El miércoles pasado se celebró la misa en homenaje al Padre Jorge Galli, en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, con motivo de cumplirse 30 años de su fallecimiento.
Hubo una muy buena concurrencia de fieles, algunos de los cuales dejaron un testimonio vivo de la obra de Galli durante varios años de sacerdocio en esa Parroquia.
Jorge Galli, nacido en Tres Algarrobos, el 23 de abril de 1930, hijo de un albañil y una ama de casa, con 9 hermanos, residió en Pergamino durante 19 años, donde se desempeñó como sacerdote de las capillas Santa Teresita del Niño Jesús, del Barrio Otero y del Sagrado Corazón de Jesús.
Nadie más adecuado que el Padre Aníbal Tabares para llevar adelante el oficio religioso al “obrero que se hizo cura”. Aníbal es un sacerdote con una mirada y palabra especial hacia los más humildes, que camina los sitios de los más necesitados y es capaz de reflejar la idea de una Iglesia de puertas abiertas hacia la gente. Sigue los lineamientos que marcaron los papas León XIII, Francisco y el actual León XIV como su continuador, como asimismo del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva y hasta del propio Padre Galli, de quien en su homilía tuvo elogiosas palabras sobre su vida y vocación sacerdotal.
“En cuanto a su vida podemos decir, sin dudarlo, que Galli, en su sacerdocio, fue un servidor fiel a Jesús en su propuesta de Reino de Paz y Justicia misericordiosa”, dijo el Padre Aníbal.
“Fue un trabajador antes de ingresar al Seminario, un obrero que respondió a su vocación sacerdotal trabajando a tiempo y a destiempo. En su pastoreo llevó una vida profética, su entrega fue anuncio claro del evangelio y a su vez denuncia de la injusticia social sufrida por los más pobres, a los que supo escuchar y acompañar”, añadió.
“Su guiso que siempre alcanzaba para todos”
El Padre Aníbal Tabares, vicario parroquial de la Nuestra Señora de la Merced para la atención de los fieles de la Parroquia San Cayetano, dijo que “el servicio expresa la fe madura de todo aquel que se llame discípulo de Jesús; es en el servicio donde se experimenta la verdadera alegría, la felicidad, la dicha, el gozo del que habla Jesús y Galli experimentó el gozo de servir y esa fue su recompensa.
“No buscó honores ni ganancias; su gozo era ver a su comunidad progresar y cuidarse de lo que la amenazaba en aquellos tiempos duros de persecución y muerte”, señaló.
El sacerdote indicó que “quien conoció al Padre Galli experimentó en su servicio la visita de Jesús y el amor misericordioso del Padre Dios que no abandona a ninguno de sus hijos y Galli manifestó la paternidad de Dios. Fue Padre, cura, amigo y compañero de lucha por la dignidad, la igualdad y la justicia social, puerta abierta por la encíclica del Papa León XIII ‘Rerum Novarum’ que trataba sobre la situación de los obreros”.
El Padre Jorge Galli “nunca siguió de largo ante el clamor de los sufrientes; fue providencia concreta de Dios. Nunca postergó la ayuda, sino que hasta volvía descalzo, desabrigado por dar su abrigo y calzado a quien más lo necesitaba, muchos se alimentaron con su guiso que siempre alcanzaba para todos.
“Su vida -aseveró- fue una extensión de aquel lavatorio de pies en donde Jesús nos dijo: ¿entendieron lo que acabo de realizar con ustedes?: hagan ustedes lo mismo”.
“Su legado sigue vigente”
“También dije que recordábamos su pasión y muerte. A Jesús lo condenaron por sedición y por herejía, bajo la acusación que sublevaba al pueblo y se llamaba hijo de Dios. Estas fueron también las condenas que tuvo que padecer también el Padre Galli siendo tildado de peligroso y subversivo, fue un incomprendido para su tiempo”, expresó el Padre Aníbal sobre Jorge Galli.
“Si hubiera estado hoy, diríamos que era un sacerdote fiel a las enseñanzas de Jesús recordadas por el Papa Francisco”, subrayó.
Para Aníbal Tabares, el Padre Galli “murió incomprendido, casi en el silencio silenciador de sus hermanos de fe. Pero también dije que recordábamos su Pascua. Todo servidor fiel, al final de su camino es invitado por el Señor de la vida, el Señor de la Pascua a gozar del lugar de la victoria, el Reino definitivo. De esto podemos dar certezas porque cuando los pobres lloran la muerte de un consagrado, es porque supo guardarse en el corazón de su pueblo y de esto no cabe duda.
“Su legado sigue vigente y es un camino para seguir transitando en el compromiso con los más vulnerados y desprotegidos, al modo que Jesús que no vino a ser servido sino a servir, y dar la vida en rescate por todos, como nos lo decía el papa Francisco, quien a los 25 años de la muerte de Galli lo recordaba con afecto paterno”, enfatizó el párroco de San Cayetano.
Al final de la misa y con la presencia de Roberto Galli, hermano del padre Jorge, se entronizó en un sector de la Parroquia un cuadro de importante tamaño con la imagen del cura “con olor a pueblo” y se rindió un rezo frente a su tumba ubicada al margen del templo para su descanso eterno en la gloria de Dios.
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