Laura Riera recuerda una infancia llena de afecto y nos comparte una parte de su historia que se conjuga entre diferentes facetas que forman parte de su vida. La familia, la ciencia y la fotografía, sus tres grandes pasiones.
¿Qué recordas de tu infancia/adolescencia y qué anécdota rescatas?
Tengo recuerdos muy significativos de mi infancia y adolescencia: los viajes en familia, mis amigas del colegio y la vida en la quinta. En los años 70 y 80, mis padres organizaron recorridos en auto por todo el país, desde Ushuaia hasta La Quiaca. En esos viajes, mi papá me transmitió su gusto por la fotografía. Ya como madre, hicimos también viajes por todas las provincias argentinas para que nuestra hija y nuestro hijo vivieran esa experiencia. Recuerdo con alegría los veranos en la quinta familiar y las visitas de mis primas. Con el tiempo, entendí el esfuerzo que hacía mi mamá para que esos encuentros sucedieran. Hoy cuido ese lugar, lleno de memorias y afecto, para que siga siendo un espacio de encuentro para la familia y amigos. También valoro mucho los años del colegio: pasaba el día con mis amigas, con quienes aún sigo en contacto. La universidad fue una etapa transformadora: vivíamos el regreso de la democracia, estudiábamos con dedicación, compartíamos charlas, música y guitarras. De allí surgieron amistades que me constituyeron y que siguen conmigo, en presencia o en esencia.
¿Cómo estás viviendo tu presente y que destacas de él?
En el presente, habito distintos roles y facetas de mí misma. Formamos una familia ensamblada con Neme, con una relación muy profunda con mis hijos, sus hijos y familia, que también siento como propia. En mi familia de origen acompaño a mi madre y a mi hermana, con lo mejor de mí. Es muy linda y cercana la relación que hemos forjado con mi madre en esta etapa de nuestras vidas. Disfruto mucho también de los encuentros con mi hermano y su familia. Cada vínculo me permite ser distinta y estar presente con autenticidad.
Trabajo desde hace más de 30 años en el Instituto Maiztegui, con profundo orgullo y sentido de pertenencia, actualmente a estoy cargo de la Unidad de Producción de Vacuna, colaborando en el control de la fiebre hemorrágica argentina. Valoro mucho el equipo humano que formamos y el modo de trabajar. También tengo un fuerte compromiso con la UNNOBA, donde hace más de 20 años participo en distintas áreas. Actualmente, me desempeño en la Maestría en Prevención y Control de Zoonosis y en el Comité de Ética en la Investigación, tareas que valoro profundamente por su aporte a la formación y la reflexión académica.
Otra faceta que me atraviesa es la artística. Hago fotografía desde la universidad, y desde 1994 me dedico especialmente a espectáculos de teatro y danza, sobre todo en Habemus Theatrum, donde compartimos teatro y amistad, aunque también colaboro con otros espacios culturales de la ciudad. Durante años participé en un taller de filosofía, donde surgió mi interés por vincular la fotografía con el arte contemporáneo. Encontré en el Centro Cultural Registrarte un espacio mágico: cada quince días entro y me transformo por completo, me entrego plenamente a esta otra versión de mí. Allí no solo hago fotografía, sino que también surgieron amistades con mujeres enormes con las que siento una conexión genuina y profunda.
¿Crees que cumpliste todas tus metas o te faltó cumplir algo?
Me encuentro transitando los últimos años de una etapa y el inicio de otra. Trabajo en esa transición con conciencia, convencida de que, más allá de las contingencias, la vida se construye trabajando sobre una misma. Mi vida ha sido y es una suma de pequeños objetivos. Siempre estoy ideando algo nuevo que hacer en alguna de las facetas que habito. No pienso en metas aisladas, sino en un proceso permanente.
¿Cuál fue el peor momento de tu vida y como lo superaste?
Atravesé momentos difíciles, como todos. Los he superado refugiándome en mis afectos y haciendo terapia, que considero no solo necesaria en ciertos momentos, sino también un gran ejercicio intelectual y de introspección. Me ayuda a conocerme mejor y construir, conscientemente, la vida que deseo vivir.
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