Muchas personas consideran que dejar la llave colocada en la cerradura durante la noche les proporciona una mayor sensación de seguridad en su hogar. No obstante, esta práctica, lejos de ser una medida protectora, puede tener efectos contraproducentes. Diversos expertos han señalado los riesgos que conlleva adoptar este hábito de forma recurrente.
En primer lugar, cerrar la puerta con llave es una acción fundamental para reforzar la seguridad del hogar, ya que dificulta el acceso a posibles intrusos. Sin embargo, esta medida debe aplicarse con lógica y cuidado. Uno de los inconvenientes principales es que mantener la llave constantemente en la cerradura puede generar un desgaste progresivo en el mecanismo, reduciendo notablemente su durabilidad.
El verdadero foco de preocupación, sin embargo, radica en que dejar la llave puesta puede facilitar el trabajo de los delincuentes. Algunos métodos delictivos, como la clonación de llaves mediante el uso de imanes, permiten abrir la puerta con sorprendente facilidad. A esto se suma la técnica del bumping una estrategia ampliamente utilizada por los ladrones y que resulta altamente efectiva frente a cerraduras vulnerables.
El método consiste en introducir en el cilindro de la cerradura una llave manipulada y golpear la misma con el fin de hacer "bailar" los pistones del cilindro. Esto consigue que los pistones del cilindro salten simultáneamente cuando la llave es golpeada, permitiendo el giro de la llave y por tanto la apertura de la puerta de seguridad.
Conseguir una llave bumping no es aparentemente complicado, ya que en Internet no sólo existen vídeos explicativos de la técnica para abrir puertas, sino que aparecen varios website dónde explican cómo hacer una llave bumping o dónde comprarla.
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