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“Siento, entre tantas otras cosas, que aún no he escrito una buena página”

Rafael Restaino dijo que “he finalizado otro libro de poesía ‘Bajo la Cruz del Sur’, que no es poca cosa en un tiempo donde nadie pide el poema”

Se puede hacer una larga introducción sobre la vida de Rafael Restaino. Aun así, en diálogo con SEMANARIO EL TIEMPO describió sus vivencias a la perfección. Cada una de las palabras que utilizó resaltan su recorrido repleto de poesía, recuerdos y de cómo sus estudios dieron fruto en una época llena de complicaciones.

-¿Qué destaca de su infancia y/o adolescencia en Pergamino?
-Se dice que la verdadera patria de un hombre o de una mujer es la infancia. Visito constantemente ese territorio, ese arroyo luciente, ese lugar de higueras agobiadas de siesta. Siempre me persiguió y me persigue el olor a tierra mojada de las calles de ese pequeño pueblito despeinado por los vientos y la estación luminosa de trenes. Fue mi infancia una etapa maravillosa, llena de primos, hermanos, tíos, abuelos. Me veo con mi hermano Sergio con una ballesta y un cortaplumas a la orilla de una laguna defendiendo a las cigüeñas de posibles ataques porque una de ellas traería a nuestra hermana. Indudablemente ha sido una etapa con sabor a cuentos infantiles, sin pasado y sin futuro, puro presente.
La adolescencia en Pergamino no fue nada fácil. Fue compleja en muchos aspectos. No la tengo asumida, masticada. Hay algo en ella que me duele. Destaco el fútbol y los barra contra barra en La Batea como denominábamos a ese espacio que se encuentra en la calle Montevideo; las vías y los galpones del ferrocarril Belgrano, viajar colado en los trenes, la calle Joaquín Menéndez. Pero si tuviera que definir esta etapa diría que fue de libros y de viajes erráticos. Viajes por distintos motivos, diferentes situaciones y es así como viví esporádicamente en Rosario, Córdoba, Campana y Buenos Aires.

-¿Cómo es su presente y qué destaca de él?

-Mi presente es propio de un ser vivo, ya que tengo la inmensa alegría de contar con una familia hermosa, que amo profundamente y que me constituye. Pero también tengo una gran angustia por mi país, me duele y mucho el sistema neocolonial que se quiere implementar, un retroceso tan grande en todo sentido.
Por otra parte, escribo constantemente. He finalizado otro libro de poesía “Bajo la Cruz del Sur”, que no es poca cosa en un tiempo donde nadie pide el poema. Al mismo tiempo lucho con una novela, pero hasta ahora es ella la que va ganando y por paliza. Participo de instituciones, leo, escribo; hablo y discuto con Marita de política y filosofía, tomo mate, escucho los partidos que tienen como protagonista a Boca Juniors, proyecto algún viaje y espero a los nietos.

-¿Cuál fue su motivación y cómo fueron sus comienzos tanto en el ámbito educativo como
en la escritura?

-Me veo siempre leyendo y escribiendo. Según una leyenda familiar leía y escribía a los tres años. Pero dejemos eso, porque tengo en cuenta que mi madre era alguien con mucha imaginación. Es mucho más exacto decir que a los catorce o quince años comencé con la ayuda de Pablo Neruda, César Vallejos y González Tuñón a llenar cuadernos con los primeros intentos en los cuales ensayaba los recursos estilísticos, las figuras retóricas y concreté mis primeras publicaciones dentro del llamado underground, un movimiento contracultural surgido en los 70, que promovía manifestaciones artísticas y contestarias. Con estas revistas, que intercambiamos por todas partes del país, supimos viajar y realizar lecturas de poemas y exposiciones de dibujos y pinturas.
El tema de la educación se inició cuando salí de la cárcel, donde había estado por casi un año como preso político y tenía que fijar domicilio y acudir una vez por semana a firmar a la Comisaría. Eso hizo que ya me instalara en Pergamino y que me anotara en el profesorado de historia, literatura y lengua, permitiéndome con el tiempo y, sobre todo, al ser despedido del ferrocarril, iniciarme como profesor que fue la horma de mi zapato. Nunca pensé que podía gustarme tanto este trabajo con el cual me jubilé.

-¿Qué lo motivó a ser historiador?
-Lo más visible que tengo para responder a esta pregunta son las imágenes que tengo en la Biblioteca Menéndez, donde acudía diariamente por los años setenta y ochenta. En ese lugar pude observar como muchos estudiantes preguntaban sobre distintos aspectos de la historia de Pergamino y no le sabían contestar. Creo que allí nació la idea. Después en un suplemento del diario La Opinión “Vida y Cultura” publiqué mis primeras investigaciones sobre historia regional. La repercusión tan diferente a la que había obtenido por mis poemas me hizo seguir por este camino en el cual debo haber publicado más de mil artículos en diferentes medios y unos cuarenta libros sobre historia regional, biografías y ensayos.

-¿Considera que cumplió todas sus metas o le quedan cosas por cumplir?
-No, todavía no. Siento, entre tantas otras cosas, que aún no he escrito una buena página. 

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