Evitar los excesos y desafíos virales peligrosos es una preocupación cada vez mayor para los expertos en salud. Recientemente, un reto en particular ha captado la atención y alarma de los profesionales: la “prueba del no-sueño”, que propone pasar varios días sin dormir.
Descansar bien es esencial para mantener una buena salud, pues repercute en diversos aspectos del bienestar físico y mental. Los expertos instan a evitar participar en este tipo de desafíos a través de las redes sociales y a promover hábitos saludables de sueño para garantizar una vida plena y saludable.
Dormir al menos siete horas por noche es esencial para adultos, ya que la falta crónica de sueño se asocia con un mayor riesgo de sufrir múltiples padecimientos tales como depresión, diabetes, obesidad, infartos, hipertensión y derrames cerebrales.
Durante el sueño, el cuerpo realiza tareas cruciales de reparación y recuperación. En las primeras tres etapas del sueño, el sistema nervioso parasimpático, que se encarga de regular el descanso y la digestión, toma el control. Esto reduce la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
En tanto, los síntomas de la privación aguda del sueño incluyen ojos hinchados o círculos oscuros bajo los ojos, irritabilidad, declive cognitivo, confusión mental y antojos de comida. A medida que se prolonga, se incrementan los cambios en el comportamiento y una mayor disminución en las funciones cognitivas ocurren. El cuerpo, desesperado por dormir, puede experimentar “microsueños” (siestas involuntarias que duran alrededor de 30 segundos).
Durante el tercer día sin dormir, la persona puede sufrir despersonalización y alucinaciones. Cuando se llega al cuarto día de insomnio, todos los síntomas empeoran, derivando en una psicosis por privación del sueño, donde la capacidad para interpretar la realidad se ve gravemente comprometida.
La recuperación de la privación del sueño varía de persona a persona y, aunque una buena noche de sueño puede ser suficiente para algunos, otros pueden necesitar días o incluso semanas para recuperarse completamente. Estudios han mostrado que el sueño de recuperación frecuentemente no revierte los cambios metabólicos que pueden causar aumento de peso o una disminución en la sensibilidad a la insulina.
Trabajadores de turnos nocturnos, un grupo particularmente vulnerable, pueden sufrir de privación continua de sueño. En este caso, típicamente duermen entre una y cuatro horas menos al día en comparación con las personas cuyos horarios laborales coinciden con las horas de luz diurna, lo que incrementa su riesgo de muerte prematura.
Uno de los casos más recientes en ganar notoriedad por su participación en desafíos que atentan contra el buen descanso es el de Norme, un YouTuber y streamer australiano de 19 años que transmitió en vivo su intento de romper el récord mundial de días consecutivos sin dormir. A las 250 horas sin sueño, los espectadores comenzaron a preocuparse por la salud y el bienestar de Norme. Sin embargo, el joven prosiguió hasta alcanzar las 264 horas y 24 minutos sin dormir.
La preocupación de los seguidores radicó en los signos de alarma que presentó Norme: enrojecimiento en los ojos y ojeras para luego sumar problemas para hablar con coherencia y episodios de alucinaciones.
Sus esfuerzos no pasaron desapercibidos, aunque Norme fue vetado de Twitch y YouTube por sus acciones. Pese a que afirmó haber roto el récord, su hazaña no superó el registro de Robert McDonald, quien en 1986 se mantuvo despierto por 453 horas, casi 19 días.
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