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La historia de un recorrido realizado con dedicación y trabajo

“A veces el camino de la buena conducta y de la responsabilidad suele ser un poco más largo, pero es el que termina dando sus frutos”, señaló Gustavo Frágola

En 1976, Gustavo Frágola, vecino de nuestra ciudad, inició en la firma Palaversich y en 2002, durante la crisis del “corralito”, compró un predio en el Parque Industrial y construyó su propia empresa de procesamiento de semillas.

Luego de 48 años se retiró de esta actividad y le alquila el predio a otra empresa y ocasionalmente, realiza consultorías.

Hoy disfruta del ciclismo, que recomienda por sus beneficios para la salud y que lo ayudó a detectar una dolencia coronaria a tiempo, como también de su Citroën 3CV del ‘75 que restauró y con el cual participa de eventos y viajes por todo el país junto a su esposa Patricia.

Además, Gustavo Frágola disfruta de acompañar a sus hijos en sus actividades dentro y fuera del país.

 

- ¿Qué destaca de su infancia y adolescencia?

- Mi infancia la pasé en Acevedo hasta casi los 13 años, épocas hermosas en el pueblo. Luego nos mudamos a Pergamino. Recuerdo con cariño las fiestas de San Juan y San Pedro, las grandes fogatas y de cuidar a los muñecos para que no venga una banda rival a quemarlos durante la noche.

La primaria la hice en la escuela 12, donde conocí a “Cachi” Gutiérrez, con quien tengo una amistad desde entonces. En casa no teníamos televisión, así que íbamos a lo de “Cachi” a ver películas en blanco y negro.

El secundario lo cursé en la escuela Normal mixta, en el edificio que estaba en calle Florida y 9 de Julio, donde éramos solo tres varones en el curso y el resto eran chicas, quienes nos ayudaban a estudiar. También colaborábamos en la construcción de las carrozas para el Día de la Primavera. Esta etapa fue maravillosa y con el tiempo esos recuerdos se vuelven más valiosos.

 

- ¿Cómo fueron sus comienzos en su profesión?

- Mi carrera comercial empezó casi por accidente. Estudiaba Ciencias Políticas en Rosario, pero la complicada situación de los años 70 me llevó a abandonar los estudios. Confieso que esa carrera era muy interesante y, hoy, me arrepiento de haberla dejado. Pero en esa época la situación era difícil, era un constante ir y venir de sirenas. Recuerdo incluso que muchos conocidos que asistían a la universidad, lamentablemente desaparecieron y nunca se supo más nada de ellos. Entonces decidí volver y mi padre me dijo “si no estudias vas a tener que trabajar”. Y así fue, vi un aviso que buscaban a una persona con carnet de conducir, con título secundario y con conocimientos de taquigrafía. Me presenté y, en enero del 76, comencé a trabajar en la firma Palaversich donde aprendí el oficio de la semillería.

En ese momento era mucho más chica de lo que después fue, llegó a ser la empresa de semillas forrajeras más importante del país con mucho peso internacional, prestigio que lograron los hermanos Palaversich, Alberto y Carlos, que lamentablemente fallecieron hace poco tiempo.

La experiencia aquí, me proporcionó los conocimientos y contactos necesarios para establecer mi propio negocio con éxito.

- ¿Cómo fue su evolución profesional?

- Estoy satisfecho con mi evolución profesional. Mi matrimonio con Patricia Selak también influyó en mi vida y en mi crecimiento. Ella es hija de una reconocida familia en el rubro gastronómico, de quienes habían creado “El Braserito”.

Al poco tiempo de casarme, me retiré de Palaversich y, con mucha dedicación, trabajo y aprovechando mis conocimientos, inicié mis actividades por cuenta propia y logré establecer una planta de procesamiento de semillas bien considerada en el sector, que incluso superó mis expectativas. A veces el camino de la buena conducta y de la responsabilidad suele ser un poco más largo, pero es el que termina dando sus frutos.

 

- ¿Considera que cumplió todas sus metas?

- Siempre tuve en claro cuáles eran mis objetivos totales, quise formar una familia y lo logramos con Patricia, tenemos tres hijos: Paulina, Victoriano y Sofía, que son excelentes personas. Junto a mi esposa, les hemos brindado las herramientas que les permitan ser ciudadanos del mundo y eso como padres nos da una inmensa satisfacción.

Disfruto de una vida razonable teniendo presente los difíciles momentos que vivimos. Deseo fervientemente que Argentina encuentre un rumbo que permita a las futuras generaciones desarrollarse en el país, tal como lo hicieron mis antepasados. Valoro la importancia de la decencia y la responsabilidad en la clase política para lograr un país respetado y con oportunidades.

Además, desde el 2002 estoy en la comisión directiva del consorcio del Parque Industrial como también hace cuatro años que soy el tesorero en la Cámara de Comercio, todo ad honorem. Creo que la sociedad debería involucrarse más, eso nos da lugar a quejarnos e intervenir cuando las cosas están mal.

Recuerdo que un tío nos aconsejó a Victoriano y a mí: “cuiden el apellido, que el crédito moral es lo más valioso que tiene el ser humano”. Eso lo tomé como una premisa de vida y creo que mi hijo también.

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