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Martínez baraja y da de nuevo: caen sus históricos y negocia un pase peronista

Tras el duro revés en las legislativas, el intendente decidió soltar a sus laderos más fieles y busca oxigenar su gabinete con un nombre que sacudiría el tablero político

La derrota del 7 de septiembre dejó a Javier Martínez en una situación inédita: por primera vez en una década, el intendente perdió una elección y quedó relegado al segundo lugar, superado por más del 30 por ciento por Fuerza Patria. El golpe no pasó desapercibido y ya se tradujo en un fuerte reacomodamiento en el Ejecutivo, donde los históricos empiezan a caer uno a uno, tal como anticipó PRIMERA PLANA.

El primero en la lista sería el secretario de Acción Social, Paolo Bonanno, quien dejaría su cargo para ceder el lugar a una funcionaria que hoy cumple funciones en una localidad del Partido.

El dato no es menor: en ese pueblo, llamativamente -o no ya no tanto a la luz de las versiones que ganaron el Palacio Municipal- el oficialismo municipal logró imponerse en las últimas elecciones relegando incluso a la fuerza del gobernador Axel Kicillof al tercer puesto.

Su desembarco sería en Acción Social, lo que, de concretarse, sería un auténtico “borocotazo” que explotaría como una bomba política.

La reestructuración incluye también a la directora de Educación, Luciana Sánchez, que venía de licencia y no volverá a su puesto, y al secretario de Servicios Públicos, Pablo García, quizás el golpe más duro dentro del círculo íntimo del intendente.

Ladero desde el minuto cero, García dejaría de estar en la “mesa chica” por diferencias con el propio Martínez y será reubicado en un cargo menor, en lo que muchos interpretan como un desplazamiento disfrazado.

La jugada del intendente apunta a mostrar reacción política. Limpia a los que no estuvieron a la altura del desafío electoral y abre la puerta a nuevas alianzas que hasta hace poco eran impensadas. El pase de una peronista a la gestión sería el símbolo más fuerte de esa apuesta y lo pondría en modo “gutiérrista”.

Con estos cambios, Martínez reconoce en los hechos lo que evitó decir en público: que su Gobierno entró en zona de desgaste, que sus fieles ya no garantizan resultados y que, tras el golpe en las urnas, necesita barajar y dar de nuevo.

La pregunta que queda flotando es si este giro alcanza para recuperar la iniciativa o si, por el contrario, acelera el final de un ciclo que ya muestra señales de agotamiento.

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