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El cielo de Pergamino, empañado por la impunidad: Mejor que decir, es cumplir la ley

El martinismo rompió dos décadas de normativa vigente con propaganda aérea sonora, en plena campaña electoral. Los hechos son más que claros.

En una escena inédita para la ciudad, una avioneta del espacio político Hechos, que responde al intendente Javier Martínez, sobrevoló la ciudad ayer a la tarde difundiendo un jingle de campaña con llamados explícitos a votar por Gustavo Ciuffo como concejal y Paula Bustos como diputada en las elecciones del próximo 7 de septiembre. El hecho, burdo y provocador, representa una violación flagrante a las normativas locales que regulan la propaganda política en el espacio público —y especialmente en el espacio aéreo.

La publicidad aérea sonora está prohibida en Pergamino desde el año 2001, cuando se sancionó la Ordenanza N.º 6604/01, aún vigente en 2025. Esta norma estableció restricciones al uso de altavoces en aeronaves por su impacto en la tranquilidad urbana, especialmente en zonas residenciales, escolares y hospitalarias. Dos décadas después, la Ordenanza N.º 9972/24 refuerza este marco regulatorio en el contexto electoral, prohibiendo el reparto de volantes desde vehículos aéreos y reafirmando el criterio de limitar las formas invasivas de propaganda en el espacio público. Ambas ordenanzas se complementan, consolidando una política local sostenida contra la contaminación sonora y visual desde el aire.

Lo más llamativo —y contradictorio— es que la ordenanza de 2024 fue impulsada por el concejal oficialista Ignacio Maiztegui, quien en su momento declaró que “esta ordenanza no busca limitar la libertad de expresión de ningún sector político, sino establecer reglas claras para que esa expresión se dé en un marco de respeto y responsabilidad ciudadana”. Maiztegui remarcó que la ciudad “no puede convertirse en un escenario de contaminación visual ni mucho menos en un lugar donde lo proselitista pase por encima del orden urbano y el respeto por lo común”.

Sin embargo, el mismo espacio político que promovió la regulación ahora la viola abiertamente, como si las reglas no aplicaran para quienes ostentan el poder. El uso de una avioneta con altavoces para difundir propaganda electoral no solo rompe con la normativa vigente, sino que exhibe una lógica de impunidad: la de quienes se creen dueños de todo, incluso del cielo que compartimos.

Aunque la Ordenanza 9972/24 no menciona de forma específica los mensajes sonoros emitidos desde aviones, su espíritu es claro: preservar el orden urbano y evitar la contaminación sonora y visual. En ese marco, la maniobra aérea del oficialismo no puede interpretarse más que como una provocación —una señal de que, para algunos, el poder habilita el atropello.

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