Hace dos décadas, Walter Saavedra llegó a Pergamino, junto a Rodolfo Raviolo, para cubrir un partido de Douglas Haig frente a Colón, en el Estadio “Miguel Morales”, para una radio santafesina.
Sin acreditaciones ni cabina, la competencia con otra emisora era feroz y había que transmitir. La solución de Saavedra fue tan audaz como emblemática: se subió a una torre de luz al costado de la cancha, se ató con el cinturón y desde allí relató los 90 minutos del encuentro, mientras Raviolo comentaba desde abajo lo que su compañero narraba.
Esa transmisión se convirtió en símbolo de su pasión por el periodismo deportivo: un relator capaz de convertir cualquier obstáculo en oportunidad, con creatividad, valor y compromiso.
Para los pergaminenses que lo escucharon ese día, su voz no solo contaba el juego, sino que lo hacía vivir: cada pase, cada disparo al arco, cada emoción, desde la altura del poste, como un Rodrigo de Triana moderno anunciando nuevas tierras.
Ayer falleció Walter Saavedra. No solo relataba, también emocionaba. Para muchos en Pergamino, su paso por la ciudad fue un ejemplo de entrega y sensibilidad, un recordatorio de que el periodismo deportivo puede ser arte y emoción.
Su partida, tras batallar contra un cáncer, deja un vacío en el corazón de quienes lo conocieron, escucharon y admiraron.
Para Pergamino, su recuerdo permanecerá vivo, atado a aquella torre de luz del “Miguel Morales” y a la voz de un relator que convirtió una tarde de fútbol en un instante inolvidable.
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