Muchas personas sienten que una relación “vale” cuando aparece en redes: manos entrelazadas, aniversarios narrados y escapadas posteadas. Sin embargo, la evidencia que comparten especialistas apunta al sentido contrario: las parejas que se perciben más satisfechas suelen mostrar menos.
La Dra. Sumalatha Vasudeva (psicóloga, Hospital Gleneagles BGS, Bengaluru) coincide en que quienes no viven pendientes de compartir cada momento “sufren menos estrés” y se enfocan en cultivar el vínculo en privado. Ese corrimiento de la validación externa ayuda a sostener la calma y la conexión cotidiana.
Desde la práctica clínica, Priyanka Kapoor (consejera de parejas y familias, psicoterapeuta, Mumbai) lo ve todos los días: “Las parejas felices están muy absortas en disfrutar los momentos juntos y no en mostrarle al público sus logros. Conozco parejas que apenas se sacan fotos o incluso se olvidan de ellas cuando se lo pasan bien”. Para ellas, la intimidad emocional vale más que el aplauso público.
Publicar “de más” tiene efectos colaterales. Shahzeen Shivdasani (experta en relaciones y autora, Mumbai) advierte que la sobreexposición difumina límites, habilita opiniones ajenas y dispara comparaciones, todo terreno fértil para la insatisfacción. Mittal suma otra alerta: cuando hay inseguridad, la tentación de subir una “selfi perfecta” para calmar la duda interna se vuelve muy fuerte y hasta adictiva; el circuito de likes pide una dosis cada vez mayor.
La Dra. Aarti Anand (psicóloga consultora senior, Hospital Sir Gangaram, Nueva Delhi) explica que personas con baja autoestima o con conflictos de pareja pueden usar las redes como muleta de validación. El problema: sostener una imagen idealizada genera ansiedad, aleja de la conversación honesta y, a la larga, erosiona la relación real.
La solución no es “desaparecer”, sino acordar reglas simples y conscientes. Los especialistas proponen:
Para la Dra. Vasudeva, publicar menos suele ser más saludable “especialmente si valorás las interacciones en persona”. Si la exposición te genera tensión, celos o la obligación de “sostener una imagen”, es una señal para bajar un cambio. Y si disfrutan compartir algo de vez en cuando —un logro, una celebración—, que sea porque lo quieren, no porque “hay que mostrar”.
En paralelo, Kapoor invita a volver a lo esencial: trabajar los temas puertas adentro, sin convertir cada desacuerdo en contenido. Las conexiones reales se construyen en la conversación de todos los días, no en el carrusel de historias. Y como resume Mittal, la idea es enfocarse en tu historia de amor, no en competir con la postal perfecta de otros. Hay propuestas de película y hay pedidos por teléfono: ninguna es “mejor”, solo distintas. Lo importante pasa fuera de la pantalla.
Al final, la frase que mejor sintetiza el espíritu de estos aportes es sencilla: menos posteo, más presencia. La privacidad no es esconder; es elegir qué preservar. Y, para muchas parejas, ahí está la fuerza que no se ve.
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