El final del ciclo lectivo marca el inicio de un período de mayor flexibilidad para los niños, pero también puede generar desorganización si no se establecen pautas claras. Los especialistas recomiendan mantener una estructura diaria que combine diversión, descanso y actividades formativas sin caer en rigideces. Una estrategia efectiva es implementar un sistema de bloques de tiempo, que permite equilibrar el ocio con hábitos saludables y evita que los chicos pierdan el ritmo adquirido durante el año escolar.

La estrategia de los bloques para mantener una rutina en vacaciones:
Las primeras horas del día son ideales para actividades físicas que despierten la energía. Este bloque puede incluir paseos en bicicleta, juegos en el parque, caminatas o ejercicios en casa. La exposición temprana al sol favorece la producción de vitamina D y establece un ritmo saludable para el resto de la jornada. Además, el movimiento matutino mejora el estado de ánimo y prepara el cuerpo para las actividades intelectuales que puedan realizarse más tarde.
Después del desgaste físico, llega el momento de estimular la creatividad. En este horario, los niños pueden dedicarse a manualidades, dibujos, construcciones con bloques, escritura de cuentos o práctica de instrumentos musicales. Estas actividades fortalecen la concentración y desarrollan habilidades motoras y cognitivas. Lo importante es elegir opciones que capturen su interés y les permitan expresarse libremente, sin presiones ni evaluaciones.
El mediodía y la primera hora de la tarde son el momento perfecto para recuperar energías. Este bloque está diseñado para actividades tranquilas, como una siesta reparadora, la lectura de un libro o la visualización de una película corta. El descanso es fundamental para evitar el agotamiento y mantener un equilibrio emocional. En veranos calurosos, este horario también coincide con las horas de mayor temperatura, por lo que es conveniente permanecer en espacios frescos.
Las últimas horas de la tarde son ideales para interactuar con otros niños o disfrutar de actividades al aire libre. Este bloque puede incluir juegos con amigos, excursiones familiares, visitas a parques acuáticos o deportes en equipo. La socialización y el contacto con la naturaleza son esenciales para el desarrollo emocional y físico de los niños. Además, este horario aprovecha las temperaturas más agradables del día, especialmente en regiones con climas cálidos.
El final del día debe ser un momento de tranquilidad y reflexión. Este bloque sugiere rutinas relajantes, como un baño tibio, la lectura de un cuento o una conversación sobre las experiencias del día. Estas actividades preparan el cuerpo y la mente para el descanso nocturno y refuerzan el vínculo familiar. Establecer un ritual de cierre ayuda a los niños a procesar emociones, reducir el estrés y dormir mejor, lo que es clave para afrontar el día siguiente con energía
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