En el vertiginoso mundo de las citas modernas, las relaciones ya no siguen el patrón tradicional que muchos recuerdan de tiempos pasados. Las nuevas dinámicas, influenciadas por la tecnología y las plataformas de citas, transformaron cómo nos conectamos emocionalmente, y, sobre todo, cómo entendemos lo que significa estar en una relación.
En este contexto, el proceso de enamorarse se convirtió en un laberinto lleno de incertidumbre, ansiedades y, a veces, frustración.
La primera señal de que nos encontramos en una relación incipiente es, sin duda, la ansiedad. Esa sensación de inseguridad sobre lo que está sucediendo, de no saber si realmente estamos conectando con la otra persona, es una constante en las primeras citas.
Aunque ambos sientan una conexión, las preguntas empiezan a acumularse: ¿Estamos siendo exclusivos? ¿Estamos realmente “saliendo” o solo es una relación casual? ¿Es el momento de abandonar las aplicaciones de citas?
El principal desafío de esta fase es que aún no parece el momento adecuado para hacer preguntas directas como “¿Qué somos?”. Según Úrsula, si se menciona demasiado pronto, se corre el riesgo de asustar a la otra persona, lo que podría arruinar todo lo que se construyó.
En su lugar, muchas personas optan por “volver locos” sus pensamientos sin hacer ruido, manteniendo la calma exterior mientras sus emociones oscilan entre la esperanza y la incertidumbre.
Esta simplicidad es algo que generaciones anteriores, como la abuela de la autora, aún recuerdan con nostalgia, y no logran comprender cómo los nuevos tiempos complicaron tanto las cosas.
La autora comparte su frustración al intentar explicarle a su abuela por qué ahora se están dando “tanteos” antes de tomar una decisión firme sobre una relación.
Para la abuela, la idea de “solo estar saliendo” sin comprometerse a algo más serio es completamente ajena. Esta brecha generacional pone de manifiesto las diferencias culturales sobre el amor resaltando las complejidades de las relaciones en un mundo donde la interacción digital predomina.
Recientemente, un estudio de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign arrojó una nueva perspectiva sobre cómo se desarrollan las relaciones modernas, identificando cuatro etapas clave en el proceso de cortejo y compromiso.
Este estudio, basado en encuestas a jóvenes adultos de entre 18 y 29 años, reveló que las relaciones no siempre son lineales y pueden estar separadas en etapas bien definidas: coqueteo, potencial de relación, formalización y, finalmente, compromiso o fracaso.
El coqueteo es excitante, pero a menudo no lleva a una conexión más profunda, lo que deja a muchos sintiendo una desconexión emocional a pesar de la química superficial.
Sin embargo, esta etapa está plagada de dudas, ya que es fácil caer en la trampa del miedo al rechazo, lo que lleva a las personas a desconectarse emocionalmente o a forzar situaciones que no son auténticas.
Pero esta parte del proceso puede resultar incómoda o incluso infantil. Pedirle a alguien que sea tu “novio” o “novia” ya no parece tan sencillo como antes, y en muchos casos, se evita la conversación por temor a hacer la relación más seria de lo que realmente es.
Esta es la etapa final en la que finalmente se llega a una decisión sobre el futuro de la relación. Si se llega a este punto, la relación ya superó la incertidumbre y, finalmente, se definió.
Sin embargo, esto no garantiza que la relación vaya a durar. El éxito o fracaso de la relación se define, en última instancia, por la capacidad de ambos para ser honestos consigo mismos y con la otra persona.
El coqueteo, aunque aparentemente inofensivo y lleno de emoción, puede convertirse en una trampa emocional cuando no lleva a una relación seria. Un ejemplo de ello es el testimonio de Milly, quien a pesar de vivir relaciones coquetas constantes en redes sociales, nunca logra que estas se materialicen.
Este patrón genera frustración y confusión, pues las expectativas no correspondidas dejan a las personas atrapadas en una ilusión emocional.
Sabrina Zohar, coach de citas, explica que el coqueteo se siente excitante, pero superficialmente seguro. Nos brinda la conexión que necesitamos para sentirnos deseados sin la vulnerabilidad que exige una intimidad más profunda.
Sin embargo, cuando las relaciones no avanzan, se produce una sensación de vacío que muchas veces es difícil de superar.
Esta desconexión de uno mismo es uno de los mayores obstáculos en la construcción de relaciones profundas y satisfactorias.
A medida que las relaciones avanzan hacia la etapa final de “compromiso o fracaso”, es fundamental tomar decisiones conscientes. El compromiso no debe ser apresurado ni impulsado por la presión social, sino que debe ser el resultado de un proceso de autoconocimiento y entendimiento mutuo.
En lugar de basarse únicamente en la proximidad o la conveniencia, las decisiones sobre el futuro de una relación deben involucrar la salud emocional, la compatibilidad y la comunicación abierta.
Las relaciones modernas son un campo de batalla emocional, donde las etapas de incertidumbre y ansiedad pueden parecer interminables.
Sin embargo, este proceso también es lo que hace que el amor moderno sea tan especial. Al aprender a navegar estas etapas con paciencia, autoconciencia y una disposición a ser vulnerables, las relaciones pueden transformarse en algo significativo, duradero y profundamente enriquecedor.
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