San Agustin en el siglo VI decía: el que no tiene celos no está enamorado. Este tipo de sentencias es peligroso y en la práctica clínica estás creencias llevan a relaciones de amor tóxicas y de mucho sufrimiento.
Sentir celos en la relación de pareja de vez en cuando es una reacción normal que significa que la otra persona nos importa y que la relación está viva. El problema se encuentra cuando se convierte en algo habitual, dejando de ser celos sanos, generándonos ansiedad, miedo y, por lo tanto, malestar psicológico. Al final, la relación no se vive como algo seguro y empiezan aparecer discusiones.
“Los celos son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Comúnmente se denomina así a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada preste atención en favor de otra”, define la licenciada Julia Casado Martín.
Según la experta debemos aprender a diferenciar entre celos y obsesión o celos enfermizos:
Existe otro sentimiento oculto en los celos: el de posesión. La creencia de que la otra persona nos pertenece y nos debe ser absoluta en sus afectos.
Los celos en pareja producen un elevado malestar psicológico que comúnmente se manifiesta de las siguientes formas:
Lo primero que hay que hacer es intentar apartar los pensamientos obsesivos. Los celosos dan muchas vueltas a la imaginación, y pueden llegar a convencer de que lo que pasa en la mente es verdad.
Los expertos sugieren:
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