Nn es noticia que los fraudes digitales evolucionan con la misma rapidez que las tecnologías que usamos a diario. Sin embargo, una de estas modalidades de estafa que más creció en los últimos meses, es el smishing, un tipo de ciberataque que utiliza mensajes de texto (SMS) como puerta de entrada para engañar a los usuarios y obtener acceso a sus datos personales, contraseñas e incluso a sus cuentas bancarias.
Este delito combina dos conceptos: SMS (mensajes de texto) y phishing. De esa unión surge el término para nombrar a la estrategia que aprovecha la confianza que todavía genera esa tecnología en los usuarios para intentar vulnerar su seguridad.
El mecanismo es simple pero efectivo. Los delincuentes envían un mensaje de texto que aparenta ser de una entidad legítima, como un banco, una empresa de envíos, un organismo público o incluso un servicio de streaming, y que contiene un enlace o un número de teléfono. El objetivo es que la víctima, preocupada o interesada por el contenido del mensaje, haga click o responda.
Entre los mensajes más comunes aparecen:
Si el usuario cae en la trampa, es redirigido a una página falsa diseñada para robar credenciales o, en el peor de los casos, se descarga automáticamente un malware en el teléfono que permite el acceso remoto al dispositivo.
A diferencia de otros intentos de estafa más fáciles de detectar, el smishing juega con dos factores: la inmediatez y la confianza. Los SMS suelen ser percibidos como más confiables que los correos electrónicos, y además aparecen directamente en la pantalla del celular, lo que genera una sensación de urgencia.
Los ciberdelincuentes saben que, ante la presión de perder acceso a una cuenta o no recibir un pedido, muchas personas actúan de manera impulsiva y sin verificar la legitimidad del mensaje.
De acuerdo con informes recientes de empresas de ciberseguridad, el smishing se convirtió en uno de los métodos de fraude digital de mayor expansión a nivel mundial. Millones de personas reciben estos mensajes a diario y, aunque muchos los eliminan de inmediato, un alto porcentaje interactúa con ellos.
En países como Argentina, donde el uso del celular es prácticamente universal, este tipo de ataques encuentra terreno fértil. A medida que aumenta la digitalización de trámites, compras y operaciones financieras, también crecen las oportunidades para que los estafadores exploten vulnerabilidades humanas y tecnológicas.
Como en todos los casos de ciberseguridad, la prevención es la mejor herramienta. Algunas recomendaciones claves son:
El smishing demuestra cómo la delincuencia digital se adapta constantemente a los hábitos de los usuarios. Hoy, el celular es mucho más que un medio de comunicación: es una billetera, una agenda, una oficina y hasta un canal de acceso a trámites oficiales. Esa concentración de datos sensibles convierte al dispositivo en el blanco preferido de los estafadores.
Frente a este panorama, la concientización de los usuarios es tan importante como las medidas técnicas. Saber qué es el smishing y cómo opera puede marcar la diferencia entre caer en la trampa o detener la estafa a tiempo.
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