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Daniel Horacio Scorsetti, oftalmólogo, investigador y docente reconocido

El reconocido médico ha publicado los avances de la oftalmología a partir de realizar terapias con células madres. Reconocido en Argentina y Estados Unidos. El oculista trabaja con tres hijos: Lourdes, Micaela y Luciano en los consultorios de la ciudad de Buenos Aires y hace 27 años es profesor titular de la cátedra de Oftalmología en la UBA.

Daniel Horacio Scorsetti nació en Pergamino en 1961 donde vivió hasta los 18 años. Actualmente es un prestigioso médico oftalmólogo. Es “fellow” -académico-  en segmento anterior del ojo (cornea, catarata y cirugía refractiva), doctor en Medicina y doctor en Salud Pública.

Desde hace 27 años es profesor titular de la cátedra de Oftalmología y lleva 25 años como director de la carrera de Médico Especialista Universitario en Oftalmología, en la Facultad de Medicina de Buenos Aires.

Ha sido galardonado por su contribución a la educación en Oftalmología en Estados Unidos con el Achievement Honor Award, International Education Award y el International Scholar Award.

En 2022 lo reconocen por 25 años de servicios como Leadership -líder- en Educación Oftalmológica en Estados Unidos.

 

- ¿Qué recuerdos tiene de su infancia y adolescencia en Pergamino?

Tuve la suerte de tener una infancia muy feliz, rodeado de mucho cariño familiar, tanto mis padres como mi tía Nelly Balzola se ocupaban mucho de mí (al igual que mis abuelos que no tenían otros nietos). Siendo hijo único contaba con muchos amigos y debido a que mis padres trabajaban ambos, pasaba mucho tiempo en casa de mis abuelos, por esa razón, aparte de los amigos del colegio, tenía los amigos de mi casa, y los amigos de la casa de mis abuelos con quienes me divertía mucho. Tengo hermosos recuerdos de esos años que considero muy importantes, porque marcan nuestra vida. Los cumpleaños, las navidades y las vacaciones en familia eran fantásticas.

La adolescencia fue un parte descubrir el mundo, comenzar a entender la vida, en esos años, todo en Pergamino era muy tranquilo, podíamos estar en una fiesta hasta tarde sin problemas, el bar Corcho’s era nuestro punto de encuentro, se organizaban tertulias en casa de algún amigo y hacíamos nuestras primeras incursiones en los boliches del momento como Fedra, por nombrar alguno de ellos. En el verano iba al Club de Viajantes para disfrutar del tenis y la pileta; también me gustaba mucho escuchar música con Rubén Ibarra y otros fanáticos (era una época de oro de las bandas nacionales e internacionales) e ir al cine los fines de semana, en esa época daban dos películas por turno.

- Estudió siempre en el Colegio San José de los Hermanos Maristas ¿Qué me puede decir de su por la institución?

El Colegio San José de los Hermanos Maristas fue mi segunda casa, estuve allí desde Jardín de infantes hasta quinto año de la secundaria. Hicieron lo mismo Marcelo Collomb, Marcelo Clímaco, José Luis Espert y Eduardo Rossi, entre otros, con quienes me une una amistad entrañable, del mismo modo que tengo siempre presente al resto de mis compañeros, por todos siento también un gran afecto. Cuando pasamos al primer año de la secundaria el colegio se hizo mixto, y tuvimos que aprender a convivir en el aula de una manera diferente pero muy enriquecedora. Las chicas se incorporaron rápidamente y construimos un grupo muy unido donde aparte de estudiar nos divertíamos mucho. Esa unión superó el paso del tiempo y cada tanto nos encontramos todos, sea en la quinta de Luis Sterlichio en Baradero o más recientemente en el campo de Marcelo Clímaco, para compartir la alegría de vernos, y disfrutar el partido de Argentina en el Mundial, como en 1978 cuando festejábamos el Mundial de ese año.

- En 2020 le entregaron el premio Maestro de la Medicina Argentina de la Prensa Médica, sabiendo que en pasado dicho galardón lo han recibido figuras muy relevantes de la medicina nacional como los doctores Leloir y Favaloro.

Cuando me llamaron para darme la noticia pensé que se habían equivocado, nunca consideré que podría ser acreedor de esa distinción. El premio Maestro de la Medicina Argentina se entrega desde el año 1977 en la Academia Nacional de Medicina; es un reconocimiento a la trayectoria profesional que se otorga anualmente a tres médicos argentinos (incluyendo todas las especialidades) que se hayan destacado por sus méritos éticos y científicos a nivel nacional e internacional. Es un premio a la trayectoria, que representa para mí una gran alegría, pero también una enorme responsabilidad y un gran incentivo para seguir trabajando por la salud visual.

- ¿Trabaja junto a sus hijos en su profesión? ¿Cómo logró instalar una clínica de investigación, docencia y cirugía oftalmológica?

Al terminar mi residencia en la Fundación Oftalmológica Jorge Malbran en Buenos Aires, estudié dos años en Nueva York y al regresar a la Argentina abrí el Centro de Especialidades Oftalmológicas (CEOS) en el barrio de la Recoleta. Allí trabajé durante más de 20 años. Contaba con varios consultorios y muchos estudios complementarios, pero no disponía de un espacio propio para el área quirúrgica, ni tampoco para desarrollar actividades de investigación y docencia que son mis otras dos pasiones. Luego de algunos años de idas y vueltas en distintos lugares, pude concretar la idea y centralizar todo en un solo sitio que, afortunadamente, está a dos cuadras de la Facultad de Medicina, y me facilita mucho el traslado de un lugar a otro.

Tres de mis hijos son oftalmólogos y poder compartir con ellos la tarea profesional es algo maravilloso, actualmente la mayor, Lourdes se encuentra en Manhattan haciendo un postgrado junto a su marido (neurocirujano). Mi segunda hija, Micaela desde hace un año está haciendo un postgrado en cornea y cirugía refractiva en España, y el menor, Luciano, vive en Buenos Aires, completando su segundo año como jefe de residentes del Hospital de Clínicas de la UBA.

- ¿Qué rol tiene la terapia con células madres en oftalmología?

Las células madre son células indiferenciadas que tienen propiedades para auto renovarse, y también para diferenciarse hacia otros tipos células, dando origen a todos los tejidos.

En la oftalmología al igual que en el resto de la medicina, la terapia con células madre juega un rol cada vez más importante como nueva herramienta terapéutica en algunas enfermedades oculares, que hasta ahora no contaban con un tratamiento exitoso. Si bien disponemos en la actualidad de terapia celular para reconstruir la superficie corneal, no es menos cierto que en un futuro cercano todas las capas del ojo podrán ser regeneradas a partir de esta terapia.

En el año 2010 publiqué mi primer libro sobre células madre en oftalmología, y en el año 2015 el segundo.

Los aportes de la medicina regenerativa mediante el empleo de las células madre, los adelantos en la terapia génica sumado a la decodificación del genoma, y los nuevos dispositivos y biomateriales de soporte que son bio-compatibles con los tejidos intraoculares constituyen una esperanza real de encontrar más soluciones a problemas graves de la visión que afectan a la población mundial, y que sin dudas contribuirán a reducir las causas de ceguera en los próximos años.

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