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¿Qué es de la vida de Eduardo Costamagna?

De locutor adolescente a leyenda de la radio

En septiembre, Eduardo llegará a cumplir 7 décadas. En todo ese tiempo, ha reunido un sinfín de historias, momentos, anécdotas y alegrías.

Él disfruta todos los días de su familia. De su hijo Augusto (casado con Florencia) y sus progresos profesionales en la abogacía, como también de su mujer Rosana, con la cual hace 46 años que están juntos, llevan un rutina dedicada al “home office” donde se ayudan mutuamente y disfrutan el tiempo compartido con su nieto, Bruno.

En cuanto a lo profesional, está jubilado pero continúa con su programa en Radio MON, “Economía y Empresas”, como desde su primera aparición en abril de 1973.

En entrevista con él, nos cuenta más acerca de cómo fueron sus comienzos, de cómo evolucionó en los medios y de cómo observa los cambios en la comunicación.

- ¿Cuál fue su motivación por la locución?

La primera motivación no fue por la locución, sino porque en la familia se necesitaba que todos trabajemos. Desde chico leí mucho y leo muy bien cualquier texto sin repaso previo y mi padre se enteró que en la radio La Voz de Arrecifes (ciudad en la que vivía) necesitaban un locutor. En síntesis, fui un día a hacer una prueba y al otro día estaba trabajando. La motivación vino después porque enseguida aprendí a redactar noticias, a conducir programas, a programar música, a entrevistar a personas, a redactar avisos, atender anunciantes. Todas cuestiones con las que me fui formando por mi cuenta. Tenía 14 años y nunca dejé la locución, el periodismo y la radio.

- ¿Cómo fueron sus comienzos en la radio y cómo fue su evolución profesional?

La evolución profesional se fue dando, en parte con el tiempo, en parte porque me interesaba profundizar en distintos aspectos de la radiodifusión. En todo lo referente a la radio, menos la parte técnica. Luego de terminar el secundario, me presenté al concurso de locutor de Radio Mon, que saldría al aire en AM, y gané, por lo que comencé una nueva etapa, diferente y de mayores posibilidades. La legislación vigente en estos años me permitió acceder al título de Locutor Nacional (ISER 3130), no sin pasar etapas previas de exámenes bastante rigurosos para locutor local, provincial y finalmente locutor nacional. En esa etapa final, sobre 700 aspirantes, aprobamos solo 77. Paralelamente, fui especializándome como locutor de audiovisuales y videos institucionales, de espectáculos, conferencias, fiestas, actos oficiales, como para tener un mejor panorama de trabajo. También locuciones en inglés y de acontecimientos técnicos de importancia nacional, como el Congreso de Aapresid, las convenciones de distribuidores de Rizobacter y congresos de Aianba.

- ¿Cómo observa la comunicación en la actualidad?

Con los nuevos formatos, gracias a la internet, con la evolución disruptiva que han tenido la comunicación se ha desmasificado, con todo lo que esto significa, imposible de resumir. Lo que, básicamente, ha ocurrido es que se han multiplicado geométricamente los canales de comunicación que disponen las personas, pero también es fácil y accesible producir la comunicación, con lo que conviven en el mismo mar de posibilidades, lo bueno y valioso, con lo mediocre y malo, con la mentira y lo falso, sin olvidar lo pornográfico y también lo peligroso. En lo que respecta a los medios, ese mismo caos está haciendo que toda persona que quiera estar bien informado, recurra a los canales tradicionales y busque los periodistas que le resultan más sinceros y capaces, en los medios más tradicionales, sean diarios o radios, sobre la internet.
Por lo cual, diría que está cambiando la situación en un mundo tecnológico donde la constante es el cambio.

- ¿Considera que cumplió todas su metas o hay cosas por concretar?

Cada uno de nosotros nacemos con distintas oportunidades de progreso personal en amplio sentido y luego nos desarrollamos con pros y contras, además del factor suerte. Por lo que me ha tocado vivir, no me quedan muchas metas que cumplir ni proyectos que concretar. Las que tenga no las quiero contar, no por secretismo, sino porque puedo cambiar de idea rápido.
Además, no conviene chocar contra la pared por más que nos entusiasmen desde todos lados, la mayoría de las veces para vendernos algo.
Los proyectos y metas deben ser realistas y, además, necesitan un contexto favorable.
Un ejemplo bien a mano: yo podría producir 10 programas más para agregar a Economía y Empresas. Tengo el conocimiento y la capacidad para hacerlo, aunque en este caso contrataría profesionales para integrarlos al proyecto.
Lo podría comenzar hoy mismo y lo concretaría en un par de meses. Pero no lo hago porque no hay quien lo compre. Simple: nadie fabrica algo que no se vende. No lo pueden comprar las radios, no hay mercado publicitario que lo pague. Y que conste que no sería un producto caro y podría ser rentable para el medio.
Otro tema de estos tiempos de crisis, de nuevos canales de comunicación y de inestabilidad intensa: no hay mercado para tantos medios. Una verdad molesta.

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