A principios de octubre de 1977, Pergamino fue testigo de un evento único en la historia argentina: el paso del reactor nuclear destinado a la Central Nuclear Embalse en Río Tercero, Córdoba. Este imponente artefacto, de 450 toneladas, representaba un hito tecnológico y logístico sin precedentes en el país. Fue trasladado en un carretón especial de 70 metros de largo y 180 ruedas, a paso lento, con un despliegue extraordinario de seguridad y organización.
La travesía monumental del reactor
El traslado del reactor fue un desafío técnico colosal. Su paso a través de las rutas argentinas, desde el puerto de San Nicolás hasta su destino en Córdoba, fue seguido con gran atención por las autoridades, la prensa y el público en general.
En Pergamino, el operativo “La Calandria” capturó la atención de todos. Las calles se llenaron de curiosos que se agolpaban para presenciar el avance de la mole, escoltada por efectivos del Ejército, Gendarmería y personal de la empresa Roman, encargada del transporte.
El principal obstáculo en Pergamino fue el cruce de puentes, tanto a nivel del suelo como aéreos. Uno de los momentos más memorables fue el paso bajo el puente de La Virginia, en la Ruta Nacional N° 188, que tuvo que ser elevado para permitir el avance del reactor. Este hecho requirió la intervención de grúas especiales, que levantaron la estructura a más de 15 metros de altura, un espectáculo que quedó grabado en la memoria de los pergaminenses.
Un operativo inédito en el país
El traslado del reactor no fue solo un reto logístico, sino también una muestra de la capacidad técnica y organizativa de la Argentina en un contexto de creciente desarrollo nuclear.
El operativo involucró a más de 150 personas, entre técnicos, ingenieros y operarios, además de la activa participación de las fuerzas de seguridad y el Ejército.
El sobrepuente modular, diseñado específicamente para este traslado, fue una pieza clave que permitió sortear los obstáculos más difíciles, como el cruce del arroyo Pergamino.
En el corazón del operativo estuvo la empresa Roman, que empleó camiones Mack diseñados especialmente para este tipo de tareas. Estos vehículos, de origen estadounidense, fueron admirados por su capacidad para manejar el peso y las dimensiones del reactor. Lester Waller, gerente de servicios de Mack International, viajó desde los Estados Unidos para presenciar el operativo y elogió la tecnología argentina. “Es una muestra de lo que es capaz la inteligencia argentina”, declaró, resaltando la importancia de este evento en el ámbito internacional.
El impacto en Pergamino
El paso del reactor nuclear dejó una huella profunda en Pergamino. La ciudad se transformó en el epicentro de la atención nacional durante varios días, con medios de comunicación locales y nacionales cubriendo cada detalle del avance de la colosal maquinaria. El 2 de octubre de 1977, el reactor llegó a la ciudad y su estadía se prolongó hasta el 6 de octubre, cuando finalmente retomó su camino hacia Córdoba.
El ambiente en la ciudad durante esos días fue descrito como una “virtual invasión” de uniformados y vehículos del Ejército, Gendarmería y de la empresa encargada del transporte. Los vecinos, fascinados por el despliegue, salieron a las calles para observar el paso del convoy.
Los aplausos y los vítores de “Viva la Patria” resonaron mientras el reactor avanzaba lentamente, simbolizando un momento de orgullo nacional.
Crónicas de un evento histórico
Los medios de comunicación, narraron con detalle el desarrollo del operativo. El 4 de octubre de 1977, una crónica destacaba la complejidad y el éxito de la operación, resaltando la participación del Ejército y la empresa Roman en la construcción del sobrepuente modular. Esta estructura, única en su tipo, fue diseñada para soportar el peso del reactor y fue probada rigurosamente antes de su uso.
El 7 de octubre, tras el exitoso cruce del arroyo Pergamino, otra crónica celebraba el logro técnico del operativo.
El reactor continuó su camino hacia Córdoba, dejando atrás a una Pergamino que había sido parte de un evento singular en la historia del país.
Una experiencia inolvidable
Para quienes vivieron ese momento, el paso del reactor nuclear por nuestra ciudad fue una experiencia inolvidable. No solo por la magnitud del artefacto en sí, sino por lo que representaba: el avance de la tecnología nuclear en Argentina y la capacidad del país para llevar a cabo un operativo de tal envergadura. La imagen del reactor avanzando lentamente por las rutas argentinas, escoltado por una columna de vehículos y efectivos, quedó grabada en la memoria de quienes lo presenciaron.
Hoy, casi cinco décadas después, este evento sigue siendo recordado como uno de los hitos más importantes en la historia de Pergamino.
La Central Nuclear Embalse, en Río Tercero, continúa en funcionamiento, produciendo energía para el país, y el recuerdo del paso del reactor por la ciudad es un testimonio del esfuerzo y la dedicación de todos los que participaron en ese monumental operativo.
Al cumplirse 47 años de este suceso, es importante destacar la participación de la Gendarmería Nacional en la custodia del reactor, desde su arribo al puerto de San Nicolás hasta su destino final en Córdoba.
El relato del sargento primero Laelio Martínez, uno de los gendarmes que formó parte del operativo, ofrece una visión detallada de la logística y las emociones vividas durante esos días. Para Martínez y sus compañeros, el “Operativo Calandria” fue más que una misión: fue un desafío que los llevó al límite, pero también una oportunidad para demostrar el compromiso y la capacidad de las fuerzas argentinas.
Este acontecimiento sigue siendo un ejemplo del poder de la cooperación y el ingenio en la realización de grandes proyectos y un recuerdo indeleble en la historia de Pergamino.
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