La puntualidad es una característica que algunas personas consideran esencial y que otros ven como un desafío constante. Aquellos que siempre llegan temprano a sus compromisos no sólo demuestran una rigurosa disciplina, sino que este comportamiento también tiene implicaciones profundas según la psicología.
La tendencia a ser puntual refleja una serie de rasgos de personalidad y valores que tienen raíces en el subconsciente y en la formación cultural de cada individuo.
Las personas que siempre llegan a la hora no sólo muestran un mayor autocontrol en comparación con los demás, sino que también poseen una percepción más precisa del tiempo, de acuerdo a Diana DeLonzor, experta en el manejo del tiempo y autora de varios libros que abordan el tema.
“Son más cautos y suelen imaginarse los peores escenarios por eso necesitan el tiempo suficiente para solucionar los problemas que puedan aparecer”, menciona para una entrevista para BBC Mundo.
Además, la puntualidad está íntimamente relacionada con la tendencia a procrastinar menos, pues las personas puntuales tienden a ser más proactivas y a enfrentarse a sus responsabilidades de inmediato, en lugar de posponer acciones y decisiones. Al no aplazar las tareas, logran mantener un ritmo constante y aprovechar mejor sus horas, lo que se traduce en una vida más organizada y productiva.
Es importante considerar que la puntualidad afecta significativamente la autoestima y la percepción de uno mismo, de acuerdo con una entrevista realizada por El País a la psicóloga clínica Sandra Farrera.
“Normalmente, la puntualidad suele producir cierta sensación de control, de eficacia. Al cumplir con sus compromisos y llegar a tiempo, la persona suele sentirse más confiada y segura de sí misma”, explica Farrera.
Esto puede causar que las personas sumamente puntuales puedan llegar a sentir cierto sentimiento de superioridad, además de juzgar a las personas que llegan tarde.
Además, la puntualidad excesiva puede ser un problema cuando provoca sensaciones negativas, como ansiedad y preocupación excesiva, ligado también a una voluntad exagerada de querer agradar a los demás.
Esto también puede ser provocado por la “ansiedad por el tiempo”, fenómeno caracterizado por el miedo de llegar tarde. Las personas que experimentan esta condición suelen sentir un nerviosismo intenso al intentar llegar puntuales a todos los lugares. Esta ansiedad está motivada por el temor a ser percibidos de manera negativa por los demás si llegan tarde.
La ansiedad puede manifestarse antes de un evento significativo, debido a la preocupación constante de no llegar tarde. Esta obsesión intensifica el estrés y agrava la sensación de agobio.
La terapeuta Farrera recomienda considerar estrategias terapéuticas que aborden su necesidad de control, la ansiedad y la rigidez en la planificación del tiempo. Esto puede ayudarles a identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamientos disfuncionales respecto al manejo del tiempo.
La práctica de la flexibilidad en la planificación puede aliviar la rigidez que acompaña a la puntualidad extrema, esto puede incluir ejercicios para adaptarse a situaciones impredecibles y aprender a manejar el estrés o malestar asociado con las variaciones en el horario.
La meta es incluir herramientas en el día a día para balancear la organización personal sin sacrificar el bienestar emocional.
Si todavía no recibís las noticias de PRIMERA PLANA en tu celular, hacé click en el siguiente enlace https://bit.ly/3ndYMzJ y pasarás a formar parte de nuestra base de datos para estar informado con todo lo que pasa en la ciudad y la región.