Es preocupante el panorama de la estatuilla de la Virgen de La Merced, que se encuentra en el terraplén, en las escalinatas utilizadas por el Club Náutico. El entorno es tétrico: el vidrio que la protege está roto y sucio, con rastros de haber sido vandalizado hace tiempo. La imagen luce despintada, deteriorada, cubierta de polvo. Una escena denigrante para la patrona de la ciudad, que debería ser mostrada con dignidad y respeto, no solo por los fieles, sino por quienes tienen la responsabilidad de mantenerla en condiciones.
Aunque ella permanece firme y cada tanto recibe alguna petición de algún deportista que se detiene a rezar en silencio, ni todas las oraciones del mundo alcanzarán para mejorar el aspecto de esta imagen que requiere compromiso no solo de las autoridades municipales sino también de las eclesiásticas, que en conjunto deberían cuidar su presencia. El municipio debería garantizar mayor custodia, y además mejorar la iluminación del lugar.
Indigna aún más ver basura acumulada a su alrededor: latas de cerveza y desechos que contrastan con el sentido espiritual del sitio, justo en vísperas de un nuevo aniversario de la Virgen de La Merced. Esta imagen, que alguna vez fue símbolo de fe y refugio, hoy interpela a toda la comunidad.
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