El café es una de las bebidas más populares del mundo. Tanto que muchas personas aseguran no poder empezar su día sin el shock de energía que la infusión les aporta. Incluso, muchos necesitan tomar más de una taza a lo largo del día. Y si bien la evidencia científica en torno a esta bebida habla de los efectos beneficiosos a largo plazo en la salud, los cuales incluyen una disminución del riesgo de cáncer, insuficiencia cardíaca, diabetes tipo 2 e incluso la muerte prematura; recientes investigaciones demostraron algunas consecuencias no tan positivas.
Al parecer, el límite entre aprovechar los beneficios de una taza de café por la mañana y sufrir los efectos negativos de su exceso está dado por la cantidad que se consume.
“Nunca recomendaría que las personas que no consumen bebidas con cafeína comiencen a incorporarlas en su día por ningún motivo”, aseguró.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por su sigla en inglés) recomienda que las personas limiten su ingesta diaria de cafeína a 400 miligramos, o alrededor de cuatro o cinco tazas de café de 8 onzas (236 mililitros).
En ese sentido, para Psota, “mientras que algunas personas pueden tomar fácilmente de cuatro a cinco tazas al día, otras pueden tener tolerancias más bajas a la cafeína y ser más susceptibles a los efectos secundarios”. Ella misma dijo que descubrió que su propio cuerpo no puede tolerar más de una o dos tazas de café al día.
“Me he dado cuenta que en los días en los que quizás no dormí bien la noche anterior y superé ese punto, me siento nerviosa e incómoda -reconoció la nutricionista-. Entonces, en mi caso, definitivamente me mantengo por debajo de la recomendación de la FDA”.
En el caso de personas con enfermedades cardiovasculares, una taza de café diaria también podría ser más riesgosa, consideró Nikki Cota, dietista de la Clínica Mayo en Arizona. Según ella, “hay bebidas con cafeína elaboradas en cafeterías que contienen hasta 50 gramos de azúcar, que es la cantidad de azúcar añadida que la FDA recomienda para todo el día para las personas que comen 2.000 calorías al día”.
En ese sentido, sostuvo que si alguna persona, aún dentro de las recomendaciones de miligramos o tazas de café, empieza a sentirse demasiado cansada y la cafeína no la ayuda, entonces debe dejar de consumirla. “Si su corazón empieza a latir increíblemente rápido, tiene que parar. Es diferente para cada persona”, señaló
Sylvester contó que ella misma había adquirido el hábito de comenzar sus mañanas con un trago doble de expresso con leche de almendras, pero que con el tiempo es cada vez menos probable que termine la bebida y, a menudo, la bebe a sorbos hasta la tarde. “Solía poder beber más que eso, y ya no puedo -reveló-. Me duele la cabeza y no funciona”.
El experto observó que los pacientes comienzan a desarrollar el hábito en la adolescencia, cuando tienen más control sobre sus dietas y manejan cargas horarias escolares más pesadas. Buchholz aseguró que no recomendaría más de 100 miligramos al día, o alrededor de una taza de café de 8 onzas, para los adolescentes, siempre y cuando no interfiera en su descanso.
“Las personas tienen diferentes sensibilidades, por lo que si alguien se queja de no poder dormir por la noche, lo primero que haría sería evitar la cafeína”, concluyó Buchholz.
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