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Por qué algunas personas sienten culpa después de decir que no, según la psicología

La razón por las que mucha gente teme a negarse a realizar algo por miedo, es algo que la ciencia se ocupo de investigar.

El decir que “no” genera en muchas personas una sensación de incomodidad que va más allá de la simple respuesta. La culpa aparece cuando los individuos priorizan las expectativas ajenas sobre sus propias necesidades y deseos. Este fenómeno psicológico se relaciona con el temor a ser percibidos como egoístas o poco colaborativos, lo que lleva a aceptar compromisos no deseados para evitar conflictos o rechazo.

La dificultad para establecer límites claros tiene raíces profundas en el desarrollo emocional. Desde la infancia, muchas personas aprenden que complacer a los demás es una virtud, mientras que negarse se asocia con actitudes negativas. Esta educación condiciona las respuestas en la vida adulta, donde el "no" se convierte en un desafío emocional.

La razón por la que las personas sienten culpa al decir que no

El médico psicoanalista Juan Eduardo Tesone explica que la capacidad de decir "no" se desarrolla desde la primera infancia. "Alrededor del segundo año de vida, el niño descubre esta palabra como una herramienta para afirmar su subjetividad", señala. Sin embargo, en la edad adulta, muchas personas enfrentan dificultades para ejercer este derecho básico.

Tesone destaca que el temor a contradecir a otros surge por diferentes motivos: "Puede deberse al miedo a la ruptura de vínculos, a la sumisión ante las demandas ajenas o a la percepción del 'no' como un acto de violencia". Esta última idea es particularmente relevante, ya que muchas personas asocian el rechazo con agresividad, cuando en realidad es una expresión de libertad y autodeterminación.

La psicoanalista Mirta Noemí Cohen profundiza en este aspecto desde una perspectiva diferente. "Decir 'no' es ejercer la función paterna, es decir, establecer límites que protegen tanto a uno mismo como a los demás", afirma. Cohen compara esta acción con la protección que un padre brinda a su hijo: "Es como no dejarlo entrar al mar solo, porque el riesgo es mayor que en una pileta". En este sentido, poner límites no es un acto de egoísmo, sino de cuidado y responsabilidad.

El psicólogo clínico Lucas Vázquez Topssian aporta otra dimensión al análisis. "Quienes no pueden decir 'no' suelen estar atrapados en las demandas ajenas", explica. Estas personas encuentran satisfacción en ser percibidas como indispensables, pero pagan un alto precio en términos de bienestar emocional. Vázquez Topssian señala que "la culpa aparece cuando no se cumplen las expectativas propias o ajenas, generando sufrimiento y autorreproches".

La culpa, según estos especialistas, es un sentimiento complejo que cumple funciones distintas según la estructura psicológica de cada individuo. En niveles normales, impulsa la responsabilidad y la capacidad de reparación. Sin embargo, cuando se vuelve excesiva, se convierte en una fuente de angustia que lleva a actuar en contra de los propios deseos.

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