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Qué cambia con la inyección semestral contra el VIH y qué falta para que llegue a todos

Una inoculación cada seis meses promete simplificar la prevención, pero plantea desafíos de acceso, regulación y equidad. Qué dicen los expertos sobre las alternativas disponibles y por qué la Argentina aún prioriza el preservativo.

El anuncio internacional sobre el lenacapavir marcó un hito, pero el verdadero cambio recién empieza. Con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la aprobación de la FDA, este antirretroviral de acción prolongada se perfila como la alternativa más eficaz y sencilla para quienes no logran sostener tratamientos preventivos diarios contra el VIH. Sin embargo, su llegada a los sistemas de salud aún es incierta, especialmente en países de ingresos medios como la Argentina. En este contexto, cobra fuerza una pregunta clave: ¿cómo será la nueva etapa en la prevención del VIH?

La combinación de herramientas —inyecciones de largo plazo, pastillas diarias, profilaxis postexposición e incluso el uso de antibióticos como la doxiciclina— obliga a revisar lo que entendemos por prevención, y a definir políticas que no solo sean efectivas, sino también accesibles y responsables.

El objetivo ya no es solo evitar nuevas infecciones, sino garantizar que las personas más expuestas puedan acceder a estrategias realistas, sostenibles y adaptadas a sus condiciones de vida. Este artículo no se enfoca en el anuncio del lenacapavir como noticia, sino en lo que abre: un debate urgente sobre qué herramientas implementar, cómo hacerlo y qué rol juegan la ciencia, el financiamiento y la educación sexual.

Tres caminos posibles para protegerse

  1. Comprimidos orales diarios (PrEP): son efectivos si se toman de manera constante, pero muchas personas abandonan el tratamiento.
  2. Cabotegravir inyectable: se aplica cada dos meses y ya demostró buenos resultados, aunque requiere un control clínico más frecuente.
  3. Lenacapavir (LEN) inyectable: se administra cada seis meses y, según ensayos clínicos, previene casi todas las infecciones en personas en riesgo.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, lo definió como “la mejor alternativa a una vacuna contra el VIH”, destacando que es “urgente garantizar su disponibilidad inmediata en farmacias, clínicas y consultas online”.

La Dra. Meg Doherty, directora del Departamento de Programas Mundiales contra el VIH, Hepatitis e ITS de la OMS, aclaró que se trata de “una recomendación firme con evidencia moderada a alta”, y que la prioridad ahora es ayudar a los países a implementarla.

Doxiciclina después del sexo, una estrategia que divide

Una de las estrategias más debatidas en el ámbito de la prevención es el uso de doxiciclina como profilaxis postexposición (Doxy-PEP) para reducir el contagio de algunas infecciones de transmisión sexual (ITS), como Chlamydia trachomatis, Treponema pallidum (sífilis) y Neisseria gonorrhoeae.

Los grupos más vulnerables siguen siendo los más afectados por la epidemia de VIH. (Foto: ilustrativa/AdobeStock)

Los estudios realizados en poblaciones de alto riesgo, como hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y personas transgénero, han mostrado una eficacia moderada a alta en la reducción de la incidencia de clamidia y sífilis, aunque la eficacia frente a gonorrea es menor, en parte debido a la creciente resistencia antimicrobiana.

La doxiciclina no está recomendada de forma generalizada y su uso como profilaxis sigue siendo experimental fuera de ciertos contextos clínicos. Se han documentado patrones de resistencia crecientes en cepas de N. gonorrhoeae, así como preocupaciones sobre el impacto del uso masivo de antibióticos en la microbiota y en la eficacia futura de tratamientos de primera línea.

La doctora Bárbara Broese (MN 130.018), médica infectóloga del Hospital Central de San Isidro, expresó su preocupación por el uso ampliado de antibióticos con fines preventivos. “Entendemos que hay propuestas en estudio, pero debemos ser cautelosos. La resistencia antimicrobiana sigue siendo una amenaza global y es fundamental contar con evidencia sólida y pautas claras antes de adoptar estas estrategias de forma masiva”, sostuvo.

Lo que falta para que llegue a quienes lo necesitan

Según datos de Naciones Unidas, en 2024 hubo 1,3 millones de nuevas infecciones por VIH en el mundo. Las poblaciones más afectadas siguen siendo las personas trans, trabajadoras sexuales, varones que tienen sexo con varones, personas que se inyectan drogas y personas en contextos de encierro.

La OMS también recomienda ampliar el uso de pruebas rápidas, incluso caseras, para facilitar el inicio de tratamientos preventivos. Esto permitiría aplicar las inyecciones cerca del domicilio, evitando visitas frecuentes a centros de salud.

En la Argentina, sin embargo, la realidad es otra. El acceso a medicamentos innovadores suele estar limitado por su alto costo y la demora en los procesos de aprobación y distribución. “Hoy por hoy, lo más barato sigue siendo el preservativo”, resume la Dra. Broese.

El desafío está en generar políticas públicas que integren estas nuevas herramientas con enfoque en equidad y accesibilidad. Si bien el lenacapavir representa una solución potente, no servirá de nada si no está disponible para quienes más lo necesitan.

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