno hace las cosas de corazón y le pone pasión, va llegando todo”, reflexionó.

A pesar de que ahora está dedicado 100% al campo, no descarta volver a trabajar como contador y considera además que su paso por la universidad y la oficina no fue tiempo perdido, sino que lo ayudó a construir su presente.

“Ahora estoy trabajando de lo que quería, feliz: pasé de resolverle problemas a la gente con los números, a ofrecerles un bienestar. Desde algún lugar sé que mi papá me mira orgulloso, es mi granito de arena para acercar el campo a la ciudad, y mostrar que no somos el enemigo”.

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